Un acuerdo contigo

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Capítulo diez

No tuve la oportunidad de mirar la carta, ya que él pidió dos menús del día para nosotros sin demorarse, y agua para beber. No solo parecía demasiado controlador para mi gusto, sino que percibía su impaciencia.

—Por el hecho de que fui el primero, me gustaría saber si considerarías seguir haciéndolo; y en caso de que tu respuesta sea afirmativa. Necesitaría saber cuánto me costaría que lo hagas solo conmigo —indicó mientras se mordía el labio inferior.

¿Estaba nervioso o enojado? ¿Qué quería decir eso de él? Solo era un tic, ¿de esos que tenemos cuando deseamos que algo ocurra pronto? No supe distinguirlo, ya que la mesera llegó antes de que pudiera observarlo un poco más. Esta coqueteó con él y me miró como si yo no le pareciera la gran cosa. Me estaba faltando el respeto; sobre todo porque me había arreglado bastante, aunque yo sabía que no era muy buena haciéndolo. Sin embargo, más allá de lo chistoso que me parecía eso, me di cuenta de que él seguía con sus ojos negros fijos en mí. Al parecer, esperando una respuesta. Por lo que cuando la mesera dejó los platos y los cubiertos; y se marchó al fin, Pablo volvió a preguntarme qué se suponía que yo quería hacer en realidad.

¿Cómo era que había terminado metida en ese lío? Sin saber cómo aproveché la situación para preguntarle.

—Si yo decidiera no hacerlo más... ¿Cuánto tardarías en ir a buscar a otra mujer cómo lo venías haciendo? —mis palabras parecieron sorprenderle.

Por supuesto, una mujer que probaba obtener tanto dinero de un hombre con solo una noche de sexo; querría más seguramente. Él estaba acostumbrado a que, aunque le dijeran que era la primera vez que lo hacían, esperaran seguir haciéndolo con él.

—No lo sé, no me plantee esa posibilidad todavía —dijo con sinceridad.

—¿Por qué te llamo tanto la atención? ¿Por qué sería especial para ti si solo soy una más con la que te has acostado? —pregunté mientras miraba cómo seguía mordiendo su labio inferior como si tratara de quitarse algo con los dientes de arriba. Ambos estábamos tensos, para mí no era fácil estar cerca de alguien con quien tuviera tanta química sexual.

—Voy a serte sincero, normalmente si me gusta alguien con quien he estado de esta manera. Hablo esto con la agencia y le pregunto; si la persona que me interesa sale con alguien más, y cuánto me valdría que el tiempo de sí misma que está dispuesta a vender sea solo para mí. Por lo que es la primera vez que hago esta clase de trato directamente con la persona con la que me interesa seguir relacionándome.

—No ha contestado a mi pregunta. ¿Por qué yo? —fui algo más insistente.

—¿Por qué no? Me gustó lo que pasó anoche y quiero repetir —dijo como si no le pareciera mal contratar a alguien para algo como eso.

—No sé si yo quiera repetir. Escuché que le gusta otro tipo de cosas las cuales no estoy dispuesta a hacer; ni por dinero, ni por amor, ni por placer —le aclaré.

—Por eso quería saber que habías hablado con Lena. Lo que ella vio ese día, esa situación —dejó de hablar por un momento como si algo lo perturbara, pero luego continuó—. No sería capaz de hacerte eso. Así que sí estás de acuerdo en continuar esta charla, preferiría hacerlo en mi oficina. Si no te parece en la de mi casa, podríamos hacerlo en la que conociste en el club, como tú prefieras.

¿De verdad estaba negociando mi cuerpo con un hombre en un bar en el almuerzo? ¿Qué era lo que tenía en mi cabeza? ¿Qué era lo que me estaba pasando para ser tan tonta? Si bien estaba segura de que no lo volvería a hacer con él, me daba mucha curiosidad descubrir porque un hombre tan atractivo era capaz de pagar semejante cantidad de dinero para estar con una mujer. Siendo que muchas de ellas, incluida yo, éramos capaces de hacerlo de manera gratuita.

¿Por qué necesitaba ese control? ¿Por qué debía volver a la mujer un objeto que podía comprar? Esas preguntas me invadieron, pero no pude hacerlas. Le di las gracias por la invitación a comer, pero mentí diciéndole que no me sentía bien de salud.

—Deseo volver a la casa de Lena —pensé que después de escucharme decir eso se molestaría conmigo, por hacerlo ir hasta ahí y pedir la comida en vano.

Sin embargo, se ofreció a llevarme y tras dejar el dinero sobre la mesa sin siquiera cancelar el pedido; tomó mi mano y fuimos hasta donde estaba su coche estacionado. Esta vez no pude decirle que no, ya le había mentido varias veces. Sin embargo, una vez que llegamos frente al departamento de Lena, cuando abrí la puerta, él me pidió que esperara.

—Se nota que al ser la primera vez te resulta difícil, pero quiero que sepas que esto no se trata del sexo sino de la compañía, y me gusta la tuya. Eres una chica graciosa, simpática, inteligente, hablas bastante y no te dejas intimidar; me agrada una persona así. Por lo que si aceptas negociar conmigo te aseguro que podrás conocer el lugar que tú quieras, te llevaré a las muestras de arte en cualquier parte del mundo, lo que desees, lo digo en serio. El arte es un gusto que ambos, al parecer, compartimos. Y no me pasa eso seguido. Por lo cual espero que puedas meditar y analizar un poco más mi propuesta —después de decirme eso, bajé de su coche y entré rápido al departamento de Lena. Me temblaban las piernas y me sudaban las manos. Estar cerca de él no me era fácil.

Cuando llegué a la cocina me encontré con mi amiga quien estaba preparando el almuerzo y me sentí agradecida, en verdad tenía mucha hambre. Me preguntó cómo me había ido con Isaac y su familia; le dije que bien y no pude evitar hablarle de Pablo.

—¿Pablo, el dueño del club? ¿Qué fue lo que ocurrió? —parecía interesada. Me miró asombrada durante mi relato. No esperaba que me siguiera buscando; o tal vez sí, ya que hizo un gesto extraño. ¿Qué sabía de él y no me había contado aún?

—Mel te conozco. No pongas esa cara, ¿no estarás pensando aceptar la propuesta de ese tipo? —su pregunta me hizo darme cuenta de que si lo había hecho. 

¿Estaba demente por considerarlo? 

Autora: Osaku 

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