Unos días antes...

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Capítulo ciento cuarenta y seis – 

—Pablo, ¿estás bien? —preguntó Melanie después de que este entrara a la bañera con ella.

—Sí, es solo que otra vez vino Ángela a verme —dijo él y besó en los labios a su esposa.

—¿No vino hace dos días? —preguntó Melanie mientras le devolvía el beso.

—Sí, aunque le dije que tú y yo estamos casados, insiste en buscar excusas para acercarse a mí. No entiende que la única razón por la que la ayudo es por Frida —indicó él y acarició la mejilla de su esposa.

—¿Puedo hacerme cargo de eso? —preguntó ella sintiendo cómo la erecci*n de su esposo rozaba su cuerpo.

—¿Quieres hacerlo? —preguntó Pablo confundido. Melanie sonrió mientras subía sobre él—. No pongas esa cara o nuestra conversación concluirá aquí.

—Cuando vuelva llámame y yo me acercaré a hablar con ella —dijo Melanie dejando que él entrara en ella.

—Ya no hablemos —pidió él tomando su rostro con las manos y devorando su boca.

Al día siguiente Ángela apareció de nuevo en la oficina de Pablo, sin embargo, fue Melanie la que la recibió.

—Buenos días —dijo Melanie y la invitó a sentarse.

—¿Dónde está Pablo? —preguntó Ángela descortésmente.

—Toma asiento, le pedí que me dejara hablar contigo —dijo Melanie y le ofreció beber algo.

—No tengo nada que hablar contigo —dijo la mujer con descaro.

—No soy de entrometerme en los gustos de las personas, puedes vestirte como gustes. Es tu derecho, pero pareciera que llevas estos vestidos que dejan poco a la imaginación cada vez que vienes a ver a mi esposo.

—Su matrimonio es una farsa, ni siquiera puedo creer que él aceptara casarse contigo —dijo Ángela despectivamente.

—Escucha, sé que estás acostumbrada a tratar con mujeres como Cielo, Diana y Marcia. Sin embargo, quiero dejarte claro que yo no soy como ellas. Aun así, debo advertirte, que, si no cambias tu trato para conmigo, puedes estar segura de que la dirección de la sucursal de los Pirca será encargada a otra persona —le indicó Melanie mientras les servía té a las dos ignorando la negativa de Ángela.

—¿Quién te piensas que eres? —preguntó Ángela poniéndose de pie.

—Siéntate si quieres conservar tu trabajo —dijo Melanie con un gesto severo—. No estoy obligada a contarte la razón, pero la nueva dueña de empresas tecnológicas Pirca soy yo. Cuando Pablo lo considere te explicará.

—Estás obligando a Pablo a estar contigo —dijo la mujer molesta.

—Claro que no, ¿tanto subestimas a mi esposo? —Melanie no pudo evitar sonreír.

—Entonces, ¿cómo? —preguntó Ángela.

—Eso no importa ahora —dijo Melanie y dejó la taza de té—. Quise hablarte porque creo que debes saber que Pablo no volverá contigo, ni siquiera por lástima —aseguró Melanie—. Lamento que sigas enamorada de un hombre que no siente lo mismo por ti. Es entendible ya que él es un hombre maravilloso, generoso, admirable, fuerte, extremadamente atento, podría estar todo el día hablando de sus atributos que seguro también conoces. Aun así, Pablo también tiene un lado oscuro, uno que tú no conoces y que solo les confía a las personas que tienen un lugar en su corazón. Es por eso que él no tuvo relaciones contigo cuando estaban juntos. Por lo que, por tu propia salud mental, te pido que tengas en cuenta lo que te dije a partir de ahora. Porque no seré tan paciente con lo que respecta a mi esposo.

—No te atrevas a decir algo así —dijo Ángela sin tomar asiento aún.

—No soy tu enemiga, entiendo que necesites a mi esposo para que Frida pueda tener un buen futuro y aunque aún no soy madre. Estoy segura de que haré lo que sea por mi hijo cuando este nazca.

—Frida ama a Pablo —dijo Ángela sin muchos recursos argumentales.

—Me encantará acompañarlo cuando nos permitas visitar a Frida, pero él no irá sin mí. De todas maneras, esta conversación se está volviendo monótona y aburrida. Así que, por favor, no sigas interrumpiéndome —Melanie se puso de pie y Pablo entró, este la besó y se sentó en su silla obligando a Melanie a sentarse en su regazo.

—¿Pudieron hablar? —preguntó Pablo y antes de que Ángela acusara a Melanie de amenazarla, él le señaló la silla—. Siéntate, por favor. Melanie tiene que decirte algo importante.

—Pablo, ella... —dijo Ángela, pero él le pidió que hiciera silencio.

—Gracias, amor. —Melanie besó a Pablo en los labios—. Como te decía, tengo algo crucial que hablar contigo. Al parecer, mi padre es Miguel Dinamo.

La sorpresa se marcó en el rostro de Ángela y la obligó a quedarse cayada.

—Por lo que Frida es mi media hermana. Para mí la familia es fundamental, así que decidí que haré que los Dinamo nos entreguen nuestra herencia y será administrada por ti.

—¿De qué hablas? —preguntó Ángela confundida.

—Tú serás la que se encargue de administrar los bienes de Frida y los míos —dijo Melanie sonriendo.

—Diana no te lo permitirá —dijo Ángela, aun incrédula—. Además, ¿Por qué lo harías? Ni siquiera te agrado.

—Diana accedió a negociar, sabe que una Pirca es hija de Miguel y quiere poder participar de los negocios con nosotros —dijo Pablo, feliz de que su esposa fuera tan generosa con su media hermana.

—No lo entiendo —Ángela estaba en modo ataque con Melanie y no podía comprender por qué ella querría ayudarla.

—Es sencillo, quiero que mi hermana tenga lo que se merece. No dejaré que Diana Dinamo se lo quite, ya que pertenecía a nuestro padre. Si tú administras nuestros bienes, estoy segura de que harás que todo salga bien. Yo no puedo ocuparme, por el hecho de que quiero ayudar a Pablo aquí —explicó Melanie—. Pertenecerás a la mesa directiva de los Dinamo, por lo que deberás dejar tu empleo actual, ya que habría conflictos de intereses si sigues. Igual solo renunciarás cuando pongas la firma en empresas Dinamo y no antes.

—Hemos conseguido a los mejores abogados, por lo que Diana no podrá seguir interponiéndose y al fin tú y Frida podrán estar tranquilas —indicó Pablo para ayudar a Melanie.

—Pablo, no sé cómo agradecerte —Ángela se puso a llorar.

—La idea fue de Mel, así que si quieres puedes darle las gracias a mi maravillosa esposa —dijo Pablo y abrazó a Melanie entusiasmado.

—Debemos ser un frente unido. Rafael y Leonardo ya firmaron el reconocimiento parental, al igual que Mauricio, solo queda presionar a Diana para que también firme —dijo Melanie y le dio un pañuelo a Ángela—. Miguel desearía que Frida tenga la mejor versión de su familia.

—Gracias —Ángela aceptó el pañuelo.

Autora: Osaku 

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