La boda

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Capítulo ciento catorce

—Lo siento, mi prima me preguntó y no pude mentirle —dijo Melanie a Lena. Cuando esta había entrado a preguntarle por qué había tanto lío fuera.

—Está bien, en algún momento se iba a enterar. María se lo está contando a todo el mundo. Así que no creo que Leo se enoje conmigo, por eso —le aclaró Lena a Melanie—. ¿Cómo sigues?

—Estoy preocupada, quien puso ese vestido ahí también puede estar planeando algo más. Y Pablo parece estar teniendo muchos problemas con la empresa de su familia.

—Escuché que alguien arruinó uno de los programas, parece que tendrá mucho trabajo hasta la boda. —Lena sabía que era Caín quien trataba de mantener a Pablo ocupado.

—El médico me dijo que no podía tener relaciones con Pablo por ahora, al parecer podría hacerle mal al bebé —dijo Melanie, y Lena la miró de manera extraña—. ¿Qué ocurre?

—Estuve pensando, sé que quieres casarte con Pablo lo antes posible. Pero, ¿y si esperan un poco más? —preguntó Lena sabiendo que Melanie no querría.

—No lo sé, en realidad deseo que todo lo malo que nos pasa termine pronto. Pero no sé si la boda hará que eso disminuya. ¿Notaste cómo me miró Jana al ver el vestido que había usado Cielo?

—Sí, al parecer ellas eran amigas —dijo Lena suspirando.

—Cielo era mi madre, pero no dejo de sentirla como una rival. Ni siquiera deseo decirles a las personas que ella es la mujer que me dio la vida. Por otro lado, no sé si abusaron de ella o mi concepción fue por amor o tal vez un descuido —Melanie estaba consternada.

—Me parece que debes marcar prioridades, y ahora lo más importante es tu salud y la de tu bebé —dijo Lena con una angustia que la partía al medio.

—Hablaré con Pablo y le pediré que retrase la boda. En una semana podremos hacer nuestro compromiso formal. Tal vez eso ayude a saber quién está detrás de todo lo malo que nos está ocurriendo. Aunque ya sé que Caín es uno de los causantes. Pensé que me hablaba en serio cuando decía que no se interesaba en mí. —Melanie ya no sabía qué pensar—. ¿No vas a decir nada? Siempre hablas de Caín y me dices cuanto lo odias y que no debí confiar en él.

—Debe ser que estoy enamorada, no puedo pensar en otra cosa que no sea Leo —mintió Lena.

—Está bien, vuelve con él. Voy a tratar de dormir. Avísame como sigue Alondra. Sé que discutió con Rafael. Ella ahora odia a su padre. —Melanie suspiró—. Desearía tener unos días tranquilos.

—Deberíamos irnos de viaje —dijo Lena sonriendo.

—Me haría bien salir un poco.

—¿Por qué no lo organizamos? —preguntó Lena entusiasmada.

—No creo que Pablo y Leo estén como para viajar ahora —dijo Melanie ajena a la verdadera oferta de Lena. Ella quería irse solo con Melanie, alejarla lo más posible de Pablo. Además, debo hacer reposo.

—¿Podemos pasar? —Leonardo había tocado la puerta, entraba con Pablo—. Vengo por mi conejita y creo que a Pablo le hará bien dormir un poco. Lo encontré en el estudio casi desmayado.

—No exageres —le ordenó Pablo que caminaba con la ayuda de su amigo—. Solo necesito tomarme un descanso.

Una vez que Leonardo dejó en la cama a Pablo se llevó a Lena con él.

—¿Estás bien? —preguntó Melanie preocupada.

—Sí, solo que hace días que no duermo. He tratado de dejar todo listo para nuestra luna de miel. Y han surgido algunos imprevistos.

—Pablo, estuve pensando que tal vez deberíamos retrasar la boda —Melanie no quería hacerlo, pero todo parecía estar en contra de que ellos puedan tener unos días tranquilos.

—¿De verdad quieres hacerlo? —Pablo recordó la primera vez que Cielo le dijo lo mismo, sin embargo, esa vez no se puso triste. En cambio, Melanie era todo para él y aunque entendía que podía ser difícil hacerlo con todos los problemas que tenían, deseaba por fin ser su esposo—. Haré lo que desees.

—Solo quiero estar a tu lado —dijo Melanie y le contó lo que pasó con el vestido.

—Lo investigaré —le aseguró él. Eso debía ser obra de Estefany.

—Casémonos igual —dijo Melanie al notar como el ánimo de Pablo había caído tan precipitadamente.

—Está bien si no quieres hacerlo —dijo él y acarició el rostro de la joven.

—Hagamos una boga más corta, pero no dejemos de casarnos. La luna de miel puede esperar —ella quería estar a su lado, no solo en los buenos momentos. Se suponía que el matrimonio era para acompañar al otro en todas las situaciones.

—Te amo Mel, me haces muy feliz —él abrazó a Melanie con fuerza.

—También te amo. —ellos se besaron, pero cuando Pablo trató de tocarla, Melanie le pidió que se detuviera—. Amor, el médico dice que no podemos hacerlo. Tengo que hacer reposo.

—Lo sé, pero no dejaré que hagas fuerza —dijo él y bajó a la entrepierna de su amada.

—No es justo —dijo ella sintiendo cómo la lengua de Pablo la acariciaba con precisión haciendo que ella se retorciera de placer en la cama.

—La vida no es justa; aun así, tu cuerpo se merece algo que lo relaje —dijo él y dirigió su boca hasta el punto más sensible de la mujer que amaba y lo besó, lo lamió y lo succionó hasta hacer que ella se corriera. Pablo disfrutaba mucho de ver a Melanie tan dispuesta y relajada cuando estaban juntos. La amaba, pero también la deseaba como jamás pensó que podría.

Ambos estaban agotados, por lo que después de esa pequeña situación se quedaron dormidos, abrazados. Solo quedaban siete días para la boda y aún debían enfrentar muchas pruebas.

Caín, Estefany y ahora Lena estaban conspirando para no dejar que se casaran. ¿Habría alguien más que quería separarlos? ¿Por qué Pablo no podía estar con Melanie? ¿Cuándo esta se enteraría de que era la hija de un hombre muerto? 

Autora: Osaku

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