Da Vinci, el cruel

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Capitulo veintidós

Mi móvil había sonado por lo que abandoné la comodidad de los brazos de Pablo y el calor de la ducha por ir a atender. Me di cuenta que eso le molestó por lo que tuve que explicarme.

—Puede ser Lena —dije para que no se molestara, ya que noté su expresión. De todas maneras, necesitaba alejarme un poco de él.

—Hola, Lena —dije sin mirar el móvil.

—Mel, soy Leo. En media hora será la clase, bajé a ver si estabas y no te encontré.

Mierda, las clases particulares eran hoy. Me había olvidado por completo. Le había dicho que aceptaba, por lo que cerró el cupo conmigo.

—De verdad lo siento —dije y miré a Pablo salir del baño como la vez anterior.

—No te preocupes, aún tienes tiempo. Te espero. Saludos —dijo Leonardo y colgó.

—¿Pasa algo? —preguntó Pablo al notar que empezaba a secarme.

—Sí, olvidé que tengo una clase muy importante y debo irme.

—¿Hoy? —preguntó él confundido.

—Sí, sé que dije que me quedaría, pero apenas nos estamos mudando con Lena. Y ya que quedó claro que mi cuerpo lo puedes tener sin pagar, ¿qué tal si nos juntamos otro día a charlar con más comodidad?

—Veré mi agenda y te escribiré. ¿Te parece? —me preguntó y su expresión se relajó un poco. —Por supuesto —dije mientras me colocaba las bragas.

—Espera, te traeré ropa limpia —dijo y después de desaparecer en el ascensor por el tiempo que tardé en secar mi cabello, llegó con un vestido azul marino y unas bragas que hacían juego.

—¿Y esta ropa? —pregunté.

—La ropa interior es nueva, la compré después de que rompí las que trajiste la primera vez —me explicó y decidí no preguntar por el vestido—. Te llevaré a tu clase.

Recordé lo que Lena me había pedido, que nadie supiera dónde vivíamos, por lo que le pedí que no se preocupara y tomé un taxi, después de que nos despedimos. ¿Cómo le diría a Lena que no tenía el dinero y pensaba seguir viendo a Pablo ?

—¿Ese es el lugar donde murió esa chica? —escuché preguntar a uno de mis compañeros.

—No, ella murió en el hospital —respondió otro y entré.

—Disculpen por llegar tarde —dije y todos miraron en mi dirección.

—Mel, adelante. Te estaba esperando para comenzar.

Después de bajar del taxi decidí ir a buscar mis cosas antes de subir al piso de Leonardo. Y me demoré un poco en encontrarlas entre tanto desorden. Nos habían traído todas las cosas que eran de Lena del anterior departamento, pero al no estar las dejaron en cualquier lado.

—Bueno, ahora les explicaré de que va este curso —dijo Leonardo y se paró en el medio del salón.

Su casa tenía muchas cosas interesantes. Donde estábamos nosotros se notaba que era la sección donde pintaba y era un caos creativo, diría una de mis profesoras. El resto, dentro de lo que dejaba ver parecía otra cosa. Con un aire minimalista, aunque se notaba que sus muebles eran costosos.

—Y finalmente todos deben pasar a este lugar, para que otros dibujen lo que ven desde su lugar. Y como saben que trabajaremos desnudos, es así que deberán estar aquí. Sé que al principio puede darles vergüenza por lo que la primera vez seré yo quien posará para ustedes, sin embargo, esta clase es privada por lo que no se permiten teléfonos ni que se lleven sus trabajos hasta no terminar el curso. Por otro lado, quien no se anime a mostrar una parte íntima de su cuerpo puede posar con estas mayas —dijo Leonardo y nos mostró una tela color piel—. Todos están aquí por voluntad propia, pero deben tomarse en serio estas sesiones y no pueden faltar a ninguna sin una buena explicación. Los turnos serán al azar y, ya que soy docente de todos ustedes; les recuerdo que esto será parte de su nota. El simple hecho de asistir a todas las clases de este curso les garantiza que aprobarán mi materia, depende de cuánto se esfuercen aquí y en clase para saber la nota.

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