No te persigas

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Capítulo veintinueve

Llegué a casa en un taxi, le indiqué a Pablo que ya estaba dentro para que no sospechara y después de que me pidiera que descansara un poco le mandé una carita feliz, y apagué mi móvil. Cuando entré Lena me estaba esperando mientras parecía estar asesinando a uno de sus cuadros.

—¿Dónde mierda estabas? ¿Por qué me mientes? Seguro fuiste a ver a ese maldito de Pablo —dijo y la abracé, ya que no pude resistir más—. Llamé a tu trabajo porque te escuché triste y no respondías y resulta que aún no empezaste.

—No te enojes —le pedí y me puse a llorar. Había sido demasiado ingenua, me había empezado a enamorar de un hombre que no era para mí—. Dime por qué Caín te lastimó y te contaré lo que pasó.

—¿Cómo te enteraste? —me preguntó ella asustada.

—Le pedí a Pablo que averiguara lo que había ocurrido y me contó que Caín te está buscando porque quiere que vuelvas a trabajar con él —le indiqué y ella tiró una de sus muletas llena de rabia.

—Ni con una mierda, no es así. Caín persigue a alguien, pero no es a mí a quien quiere —dijo ella y se sentó en la cama.

—¿Qué es lo que ocurre Lena? —pregunté preocupada.

—Caín te quiere a ti —dijo ella y abrí grande los ojos. ¿Cómo era posible que me quisiera a mí si ni siquiera me conocía? —. Cuando le dijiste a Pablo que yo te había ido a buscar, el estúpido ya estaba negociando tus servicios con Caín pensando que eras una de las acompañantes que él manejaba, ya que yo un tiempo trabajé para esa mierda de tipo.

—¿Pero que tiene que ver eso conmigo si yo no soy prostituta? —pregunté con miedo.

— Pablo está obsesionado contigo, te lo dije. Maldición, no debí llevarte a su club esa noche. Se suponía que él iba a estar ocupado y no nos iba a notar. Según sé le ofreció mucho dinero a Caín por ti. Él a su vez me llamó y me ofreció una parte a mí con tal de llevarte con él antes de ver a Pablo . Le dije que tú no eras prostituta y no aceptarías. Supuse que sedería, pero al saber que Pablo te buscó en las otras agencias y no te encontró volvió a llamarme y me amenazó. Te llevaba con él o le daba lo que Pablo había intentado pagar por ti —un temor profundo me llenó por dentro.

—Debemos irnos de aquí —dije y empecé a juntar nuestras cosas.

—¿De qué hablas? ¿Le dijiste a Pablo que estábamos aquí? —preguntó Lena y negué con la cabeza.

—El profe conoce a Pablo , ellos son amigos —dije mientras cargaba las cosas en su bolso también.

Golpearon la puerta y las dos nos asustamos. No iba a dejar que nadie me obligara a prostituirme, por lo que tomé un fierro, dispuesta a golpear u correr. Pero, ¿qué haría con Lena?

—Enciérrate en el baño y llama a la policía —dije y ella me pidió que me calmara. La policía estaba metida en todo eso.

—Solo actúa normal, aún no sabemos quién es. Además, si ellos no saben que conocemos su relación estará bien —me dijo Lena para calmarme.

Aunque yo tenía ganas de romperle la cabeza a quien sea que fuera que estuviera tocando, incluso a mi profesor. Volvieron a golpear y me acerqué a la puerta. Al abrir ahí estaba con esa sonrisa falsa.

—Buenas, mi amiga hizo comida y ...—dijo Leonardo, pero tomé lo que tenía en sus manos antes de que terminara de hablar y cerré la puerta.

—Mel —dijo Lena molesta—. ¿Qué pasa si se da cuenta?

—Le rompo la cabeza con el fierro —dije y ella sonrió.

Volvieron a golpear y tomé el fierro. Esta vez, si era Leonardo le rompería la cabeza, aunque solo fuera que esperara hablar.

—Ven conmigo —era él, quien me sacó de ahí tomándome de la muñeca con fuerza y me llevó hasta la parte de atrás del edificio, el profe—. ¿Por qué tienes ese fierro en la mano?

—Para romperte la cabeza por mentiroso —dije y aunque traté de pegarle él me detuvo y después de forcejear me lo quitó.

—¿De qué carajos estás hablando? —preguntó y le aseguré que no dejaría que Caín me llevara. —¿Caín te busca? ¿Cómo rayos se conocen? —me preguntó como si no supiera lo que estaba pasando.

—No te hagas el inocente. Tú y Pablo están con él. Tú nos alquilaste este lugar solo porque nos querías vigilar. Pero no soy una puta y voy a luchar con uñas y dientes por mi libertad, hasta que muera si es necesario—dije furiosa, pero él separó mis piernas y subió mis brazos impidiéndome mover.

—Para empezar, hace más de diez años que no veo a Caín. En segundo lugar, Pablo y yo estamos peleados y no hablamos, ni siquiera sabe que estoy en la ciudad. Algo que preferiría que siga en secreto; y por último... ¿Cómo hiciste para llamar la atención de dos mafiosos como esos? —me preguntó y me soltó.

—¿Mafiosos? —pregunté sorprendida.

—Caín se dedica a la droga y la prostitución; y Pablo al tráfico de obras de arte —dijo y me quedé asombrada—. ¿Ni siquiera lo sabías?

—Mel ¿estás bien? —preguntó Lena y la miré, había venido con sus muletas hasta donde estábamos nosotros.

—Estoy bien —dije feliz de que Lena fuera tan valientemente tonta, eso la hacía una gran amiga.

—Las dos vengan conmigo —dijo y nos llevó a su piso. Cargó a Lena para que esta no tuviera que subir con sus muletas las cuales llevé yo.

Autora: Osaku 

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