Todo por ella

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Capítulo setenta y uno

—¿Qué le pasa a esa chica? —preguntó Marcia burlándose de Melanie delante de Leonardo.

—¿Te molesta que Pablo prefiera perseguirla a ella que a ti? —Leonardo sonreía después de ver lo que su comentario le hacía a la muchacha que se mostraba confiada.

—¿De qué hablas? —preguntó Estefany al notar que Pablo aún no volvía—. Si Pablo no la presentó como más que una amiga es porque no le interesa.

—Ella no quiere ese título, si fuera por Pablo ya vivirían juntos —espetó Leonardo—. Así que háganse a la idea que el trato de hoy, si se efectúa, será solo por ella.

—Pablo, volviste —Marcia parecía feliz.

—Marcia, sal del lugar de Melanie, por favor. Si quieres siéntate al lado de tu madre —ordenó este con seriedad. Estaba muy enojado, lo que me nos deseaba era hacer sufrir a Melanie, y había notado lo tensa que ella estaba. Por lo que cerraría el trato y dejaría la fiesta.

—Sería mejor que nos tuvieras cerca a ambas para conversar —indicó Marcia tratando de coquetear con Pablo.

—Voy a ser honesto contigo Mar, porque hace años que no nos vemos y me parece injusto para ti si no lo hago. No tengo previsto casarme, por lo que preferiría que cuando tu madre y yo hablemos de negocios deje de recordarme que aún estás enamorada de mí —le susurró Pablo al oído—. Tengo un video tuyo donde te abres de piernas para Caín y estaría encantado de mostrárselo a tu madre. Así que no me provoques.

—Pablo, yo ...—ella no sabía qué decir, estaba muy nerviosa. Nunca pensó que este se enterara de esa situación.

—Disculpa Estefany, pero mi amiga Melanie no se siente bien. Por lo que será mejor que dejemos esto para otro día. Uno donde podamos conversar tú y yo tranquilos —dijo Pablo de mala gana. Los pasos que le había tomado llegar ahí le habían dolido tanto que ya no le importaba hacer negocios con esa mujer. Solo quería volver con Melanie, abrazarla y asegurarle que nadie más la intimidaría.

—Pablo, ¿estás seguro de posponer nuestros negocios por una copia barata de Cielo? —preguntó la mujer de manera arrogante.

—Me parece que no me entendiste Estefany —Pablo estaba furioso—. Los negocios son una cosa, pero que le faltes el respeto a mi acompañante te pone en el mismo lugar que a Caín. Así que cuida tu boca si no quieres que te demuestre de lo que un Pirca es capaz.

—Ella nunca será como Cielo —aseguró la mujer intimidada por la severidad de las palabras de Pablo, pero sin retroceder.

—Estoy agradecido por eso —Pablo sonrió y después se acercó para besarla en la mejilla—. Recuerda quien te dio de comer cuando tu esposo estaba en prisión y quien no ha dicho aún por qué su coche se averió hace diez años.

—Caerás conmigo por cómplice —dijo la mujer en voz baja. Nunca pensó que Pablo pudiera actuar así con ella.

—Aun así, ¿a quién le irá peor en prisión? —preguntó Pablo sonriendo y se apartó de ella.

—Pablo. Me acaba de escribir Rafael. Lena y Melanie se están yendo —dijo Leonardo, preocupado.

—¿De qué hablas? —preguntó este y cuando iba a mirar la ubicación de Melanie en su móvil recordó que esta lo había roto y estaba en el hotel.

—Ven —Leonardo se apresuró a apartar a Pablo de esas mujeres y una vez que llegaron detrás del escenario se encontraron con su hermano.

—Ellas se llevaron mi coche, tiene rastreador —dijo Rafael a su hermano mayor. Sabía gracias a Lena que Caín estaba detrás de Melanie. Y aunque delante de su madre este le hacía caso no confiaba en él—. Pensé que querrían saberlo, Melanie parecía haber estado llorando. Hace un rato que no veo a Caín.

—Mierd* —Pablo pateó la pared—. Pueden estar corriendo peligro.

—Nosotros vinimos en el helicóptero. Puedo alcanzarlos si quieren, pero debe ser ya o mi madre se dará cuenta —dijo Rafael y los tres subieron al techo del enorme hotel en el que se encontraban.

—¿Cómo mierd* haremos para bajar? —preguntó Leonardo dándose cuenta de que estarían siguiendo a las chicas.

—¿Cómo fue que lograron escapar? Todas las puertas estaban resguardadas —Pablo temía que Caín fuera responsable de eso.

—Debes asegurarte que puedes confiar en todos tus empleados —dijo Rafael. Aunque él les había dado las llaves de su coche a las chicas, este era seguro. Si ellas permanecían mucho tiempo fuera del alcance de los guardias de Pablo, serían abordadas por los de Caín.

Pablo estuvo siguiendo el móvil de Lena, ellas dieron unas vueltas por la costa y luego fueron en dirección al hotel donde se estaban hospedando. Por lo que le pidió a Rafael que los dejara en el techo de ese edificio.

—Mierd* Pablo, mira las cosas que me haces hacer —Leonardo estaba bajando por las escaleras del helicóptero al techo del hotel.

—Te prometo que mañana empezaré los trámites para que mis hoteles tengan helipuerto —dijo Pablo riendo al ver la cara de terror de su amigo mientras bajaba.

Una vez que llegaron a la suite, ambos entraron, y el guardia de seguridad los llamó para decirles que las chicas habían regresado. Pablo les pidió que les permitieran subir y las acompañaran.

—No seas duro con ellas —pidió Leonardo, al cual aún le templaban las piernas por lo de helicóptero. Ya se encargaría él mismo de asesinar a Lena. Iba a pasar toda la noche en su interior hasta que fuera ella a la que le temblaran las piernas. Seguro que la idea de escapar había sido de ella.

—¡Donde mierd* estaban! —preguntaron los dos a la vez cuando las puertas del ascensor se abrieron.

—¿Sabes por todo lo que pasé por ustedes? —preguntó Leonardo a Lena y la obligó a seguirlo.

—¿En qué carajo estabas pensando? —preguntó Pablo a Melanie también molesto.

Melanie seguía sorprendida. No tenía idea de la odisea que esos hombres habían tenido que pasar para llegar ahí. 

Autora: Osaku

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