Mi héroe

598 43 5
                                    

Capítulo diecisiete

—Disculpe, solo soy una mesera, iré a avisar que necesita que una de las chicas se acerque —dije tratando de contener la rabia y el temor que sentía.

—No has entendido, no necesito otra. Solo quiero que seas tú la que me la chupe. Así que ven aquí —dijo, pero le metí un rodillazo en la entre pierna y salí corriendo.

No me importaba si me echaban, no dejaría que un desgraciado como ese abusara de mí. Mientras trataba de salir del sector vip por un pasillo angosto y poco iluminado me tropecé y alguien tomó mi mano.

—No, no me toque —dije con los ojos llenos de lágrimas. Ya no podía sentirme valiente.

—Cielo, ¿qué haces en este lugar? —la voz de ese hombre hizo que me estremeciera, como siempre. Lo miré y su rostro se contrajo, parecía enojado.

—Estoy trabajando —dije y me acomodé la ropa como si no pasara nada.

—¿Prefieres trabajar en un antro como este a pasar tiempo conmigo? —preguntó con sorpresa—. ¿Te gusta lo que hacen aquí?

—No —dije sabiendo que me malinterpretaría. Quien te ve como puta nunca dejará de hacerlo, recordé.

—¿No a qué? —parecía que esperaba una respuesta.

—Solo soy mesera —dije y Gabi apareció detrás de mí.

—¿Complaciste al cliente, Mel? —ella parecía disfrutar de verme desalineada.

—Aún no me siento satisfecho —dijo Pablo y ella lo miró.

—Señor Pablo , yo puedo ayudarlo si lo desea —la maldita estaba tratando de coquetearle.

—Prefiero continuar con ella —tomó mi mano para obligarme a entrar en el vip cinco.

—Suéltame, lo que dijo ella no es cierto, no estaba haciendo eso —dije y me di cuenta de que no estábamos solos. Había dos hombres más que al verme sonrieron.

—¿Desde cuándo volviste al ruedo Pablo ? —preguntó uno de ellos desajustándose la corbata.

—¡Largo! —gritó como si le estuviera dando una orden a un animal. Pensé que se molestarían con él, pero los tipos salieron disparados.

—Dijiste que no lo volverías a hacer —dijo mientras me hacía sentarme en el enorme sofá que sus amigos habían abandonado.

—¿Desde cuándo debo darle explicaciones a usted? —pregunté algo molesta, aunque lo que más me dolía era haber caído en la trampa de Gabi.

—¿Cuánto necesitas? —su pregunta me sorprendió y me molestó por cómo lo dijo—. Pasa el resto de la noche en mi casa conmigo y te daré la cantidad que quieras.

Este tipo estaba demente. ¿Se había obsesionado conmigo? ¿Cómo era capaz de darme lo que le pidiera solo por pasar la noche con él?

—Te daré el doble que la vez pasada —dijo y lo miré impactada—. Solo salgamos de este lugar ahora mismo. No soporto como se te impregna el olor de esos tipos.

Muchos podrían decir que era una elección fácil, debía ir con él un par de horas hasta el amanecer y tendría el dinero para pagar mi matrícula y la de Lena, por lo que nos faltaba hasta que nos recibiéramos. Incluso podríamos arreglar el piso donde viviríamos ahora. Y solo tenía que estar con él, un tipo que me estremecía con únicamente hablarme. Sin embargo, empezaba a darme miedo como actuaba. ¿Qué tal que me hiciera daño? Mi vida valía mucho más que eso.

—Cielo, sigo esperando —dijo sin tocarme, besarme o hacer algo. Él parecía respetar mi espacio a diferencia de los tipos que había atendido en ese club.

—¿Y mis clientes? —no supe que más preguntar.

—Hablaré con el dueño, yo me encargo de todo —dijo y tomó mi mano para que saliéramos por lo que parecía otra puerta. Al parecer, los vips tenían otra entrada para que los demás no los vieran ahí.

—Mi ropa —dije al darme cuenta de que llevaba puesto el traje del club.

—No te preocupes por nada —dijo y me abrió la puerta de un coche rojo. Era otro, este parecía más llamativo.

—¿Tus amigos, los dejarás? —pregunté y me contó que no eran sus amigos, sino posibles inversores para su empresa. ¿Así los trataba?

—¿Por qué te mudaste? —me preguntó y lo miré sorprendida. ¿Cómo sabía que me había mudado? Hacía solo dos días que no estábamos ahí.

—Alguien entró al edificio y lastimaron a Lena —dije y me miró sorprendido.

—¿Lo dices en serio? —me preguntó, parecía confundido.

—Sí, entraron a robar y Lena justo regresaba. Los encontró y la golpearon, se fracturó una pierna. —Eso es terrible. ¿Encontraron a los culpables? —no me di cuenta de que ya habíamos llegado a su departamento. Estar cerca de él hacía que me perdiera y olvidara el tiempo.

—Aún no, la policía tomó huellas, pero los tipos taparon las cámaras de seguridad. Sabían lo que estaban haciendo. Por lo menos es lo que dijo el oficial que está a cargo del caso —le conté mientras bajábamos.

Noté que el coche gris estaba al lado del rojo del que habíamos descendido. Al parecer, tenía un mal concepto de él. Si era ostentoso, pero dependía de a donde fuera. El coche rojo tenía el escudo con un caballito. Me parecía que a mi ex le gustaban esos coches, pero decía que eran costosos. Al subir al ascensor noté que no apretó el último botón como la primera vez, esta vez presionó el quinto. ¿Su casa tendría más de dos pisos en el edificio?

—¿No vamos a la piscina? —pregunté para hablar de algo, estaba muy serio y callado.

—No, necesito calmarme un poco y de la única manera que lo logro hacer es cocinando y escuchando música —dijo y me miró—. También hay otra forma, pero por ahora es mejor que no.

Me quedé mirando a los costados, como si la incomodidad necesitara buscar asilo en algún otro lugar.

—Pasa —dijo al abrirse la puerta del ascensor.

¿Esa era su cocina? Era enorme, parecía la cocina de un bar, y había una barra en medio con sillones altos para los comensales. Entraban seis personas cómodas. Sin embargo, a mi derecha había un comedor enorme como para doce personas como mínimo; y al otro lado, a mi izquierda un living del tamaño de nuestro nuevo piso. Todo, absolutamente todo, tenía una ambientación moderna, menos las paredes, las cuales tenía distinto tipo de cuadros.

—Mi dios, esto no es posible —dije y me tapé la boca—. Es una copia. Si fuera el original estarías en prisión.

Autora: Osaku 

Ponle la firmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora