Un nuevo plan y los celos de Cielo

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Capítulo ciento setenta y cinco

—Tranquila, solo serán unos días —dijo Caín a Lena para calmarla.

—¿Y si Leonardo no quiere volver conmigo? —preguntó Lena preocupada.

—Él te ama, te recibirá con los brazos abiertos —dijo Caín sacando una almohada de la cama y colocándola en el sofá.

—Debí ir a dormir con Alondra o Jana. —Lena nunca había estado tan asustada.

—Si tu padre descubre que le mentí, no tomará ese avión —le recordó Caín.

—¿Y si Leo no me perdona por esto? —preguntó Lena sentada en la cama de Caín.

—Si Leo pudiera habría asesinado el mismo a tu padre. Por lo que debes calmarte un poco.

Caín le había ido a contar a Lena que mientras buscaba a su padre, el hombre se acercó a él. Después de haber visto la actitud que Caín tuvo, pensó que podía manipularlo. Le ofreció ayudarlo a que Lena se separara de Leonardo a cambio de que lo sacara del país, sin saber que Caín esperaba torturarlo. Sin embargo, aceptó y escuchó todo lo que ese maldito le decía. Y después de revelarle un par de cosas de la infancia de Lena, le pidió que le consiguiera documentos falsos y un vuelo lejos de ahí.

Por lo que Caín hizo lo que él pidió y le aseguró que usaría la información que él le había dado para separar a Lena de Leonardo. Por lo que al volver al hotel le contó todo a ella y le preguntó si quería que su padre muriera.

—¿De qué hablas? —preguntó Lena, confundida y preocupada por Leonardo.

—Tu padre me pidió un boleto de avión para huir. Puedo darle uno a Canadá o a China, con un regalo en el equipaje que hará que no pueda regresar. Pero si lo envío a Canadá será solo cadena perpetua, en cambio, si va a China será pena de muerte —le explicó Caín.

—¿Me estás pidiendo que decida? —preguntó Lena sorprendida.

—Odio a mi padre, pero no pude asesinarlo cuando tuve la oportunidad a los trece. No quiero que tú me odies por decidirlo por mí mismo —le dijo Caín y ella lo miró seriamente.

—¿Qué quieres a cambio? —preguntó ella.

—Para que esto resulte debes dejar a Leo, solo hasta que tu padre haya abordado el avión. Será un máximo de dos días —le indicó Caín—. Si él acudió a mí es porque nadie quiere ayudarlo. Sin embargo, sabes que la policía es muy corrupta aquí. Por lo que lo mejor será enviarlo a un país donde no lo conozcan y la justicia sea más severa que la nuestra.

—Lena, si no quieres hacerlo puedes volver a tu cuarto con Leo —dijo Caín, haciendo que ella dejara de recordar la conversación que habían tenido horas atrás.

—Está bien. Solo temo que él no me perdone —dijo ella y se recostó en la cama.

—Lo hará —le aseguró Caín haciendo lo mismo en el sofá.

—¿Cómo estás tan seguro? —preguntó ella.

—Si te ama, perdonará esto, y lo sé porque también te amo, y sería capaz de lo que sea por ti —dijo Caín, y luego se dio vuelta y cerró los ojos.

Lena se quedó sorprendida. ¿Caín le estaba diciendo que la quería?

Al otro día todos se encontraron en el hospital a la hora de visita para ver a Melanie y hacerle los estudios para confirmar si podían ser donantes. Milton fue con Jana, Rafael con Alondra, Leonardo solo y Caín con Lena.

—Tranquilo —le dijo Rafael a su hermano.

—Voy a romperle la cara en cuanto se aparte de Lena —aseguró Leonardo, no podía creer que Caín fuera tan ruin de aprovechar que él y Lena habían peleado.

—Hola —dijo Cielo entrando a la sala de espera. Al ver que Caín estaba conversando con Lena y que ni siquiera le prestó atención, se molestó.

—Bueno, ¿están todos? —preguntó el médico al ver la sala.

—Si —dijo Pablo, quien lucía cansado.

—Bien, analizamos a los donantes y por suerte uno es compatible —dijo el médico y Pablo suspiró—. Cielo, ¿puede entrar al consultorio conmigo? Le contaré cuáles son los procedimientos que le haremos para la cirugía —dijo el médico sorprendiendo a todos. Nadie esperaba que Cielo fuera la única que pudiera donarle un riñón a Melanie.

Ella entró molesta, no le gustaba ver a Lena tan cerca de Caín. Aun así, no le quedó otra opción que esperar. Primero tenía que hablar con el médico.

—Anoche, casi me haces perder la cabeza —dijo el médico y empezó a besarla en el cuello.

—Espera, arruinarás mi maquillaje —le dijo ella apartándolo.

—Cielo, me pediste que quitara a los otros donantes porque quieres ser tú la que le dé ese riñón a tu hija. ¿Sabes lo que cuesta falsificar datos? Necesito que me recompenses —dijo el médico bajándose los pantalones y acariciando el trasero de la mujer.

—Está bien, pero házmelo aquí —dijo ella y le mostró el escritorio.

La verdad era que Milton, Rafael y Leonardo también eran compatibles con Melanie. Sin embargo, podía llegar a necesitar otro donante en el futuro. Por lo que Cielo prefería ser ella quien le diera uno de sus riñones a su hija. Además, su contextura física era la más parecida.

Una vez que terminó con el médico fue a ver a su hija quien dormía. Así que decidió resolver un par de asuntos pendientes. Y fue hasta el hotel donde todos se estaban hospedando y una vez que supo cuál era la habitación de Caín, se paró frente a su puerta y golpeó.

—¿Sí? —preguntó la voz de una mujer que resultó ser la de Lena.

—¿Qué haces tú aquí? —le preguntó Cielo molesta.

—Caín está en la ducha —le dijo Lena sin responder a su pregunta.

—¿No te basta Leo? —le preguntó Cielo tratando de molestarla.

—Lo dice la que se acostaba con los tres amigos —espetó Lena con una sonrisa de ironía.

—¿Es la comida? —preguntó Caín saliendo de la ducha llevando unos pantalones y el torso desnudo—. ¿Cielo?

—Iré a ver a Mel —dijo Lena y salió del cuarto.

—Está bien. Avísame si necesitas algo —dijo Caín algo preocupado.

—Estoy aquí. ¿Seguirás mirándola a ella? —preguntó Cielo, furiosa. 

Autora: Osaku

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