Me tomó tiempo recomponerme. Kaira fue paciente y se levantó después de mí, ella colocaba los bastones de regreso en los cinchos de su torso.
—¿Qué harás? ¿Quieres ir a La Grieta? No te voy a detener —dijo.
—¿En serio no estás enojada? Yo...
—Si te reprendo con fuerte disciplina hará que debas esforzarte menos para disculparte. No, señor, ¡no! Debes ofrecer disculpas como corresponde.
Sentí mis mejillas ruborizarse.
—Puede ser difícil encontrar las palabras adecuadas, pero si te enfocas en imbuirlas con lo que sientes, hasta la oración más sencilla lo dirá todo.
—N-no sé si va a salir bien, todavía no encuentro respuesta a lo que me preguntaste.
—¡Ay! Una cosa no tiene que ver con la otra, disculparse cuando se hace mal es... Amm, como instinto cuando en serio hay arrepentimiento. Algo así.
—Ja, ja... Empiezas a perder esa aura de sabiduría.
—No pretendía verme como una sabia, lo que te dije fueron mis experiencias.
Kaira tomó el bastón de platino y me ofreció su mano.
—Regresemos volando —dijo, sonriente.
Con cierta timidez, solo pude devolver una sonrisa temblorosa.
—Kaira.
—¿Sí?
—Perdón por haberte empujado hace rato.
—Je, je. Te perdono, así que perdóname si vomitas durante el vuelo.
♦♦♦♦♦♦♦♦♦
Ni los guardias o la gente cercana hicieron algo al verme bajar en el centro del fuerte, no me atacaron ni me veían con malos ojos. Solo saludaron formalmente, tal vez se preguntaban qué hacía afuera, pero nada más.
Entré a la mansión junto a Kaira, el lugar era tan solitario como siempre. Fuimos a hacia la habitación de Avraliz, ahí era donde Ruina lo estaba sanando. La puerta estaba abierta, podía escucharse sus voces.
Me detuve antes de entrar, Kaira también esperó.
Todavía tenía miedo, el solo recordar a Avraliz en aquel estado me erizaba la piel. Además, no sabía qué decir. Ruina estaba ahí, tal vez iba a regañarme o no volvería a hablarme nunca.
—¿Qué pasa? —susurró Kaira—. Tienes que dejar esa costumbre de escuchar platicas ajenas.
—¿Eh?
Kaira arqueó las cejas, asintió un poco. Recordé la vez que escuché la conversación de Ruina y Avraliz luego del enfrentamiento con Murasashi. Así que ella sabía que los oí a escondidas.
—Ay, sígueme —dijo, tomando mi mano.
Cuando pasé el marco de la puerta, sentí como si me hubiera sumergido en suelo pantanoso. Moverme era difícil, respiraba un aire muy denso, no llegaba el suficiente a mis pulmones.
Un hombre y una mujer también estaban en la habitación. El hombre preparaba una porción de ungüento en una vasija sobre una mesita, la mujer aplicaba la mezcla suavemente por las quemaduras en el cuerpo de Avraliz, él estaba sentado en una silla.
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¿Mi deseo? ¡Ser el protagonista de este mundo!
FantasyEn la interminable lucha contra la mayor amenaza mundial, el próximo héroe debe ser aún más poderoso que el anterior. De lo contrario, Ulos y toda la vida que lo habita... morirá. Dos niños fueron entrenados desde temprana edad para ganarse el derec...