Tenemos un plan

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Capítulo sesenta y uno

Pablo había entrado en uno de los dormitorios de la enorme suite que había solicitado en su hotel, para él y sus amigos. Cuando Leonardo entró y cerró la puerta.

—Deja de culparte por lo que le pasó a Miguel. No subestimes su capacidad intelectual, él sabía perfectamente lo que hacía al meterse con esos tipos —le dijo Leonardo al darse cuenta de cómo Pablo se había puesto al ver el incendio.

—Tú dejaste de hablarme cuando eso pasó. No digas que no piensas que no tuve que ver con su muerte —le respondió Pablo, de manera que Leonardo se sorprendió—. No soy tonto, yo invité a Miguel a que fuera con nosotros al club. Fui quien le propuso falsificar pinturas. Prácticamente, le di la profesión y los contactos para que terminara de ese modo.

—Pablo... —Leonardo no sabía qué decir.

—Hice todo lo que estuvo a mi alcance para remediarlo. Sin embargo, Frida ya no tiene padre, y nunca lo tendrá de nuevo.

—¿Tú eres la persona misteriosa que ayuda a mi cuñada? —preguntó Leonardo confundido—. ¿Sabes que ella aún está enamorada de ti?

Ángela había sido la única chica con la que Pablo había salido antes de conocer a Cielo. Sin embargo, cuando este se negó a tener relaciones con ella. La muchacha se alejó y poco después quedó embarazada de Miguel, el hermano mayor de Leonardo. Pese a que tenían una hija juntos, nunca se casaron, por lo que al morir la niña no recibió la parte que le correspondía de la herencia de su padre y fue colocada en un fondo para cuando cumpliera dieciocho años. Esto lo hicieron sus abuelos paternos para obligar a Ángela a cederles la custodia de la niña. Ella fue a buscar a Pablo y le pidió ayuda. Por lo que desde entonces fue él quien se encargó de ayudar a la mujer y a la pequeña Frida.

—Le dije a Ángela que estaré cuando me necesiten ella y Frida, pero sabe que no puedo corresponder a sus sentimientos, nunca podría.

—Entonces la empresa en la que Ángela es directora pertenece a tu familia? —preguntó Leonardo al darse cuenta lo que eso significaba.

—Solo tú lo sabes, es una de las empresas que no está registrada a mi nombre o mi familia. Traté de mantenerlas lejos mío por temor a que Caín tratara de hacerles daño —aclaró Pablo.

—Debemos hacer algo, Caín no puede seguir atormentándote así —Leonardo estaba molesto.

—Estoy en eso —dijo Pablo mientras que marcaba un número en su móvil.

Mientras tanto, Lena y Melanie estaban desempacando cuando esta le preguntó a su amiga si se seguía viendo como Cielo.

—¿Esa fue la razón por la que te teñiste? —le preguntó Lena.

—Caín me miró de una manera horrible —dijo Melanie mientras habría el placar enojado.

—¿De qué forma? ¿Odio? —preguntó Lena.

—No, con amor y desesperación —ese hombre parecía haber visto a un fantasma.

—Mel...

—Era como si yo hubiera sido lo que lo sacaba de las sombras —Melanie, seguía hablando sin darse cuenta de que Lena se había detenido frente a ella.

—No, no lo hagas —dijo Lena sujetándola de los hombros.

—¿De qué hablas? —preguntó Melanie sorprendida.

—No veas algo bueno en él. Es un demonio, Mel, entiende lo que te digo. Un maldito manipulador, un desgraciado que solo te hará sufrir —Lena parecía fuera de sí. Sabía que Melanie tenía un corazón gentil, pero pensar en que Caín pudiera tener algo bueno era su peor error.

—No digas tonterías. Nunca defendería a un hombre que hizo que te lastimaran. Solo digo que así también me vio Pablo cuando nos conocimos. Creí que yo le había gustado, pero no. Solo ve a Cielo en mí —Melanie deseaba llorar.

—Deja de decir tonterías. Lo odio y eso lo sabes muy bien. Por lo que confía en mí si te digo que te adora, si yo lo noto, es porque es real —Lena había hecho mucho esfuerzo para no vomitar después de decir eso.

—Lena... Nada cambia al hecho de que me parezco a ella. Él me vio vestida de cierto modo y se espantó. Ella le hizo mucho daño y no puede dejar de recordarla cuando está conmigo.

—¿Y tú no lo comparas con Isaac? Esas son tonterías, si él la recuerda no es porque te parezcas a ella. Es porque estaba loca y lo hizo sufrir —Lena había visto el expediente de Cielo una vez que supo dónde buscar. La mujer manipulaba no solo a Pablo, sino también a Leonardo. Este último había hecho todos los cuadros que ella presentó como propios. Era una maldita estafadora.

—Entonces cambia sus recuerdos, crea nuevos en los que ambos sean felices —Lena deseaba morderse la lengua. Si bien no quería que Melanie estuviera con Pablo, estaba dispuesta a aceptarlo en la vida de su amiga, ya que ella se mostraba tan mal sufriendo por él.

—Lena, ¿aceptarías que saliera con Pablo? —Melanie pareció sorprendida.

—Si ese desgraciado te hace feliz, ¿quién soy yo para oponerme? —Lena amaba a Melanie, ella era la única que pese a todo seguía a su lado. ¿Cómo no querer que fuera feliz? Aunque mataría a Pablo si se atrevía a defraudarla.

—Te quiero —le dijo Melanie a Lena y la abrazó con fuerza. La opinión de su amiga era muy importante para ella.

—También te quiero —dijo Lena y golpearon la puerta.

Pablo había arreglado encontrarse con Caín en un evento cerca de ahí y quería que Melanie lo acompañara. Lena pensaba que era una mala idea dejar que Caín volviera a ver a Melanie ese día.

—Debemos recuperar la ventaja, desconcertarlo —indicó Leonardo.

—¿Y si secuestra a Mel? —preguntó Lena, molesta con los dos.

—Estaremos vigilando todo el tiempo —Leonardo le lanzó un vestido a Lena.

—Mel, ¿tú quieres ir? Si no lo deseas, dilo y soy capaz de golpearlos con las muletas hasta dejarlos medios muertos —Lena trataba de ser simpática, aunque quería ahorcarlos.

—Está bien, Caín no dejará de torturarnos hasta no verme de nuevo. Tal vez pueda aplacar su furia —dijo Melanie y Pablo tomó su mano.

—No, no intentes convencerlo de nada ni le des esperanzas. Debemos dejar claro que somos una pareja. Si le tienes piedad caerás a su merced... ¿Entiendes? —Pablo no quería que Melanie se expusiera. 

Autora: Osaku

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