El verdadero señor Pirca

393 32 0
                                    

Capítulo cincuenta y tres

Después de dejar a Mel en la universidad me dirigí a hablar con el enemigo de Caín. Me recibió feliz, pensó que le iba a permitir vender drogas en mis clubes.

—Disculpa, no vengo por eso. Quiero que perdones a Caín por lo que te hizo —le indiqué de manera cortante.

—¿Por qué haría eso? Ese maldito no entiende los limites —dijo y tenía razón, Caín siempre quería romper las reglas.

—Me haré responsable de él. Si me haces ese favor, podemos hacer un acuerdo que nos beneficie a ambos —le aseguré.

—¿Me venderás uno de tus locales? —preguntó y me sorprendió. Ellos no tenían ningún lugar de elite en la ciudad.

Lo que él no sabía era que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de tener un favor de Caín, él no estaba consiguiendo que lo ayudaran. Aunque yo sabía que con el tiempo lo conseguiría si me debía algo a mi podría negociar con él de otra manera. No me gustaba meterme con esta clase de personas porque una vez que hacías tratos con ellos perdías la posibilidad de retirarte. Aun así, lo único que me importaba era la seguridad de Melanie, y ella no era una chica que aceptaría quedarse en mi casa o a mi lado todo el tiempo. Yo mismo no deseaba eso, porque si lo hacía no podría ni trabajar. Me había costado más de media hora bajar la erección que sus besos me habían provocado cuan do le llevé el almuerzo a su universidad.

—¿No te parece que pides mucho? Solo es Caín —sonreí.

—Lo sé, pero si vienes a mi es porque quieres tenerlo a tus pies. Algo te habrá hecho para que quieras poder controlarlo. Te aseguro que te traicionará sin importar que te deba un favor —me aseguró, algo que yo ya sabía.

—Es un viejo amigo, sería un favor personal —mentí.

Alguien vino y le dijo algo en el oído al tipo frente a mí. Pareció sorprendido y molesto.

—Mi jefe dice que Caín ha regresado. Y quiere que lo asesine —dijo y sonrió—. ¿te interpondrás?

—¿Te molesta si hablo con tu jefe antes? —le pregunté y trajeron una pantalla. Al parecer había aceptado, una video llamada se inició y una bella mujer me miró sorprendida.

—Nunca pensé que serias tu quien viniera a mí para pedir que perdonara a Caín —dijo ella y sonreí.

—Disculpe que le hable de este modo, pero Caín tiene más vidas que un gato. Si volvió es porque está seguro de que puede superar esto —dije tratando de ser respetuoso con la mujer.

—Aun así, quieres que lo perdone. ¿Podrás controlarlo? —me preguntó molesta.

—No, estoy seguro de que no lo haré. Aun así, es la última ofrenda de paz que voy a ofrecerle. Después de eso sino acepta voy a dejarlo en sus manos e incluso los ayudaré a eliminarlo —aseguré.

La mujer hizo una señal y quedamos solos en esa habitación, aunque ella estaba detrás de una pantalla se notaba lo que quería.

—¿Por qué no viniste a verme en persona? —me preguntó.

—Tu y yo no tenemos nada de qué hablar —le recordé.

—¿No me temes? —preguntó sonriendo, ella era alguien peligroso ahora—. Sin embargo, vienes a mí para salvar la vida de ese bastardo. ¿lo haces pro mi o por ti?

—Lo hago por la mujer que amo —dije y me miró sorprendida.

—¿Al fin te has enamorado? Me sorprendes —ella parecía divertida.

—¿Podemos terminar con esta reunión? —le pregunté incómodo. Hacia demasiado que no la veía y ya estaba harto de ella.

—¿Qué te pidió mi subordinado? —preguntó algo molesta.

—Uno de mis clubes —le indiqué.

—Dos, danos dos de tus clubes y tienes un año. Si Caín antes de ese tiempo vuelve a meterse en mis asuntos lo asesinaré —dijo y le di las gracias y me puse de pie—. Espero que ella valga la pena y no sea como la anterior.

—Lo vale —aseguré y me marché.

Fui al pent-house de Caín e hice que me anunciaran. Me llevaron y al verme sonrió.

—Te esperaba hace semanas —dijo riendo y ofreciéndome una copa.

—Te fuiste —le dije cortante.

—Es que no me permiten expandirme. De todas maneras, me han dicho que tú fuiste a hablar por mí. ¿Desde cuando quieres mi favor? ¿Será por la niña que vienes ocultando de mi hace meses? —Caín parecía estar más enérgico de lo que esperaba.

—¿Aun te drogas? —le pregunté y sonrió.

—Solo con la mejor —dijo y se sentó. No supe distinguir si estaba nervioso o pasado de droga—. Aquí me tienes Pablito. Dime, ¿Qué puedo hacer por ti?

—Quiero que me dejes en paz —le espeté.

—Que yo recuerde hace años que no me meto contigo —dijo como si no lo supiera.

—Te metiste con Lena, es como meterse conmigo —le aclaré aun de pie.

—Vamos Pablo, esa puta no te gusta. En cambio, sé que su amiga te volvió loco. Dime, ¿te la cogiste como la primera vez a Cielo? Me dan ganas de probarla —quería provocarme y no iba a caer ante sus estupideces.

—No tiene que ver con ella —dije, y él se puso de pié con el odio marcado en el rostro.

—Todo tiene que ver con ella. Desde que la abandonaste y no lo soportó ella es la razón de mi existir. No dejaré que vivas en paz nunca incluso después de que mueras, sin necesito contratar a alguna bruja para que te deje en el limbo para que sigas sufriendo lo haré —dijo Caín furioso.

—Ella no se suicidó por mí y lo sabes —le largué.

—¿De qué hablas? Tú fuiste quien la dejó. Por tu culpa su corazón se rompió —Caín estaba fuera de sí.

—Hacía más de un año que no nos veíamos. Ella estaba contigo, tu debiste cuidarla, tú eras la razón por la que ella no se casaba conmigo y lo sabes. ¿Con quién se fue las dos veces que canceló nuestra boda? Hazte cargo de lo que hiciste y déjame en paz. Porque hasta ahora me comporté, pero si vuelves a tocar algo de lo que me importa haré de tu vida un infierno en la tierra —le aseguré, no pensaba comportarme así. Pero no pude soportarlo.

—¿Te atreves a venir a mi casa, y amenazarme delante de mis hombres? —parecía seguro de sí mismo.

Chasquee los dedos y quienes me estaban apuntando a mi ahora le apuntaban a él.

—No eres el único que puede infiltrar personas, recuerda que si sigues vivo es porque a mí no me importas. Cuando hagas algo en mi contra no importa dónde te escondas, te encontraré y todo llegará a su fin —dije y mis hombres comenzaron a salir de la sala. Alguien entró sin esperar y le dijo algo al oído a Caín.

—¿Destruiste mi casa en Alemania? —me preguntó sorprendido.

—Le rompiste una pierna a mi amiga. Agradece que no lo hice mientras tú estabas dentro.

Autora: Osaku 

Ponle la firmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora