El señor Picasso

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Capítulo tres

Mientras yo estaba en la puerta del baño tratando de mostrarle al mundo que era feliz sin ese maldito de mi ex. Mintiéndome a mí misma, asegurándome que no lo hacía por él, sino por mí, una figura se dibujó detrás de mí.

—Disculpa, ¿eres la amiga de Lena? —preguntó una voz que de solo escucharla hizo que me estremeciera como si una fresca briza me acariciara.

—Hola —dije como una tonta al ver a ese adonis. Estaba claro que había rodado por las escaleras por la borrachera que no lograba identificar y me había muerto, seguramente estaba por entrar a las puertas del cielo, y este ángel de camisa negra venía a recibirme. Aunque no se notaran sus alas, tenía la certeza de que las escondía detrás de esa enorme espalda.

¿Por qué tenía que ser tan imponente? De solo ver su rostro, al cual accedí tras casi romper mi cuello por mirar hacia arriba, imaginé que mi final sería encantador. Si sabía que al morir me encontraría con algo así, hubiera acabado con mi miseria antes.

Parecía serio ante mi expresión de sorpresa. Te daban ganas de sonreír con solo apreciar sus encantadoras facciones. Era como esos malditos e hipnotizadores tipos de las revistas que liberaban testosterona con solamente mirar a la cámara.

Volví a la realidad sin desearlo al sentir cómo tomaba mi mano por la muñeca. ¿Sería uno de los hombres de seguridad? No podía ser, porque si no estaría en la puerta atrayendo mujeres desesperadas como yo, que serían capaces de darlo todo por escuchar un par de palabras de esos labios. Si yo fuera el dueño del lugar no permitiría que este monstruo sensual se escondiera entre las sombras del interior del club.

—Ven —él empujó mi mano para que subiera al segundo piso.

Por supuesto que me negué y le dije que debía ir por Lena, aunque no sé si pareció eso, ya que me temblaba la voz cuando lo veía a los ojos.

—Dicen los chicos de la barra que tu amiga se tuvo que ir por una emergencia, te dejó las llaves de su departamento con Abel. Por lo que no hay apuro en que bajes por ellas ahora, supuse que no te querrías ir sin antes verme —explicó el hombre seguro de que esa era mi intención. La cual no estaba dispuesta a refutar en este momento.

Aunque no deseara verle el trasero, lo hice y lo disfruté como nunca. De niña me habían enseñado que no era posible tenerlo todo, por eso estaba segura de que este tipo no pertenecía a este mundo. Mientras me convertía en una degenerada, él me hacía atravesar una puerta de metal que nos llevó a una especie de sala vip que también era de color rojo.

Sin embargo, al ver con más detenimiento la decoración no pude evitar mirar los cuadros en las paredes. Me sorprendí al notar uno en especial, era el retrato de una mujer desnuda y aunque no se veían sus senos; ya que los cubría su cabello. Lo que más me impactó fue el parecido que esa chica tenía conmigo, sus rasgos faciales eran muy similares a los míos.

—¿Te gusta? —preguntó él acercándose por detrás, algo que hizo que me estremeciera—. Lo pintó un amigo mío.

¿A caso él no notaba que esa chica era una copia mía? Traté de seguir mirando el lugar para no caer en la arrogancia de decirle que su amigo había plagiado mi rostro. Seguramente era un pintor famoso y mi cara era más común de lo que yo podría pensar.

—¿Puedo saber tu nombre? —preguntó mientras me pasaba un vaso de agua con dos cubos de hielo.

—Soy Mel —indiqué mientras me acercaba a un tapete colgado que parecía de china del siglo quinto después de cristo.

—¿Solo Mel? —preguntó sonriendo.

Esas facciones, si no tuviera tanta vergüenza, me acercaría a tomarle un par de fotos con las que después me tocaría con las piernas abiertas. Maldición, debía tener que pagar una multa por ser tan hermoso. Maldito tipo con buenos genes.

—Si —Debía evitar mirarlo para poder seguir respirando.

No sé si alguna vez les ha pasado; que ves a alguien que te parece tan hermoso que tienes que dejar de verle porque sientes que como lo hacía medusa y convertía en piedra... este sería capaz de desnudarte con la mirada y hacerte pasar el momento más vergonzoso del mundo. Pues así, exactamente así me sentía yo en ese momento.

—Ok, solo Mel. Por si te interesa saberlo, soy Pablo —no pude evitar mirarlo cuando dijo eso. ¿En verdad se llamaba como mi artista favorito?

—Todo aquí se ve muy bien preparado. ¿Este sitio es especial para ti? —le pregunté y su sonrisa me atravesó.

—Para nada, es solo el piso que uso para alardear de mis gustos. Si deseas ver un lugar que es especial para mí deberías venir a mi departamento —dijo y no pude creerlo, ¿ese tipo me invitaba a su casa?

—Estoy quedándome con Lena, por lo que será mejor que vuelva pronto porque si no, no podrá entrar —dije sabiendo que estaba perdiendo mi oportunidad con él.

—Envíale un mensaje y tu ubicación para que sepa que te vienes conmigo. Ella sabe dónde vivo. Es solo para que te quedes tranquila de que sabrá dónde estamos —dijo, pero me negué y le devolví la copa.

No estaba tan loca como para ir a otro sitio con un desconocido. Hasta que Lena me encontrara podía terminar hecha pedacitos en un cesto de basura. Él pareció divertido con mi comentario, no me di cuenta de que lo dije en voz alta.

—Entonces sentémonos y dime que te trajo a mi club —indicó y me hizo espacio en un sofá a su lado.

—Mi novio me engañó con mi prima —empecé a contarle mi historia, él solo me miraba mientras yo hablaba como una cotorra.

—¿Llegaste al departamento que compartían y él estaba haciéndolo con ella? Eso sí que es feo —dijo y su empatía hizo que me derritiera como mantequilla en el rayo del sol—. ¿Por eso decidiste hacer esto? ¿Es tu manera de vengarte o ya lo hacías antes?

Ahí fue el instanteen el que todo se volvió una gran confusión, ahora lo entiendo, pero en esemomento pensé que solo se refería a salir a un club con Lena.

Autora: Osaku

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