Capítulo 4 "Enviado de La Oscuridad"

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Alcancé a los caballos en la salida de la ciudad. Se detuvieron al verme.

—¿Qué haces aquí, chico?

—Coronel —dije, tratando de recuperar el aliento—. Mi compañera Kaira va en el carruaje.

Acostada, ocultando su cuerpo entre las maletas, sobresalía la punta de un brilloso cuerno negro en espiral.

—Sí, lo sabemos. Se ocultaba de ti.

—Kaira...

—¡Ya no hay peligro en el fuerte! —dijo, saliendo debajo de las maletas—. ¡Solo quiero ir a ver el regreso del héroe Avraliz y la Doncella Lazuli!

—Tienes trabajo que hacer en la ciudad.

—¡El señor Hugo me dio permiso para ir!

—¿A ustedes no les importa? —pregunté—. Ya no hace falta que vaya.

—Nos pareció que el camino sería más entretenido si venía con nosotros —dijo Ezra.

—¿Puedo acompañarlos entonces?

—¿Quién eres para que aceptemos racionar nuestra comida con otra boca?

Enseñé mi estigma en el pecho.

—Oh, el hermano del héroe Avraliz. ¿No crees que te dejó en la ciudad porque no te quería en el fuerte? Dame una mejor razón para arriesgarme por llevar a un indeseado más.

—¡Por favor, coronel Ezra! —pidió Kaira—. ¡Nosotros éramos buenos aventureros! ¡Podríamos cazar más comida para ustedes! Rastreamos muy bien y sabemos identificar muchas plantas comestibles.

—Ja, eso vale más. Espero que cocinen comida de verdad y no el caldo de insectos que comen los aventureros.

—¡No se preocupe!

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

El Soberano destruyó toda fauna y vegetación en cada continente que invadió. Cuando el Batallón Caduceus fue asegurando el terreno, en incursiones posteriores se les encomendó a los elfos y enanos hacer prosperar la tierra. Trajeron cientos de especies de insectos polinizadores, plantas y otros animales. Así, a largo plazo se dejaría de depender únicamente de las provisiones y los peces de las costas para subsistir en Norleas. No toda la flora y fauna que se usó era propia de Norleas.

En cuestión de cuatro siglos de constante ayuda, los bosques, planicies, ríos y los animales, pudieron restaurarse y ahora progresaban sin intervención de nadie. Para evitar que el Miasma lo consumiera todo, se estableció el límite de tierra próspera de unos cientos de kilómetros desde la ciudad hasta el fuerte. El resto seguía siendo un árido desierto.

Norleas prosperaba, pero ya no podría ser lo que era antes de El Soberano. A pesar de ser el segundo continente más pequeño, fue uno de los que más razas contenía en su territorio.

Ahora, sin embargo, no había nada más que animales para cazar y llanuras susurrantes, bosques con casas abandonas —dejadas por los encargados de hacer crecer los árboles—, y ríos caudalosos. Era un paisaje magnífico, pero también solitario. Recorrerlo a paso lento me provocaba más sueño del que debería.

—Con que las semi cabras eran sirvientes de los dragones y por eso sobrevivieron al ataque de La Oscuridad cuando invadió Norleas —empatizó Ezra.

—¡Sí! Cargaron con cientos de mis ancestros en sus espalda y los llevaron a sus palacios en las montañas de escarcha. También rescataron a semi ovejas.

—Yo escuché que los usaban como alimento —dijo Ferdio.

—¡Grandes mentiras son esas! Les gusta nuestro cabello esponjoso y personalidad pacífica. Somos muy serviciales, silenciosos y leales. Mi señorita Gungnir me atesora mucho, siempre procuró que vistiera atuendos de alta calidad, comiera frescos alimentos y me aseara correctamente.

—¿Entonces son sus sirvientes mascota?

—¡¿M-m-mascota?! ¡No soy un lorito parlanchín!

—¿No?...

—No, coronel, ¡no! Trabajaba honradamente como sirvienta personal de mi señorita Gungnir, ¡y ganaba un generoso sueldo! Apreciaba mi pulcro trabajo. Mi familia y mi gente vive en Oslo, una ciudad separada del palacio de los Señores de la Escarcha. ¡Para que lo sepa!

—¿Trabajabas para la realeza? Por el gran héroe, ¿qué haces en este continente?

—¿Eh? Por supuesto que es para cumplir mi sueño. ¡Quiero ayudar a reconquistar Norleas! Trabajo arduamente preparando los peces que el señor Hugo pesca con sus ayudantes.

—¡Ja, ja, ja! Descamar peces, limpiar sus vientres y preservarlos, ¿eso es ayudar a reconquistar Norleas?

—¡Sí! Ustedes comerán y se llenarán de energía para luchar contra el Miasma, ¡gracias a que yo preparé los peces para que estén frescos y no les cause dolor de panza!

El grupo empezó a reír, Kaira hizo un puchero. Las carcajadas siguieron por unos cuantos metros. Segundos después, Ezra limpió sus lágrimas y respiró para recuperar el aliento.

—Entiendes muy bien que se depende de hasta un grupo de pescadores para llevar a cabo una tarea tan importante para el mundo. —La mirada de Ezra se desvió hacia los ríos a nuestra derecha—. Los líderes, el héroe y la doncella, se ocuparon del Miasma más peligroso, y nosotros no hemos hecho más que limpiar, pero también somos partes de este logro, ¿cierto?

—¡Muy cierto!

—Si es así, ¿por qué insistes con ir al frente a luchar?

—Me hace feliz ayudar en la ciudad. Lo que me impulsa a avanzar, es que soñaba con volver con mis padres y decirles que estuve en Norleas y que destruí el Miasma que obligó a nuestros ancestros a huir. Quiero ver un horizonte libre de La Oscuridad.

La tímida mirada de Kaira bajó, frotaba sus manos.

—T-también quiero agradecerle en persona al Héroe de Platino. Mi señorita Gungnir me alentó a bajar de las montañas y conocer Caduceus, para compararlo con lo que mis padres me contaban de Norleas, pero fue gracias a que estuve en uno de sus discursos hace años, decidí unirme al Batallón Caduceus. No hubiera encontrado mi sueño de no ser por el héroe.

Tanto Ezra como Ferdio cruzaron miradas por unos momentos.

—En verdad, no importa cuán importante sea cada engranaje del mecanismo, son las agujas del reloj las que nos guían en nuestro día a día.

—Gran verdad dice, coronel.

—Quiere decir que después de esto, ¿volverás a tu ciudad para casarte con el Hijo de Latón?

El de los bigotes volteó a verme.

—Matik es mi mejor amigo, ¡sin él nunca hubiera podido llegar a Norleas! Mi prometido está en Caduceus, fue a su pueblo a cumplir su sueño.

—¿Cómo? ¿Tenías pensado pasar dos años en este sitio sin verlo una sola vez?

—¡Somos inseparables! Ni la distancia ni el tiempo romperá nuestro compromiso.

—Ja, ja. Eres demasiado positiva. ¡De acuerdo, muchachos! ¡A todo galope!

Ezra apresuró al caballo. Los demás le siguieron, el largo camino que nos esperaba hacia el fuerte era iluminado por un sol que parecía darnos ánimos para soportar cinco días de viaje.

¿Mi deseo? ¡Ser el protagonista de este mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora