III

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El sol ya había avanzado en su trayecto hacia el centro del cielo. Había mucho calor. En las profundidades de La Grieta, muy pequeñas zonas quedaron libres de Miasma. El ritmo de los equipos era bueno, pero de ninguna manera íbamos a eliminar todo el mismo día.

Tal vez tomaría cinco días o más, eso dependía del estado de las tropas. Los guerreros tenían que descansar al menos un día antes de recibir más hechizos de refuerzo, ya que potenciarse tan seguido y por tanto tiempo insensibilizaba el cuerpo. Los guerreros podrían forzar los músculos, estirar sus articulaciones al límite y romperse los tendones sin darse cuenta.

Lo peor sería que no notarían cuán cerca estaban del agotamiento extremo hasta que fuera demasiado tarde.

—No me parece bien tomar ese riesgo —dijo Índigo.

Los rayos del sol se reflejaban sobre las gotas de sudor de las tropas.

—Tampoco a mí —dije—. Tal vez el Cardenal quiere disminuir el Miasma tanto como sea posible y hacerme bajar al cañón para cortar lo que falta.

Ese plan tenía varias fallas. El Miasma del cañón no tenía Núcleo, atacarlo con cortes de la potencia del rayo haría más daño al propio cañón que al Miasma. Sería tan eficiente como alborotar un panal de avispas y atacarlas con un cuchillo.

—¿No querrá hacernos bajar a los líderes también?

—¿Eso bastaría?

—Es... difícil visualizarlo.

«Héroe Matik».

No era Ruina, Miriam quería hablarme.

«¿Qué sucede?»

«Los equipos insisten con saber si tendrán que mantener posiciones por una hora más».

«Voy a preguntar, espera».

Índigo volvió a contactar con el equipo Lucido.

—¿Ocurre algo?

—Cardenal, ¿cuál es verdadera intención exigiéndole de más a los equipos? ¿Quiere que los líderes y yo bajemos después?

—Je, no te sobreestimes. Acabar con esto nos tomará tres días.

—¿Tres? Si los equipos se están quejando por turno doble, ¿no piensa que...?

—Si se quejan tanto, es porque no has usado tu autoridad. Envíales un mensaje definitivo. No habrá recompensa para quien no trabaje.

El Cardenal cortó, contacté a Miriam. No tenía pensado seguir su plan.

«Diles a los equipos de reemplazo que se preparen para ayudar».

«Sí, héroe Matik».

Índigo le transmitió el mensaje a Vinlef.

Los guerreros de reemplazo estudiaban bien el patrón de ataque del Miasma y de sus compañeros. Se preparaban para participar.

—Es una sabia elección reemplazar los equipos —comentó Índigo—, la cuestión es... ¿los dejará descansar y en tres horas cambiará de turnos otra vez?

—No se me ocurre nada mejor.

—Mmm, no...

—¡Ya les dije que no voy a cambiar!

¿Mi deseo? ¡Ser el protagonista de este mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora