IV

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Durante la época de reproducción de los hurones de hielo, estos solían bajar de las montañas para evitar a todo tipo de depredadores que pudiera comerse a sus crías. Tenían la inteligencia suficiente para saber que, bajo las montañas, las criaturas carecían de resistencia al frío.

Ellos buscaban una cueva o hacían su propia madriguera que cubrían de hielo. A veces expandían tanto su congelado habitad, que convertían el ganado y los pobladores cercanos en paletas gigantes. No toleraban que un solo ser vivo se acercara.

Los más grandes medían cerca del metro y medio de largo. Solo tres hurones adultos podían congelar a un aventurero nivel treinta hasta convertirlo en una estatua quebradiza de carne en cuestión de segundos.

La madriguera que se publicó en el gremio decía tener al menos quince de ellos.

Lideraba la formación junto a Donato. Inmiscuirse en la cueva de la que se adueñaron fue difícil. Los hurones atacaban a los intrusos con sus colas recubiertas de escarcha para congelarlos. Eran escurridizos y ágiles, su tamaño no era impedimento para que sortearan los cortes y hechizos en un espacio cerrado. Pero gracias a las habilidades como Guerrero Coronado, Donato impedía que nos atacaran con artes de rango B o superior.

Cuando llegamos a lo más profundo de la cueva, nos encontramos con la reina hurón, con un mínimo de dos metros de largo, era más agresiva y veloz que sus súbditos.

Las habilidades de Donato no impedían que ella lanzara sus ataques congelantes; además, para nosotros era difícil esquivar en esa cueva. Él se vio acorralado por la hurón.

Nadie tenía hechizos o la fuerza para ayudarlo a escapar, el resto del equipo se gastó todo su maná en otros hurones.

El patrón de movimientos de la hurón era distinto a los ataques directos de Avraliz, pero su velocidad estaba muy por debajo de la suya. Mis energías estaban mermadas, pero no tanto como las del resto.

Aprovechando la distracción de la hurón con Donato, ataqué por detrás. La punta de la espada perforó su cuello. El chillido fue horrible, la sangre salpicó mi rostro. Se retorcía para intentar liberarse y huir, pero colgó inerte de la espada en segundos.

—¡Lo hiciste excelente, Matik! —gritó Kaira.

♦♦♦♦♦♦♦♦♦

Cuando regresamos a la ciudad al atardecer, celebramos en el mejor restaurante que el gremio de aventureros podía sugerirnos. Bebíamos el jugo de uva espumoso con gran entusiasmo.

—Llegó un momento donde pensé que no lo lograríamos —comentó Wazuza, una hechicera de cabello negro y pequeños ojos marrones.

—La maldición de los hurones era más fuerte de lo que estimamos —añadió Gustav, un As Escolta de cabello azul muy oscuro y ojos blancos—. Mi escudo quedó inservible apenas entramos.

—¡Dejen eso! —dijo Kaira—. Salimos bien airosos, ¡este encargo confirma que seremos un grupo invencible! ¿Verdad, Matik?

—Tenemos mucho potencial —dije, sonriente—. Con el futuro seguro que lo seremos.

—Puedes contar con eso —confirmó Ana, una guerrera. Aunque su nivel 30 era el más bajo del equipo, su nivel máximo llegaría al 80, el más alto de todos nosotros—. Gracias a mí, aceptaremos trabajos de rango más alto. ¡Je, je!

—No hay dudas de ningún tipo —continuó Donato, estirando su tarro hacia el mío—. Nos registraremos como un equipo. Y nos llamaremos...

Los demás acercaron sus tarros, todos gritamos al unísono.

¿Mi deseo? ¡Ser el protagonista de este mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora