34; Punished

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Había dos versiones de lo que había ocurrido al final de la velada en el evento al que habían asistido. Una era la que Jihoon había visto, y la que sus amigos se habían empeñado en tergiversar para enfurecerlo más y poder reírse de él; y la otra versión era lo que realmente había pasado.

Seungcheol no estaba coqueteando con alguien, pero tampoco estaba impidiendo que el pianista omega le coqueteara, y es que su trabajo era mantener su postura, no hablar, no moverse y no hacer algo que no se le fuese ordenado. Sin embargo, no pudo evitar reaccionar ante la presencia de Minki y olvidar esas simples reglas, pues hacía algunos años que no lo había visto, ya que cuando el omega se mudó a la ciudad, perdieron el contacto.

—Qué gran sorpresa verte aquí, casi no te reconozco— dijo con alegría el omega, soltando un poco de feromonas para hacerle saber al alfa lo contento que estaba —este es un evento importante, ¿que haces aquí?— al ver que Seungcheol regresó a su postura de soldado y no le contestó, lo miró de pies a cabeza dándose cuenta del collar que llevaba y ahora entendía por qué era el único de los presentes que llevaba una máscara —oh entiendo, estás aquí por trabajo— comentó sin mencionar el trabajo que estaba haciendo el alfa —llámame cuando termine tu turno, me encantará conversar contigo un rato— sonrío con dulzura y coquetería y dejó una tarjeta en el bolsillo del saco del alfa —supongo que tu amo no esta por aquí, no importará si me quedo a tu lado un rato, ¿verdad?— dijo y se puso a su lado.

Comenzó a contarle algunas cosas del evento, detalles que había visto y cosas que había escuchado durante la organización del evento; aunque era un omega de clase baja, había conseguido buenos empleos como pianista en ciertos restaurantes que le dieron prestigio, además de haberse involucrado con alfas que lo ayudaron a subir su estatus a uno medio y eso le daba la oportunidad de asistir por trabajo a esa clase de eventos en la alta sociedad.

Mientras platicaba cosas el omega, dejó un poco de sus feromonas en Seungcheol, con la intención de que éste no lo olvidara, y recordara llamarlo en cuanto pudiera; sin embargo, para Jihoon fue una mala señal, quien tenía la errónea idea de que su mascota lo había desobedecido y había coqueteado con alguien más.

Al llegar al edificio por la noche, Jihoon no dejó que el alfa se marchara, así que en silencio llegaron al departamento y una vez dentro Jihoon dijo —hoy tuviste un mal comportamiento— mencionó sin mirarlo.

—¿Un mal...?— el alfa trató de replicar, pero Jihoon no se lo permitió.

—No he dicho que puedes hablar. No me gustó cómo te comportaste, así que voy a tener que castigarte— dijo y volteó a verlo —desnúdate y ve a la habitación.

Sin más explicaciones, fue a la cocina y Seungcheol acató la orden sin entender qué estaba sucediendo. ¿Cuál había sido su mal comportamiento? Él no hizo nada fuera de las reglas, así que no entendía por qué debía ser castigado, pero por la orden que le había dado el omega, pensó que tal vez era una simple excusa para que cogieran un rato, así que no cuestionó e hizo lo que le ordenó.

Cuando el bajito llegó a la habitación, el alfa estaba completamente desnudo y de pie junto a la cama —acuéstate— le dijo al tiempo que comenzaba a quitarse la ropa.

Jihoon tomó un condón del cajón y se lo dio a Seungcheol para que se lo colocara; en poco tiempo el omega se deshizo de todas sus prendas y una vez que estuvieron listos, subió a la cama y lo montó. Deslizó su trasero en el pene que lentamente se endurecía, se meneaba lento y suave, con cierta experiencia que había tomado en los días de su celo; suspiraba audiblemente, con los ojos cerrados y se tocaba con sensualidad, llegando a juguetear con sus pezones mientras trataba de despertar a su pene también.

El alfa posó sus manos en el cuerpo del menor, acariciándolo con suavidad y erizando su piel con cada roce; de pronto Jihoon abrió los ojos, lo miró y tomó sus manos llevándolas por sobre la cabeza del alfa, evitando que lo manoseara como estaba haciéndolo. Se miraron fijamente por unos instantes, hasta que Jihoon soltó una de sus manos para alinear el pene de Seungcheol en su entrada; sin embrago, aunque su ano estaba húmedo, no estaba dilatado, y el miembro no pudo entrar.

—Déjeme ayudarlo— mencionó Seungcheol con la voz ronca, bajando la mano libre para tocarlo.

Jihoon negó; chupó un par de dedos y los llevó a su entrada, introduciendo el primer dígito y gimiendo de inmediato —ah~— suspiró —vuelve a subir la mano mgh... tienes prohibido tocarme— le dijo con los ojos entrecerrados mientras disfrutaba de su auto penetración y soltaba un poco de feromonas excitadas.

Seungcheol asintió sin ser visto, aunque le desagradaba la idea de no tocarlo, volvió a llevar su mano por sobre su cabeza, dejando que Jihoon tomara ambas muñecas cruzadas con una sola mano. Algunos minutos después, Jihoon logró dilatar su entrada con tres dedos en su interior, y fue el momento de dejar que el pene del alfa se deslizara en su interior; bajó por la extensión lentamente, dejando escapar jadeos y suspiros, sintiendo lo cálido del miembro mezclándose con lo húmedo de su lubricación.

Los dos suspiraron, jadearon y gimieron con placer por ese primer desliz, sus miradas se encontraron por escasos segundos, pues el omega terminó desviando la mirada al erguirse y tirar su cuello hacia atrás y cerrar los ojos para un mayor disfrute. Comenzó a moverse de arriba hacia abajo por la extensión de manera lenta y calmada, aún necesitaba acostumbrarse al intruso, pero ya quería experimentar todas las espléndidas sensaciones que el sexo con Seungcheol le provocaba.

Así que fue cuestión de algunos minutos para inclinarse sobre la cama y posar sus manos a los costados de la cabeza del alfa y entre sus brazos (pues aún los tenía por sobre su cabeza); se miraron nuevamente con esas expresiones de placer y lujuria que le hacía saber al contrario lo mucho que estaban disfrutándolo. Las feromonas del bajito comenzaron a soltarse con mayor intensidad, reclamando al alfa  y borrando de su aroma el del otro omega.

Ah ah ah... ah ngh...— con cada estocada Jihoon gemía suave, queriendo un poco más de rudeza y rapidez.

Sin pedirlo, Seungcheol comenzó a moverse en sincronía con el omega, mientras el menor movía sus caderas hacia abajo, el alfa lo hacía hacia arriba y viceversa; así el ritmo fue aumentando gradualmente, así como el sonoro chocar de sus pieles y sus fluidos mezclándose, el sudor en sus cuerpos y los gemidos que ambos dejaban escapar. En poco tiempo Jihoon gimió fuerte y su semen escapó directo al pecho de Seungcheol, aumentó la intensidad del movimiento de su cuerpo y al tensarse por su orgasmo, se detuvo y luego continuó con movimientos lentos, certeros y placenteros que lo ayudaron a disfrutar más de su orgasmo.

El alfa continuó con un par de embestidas, no estaba lejos de correrse, pero entonces Jihoon se levantó de su pelvis, rodó en la cama hasta quedar boca arriba y, entre suspiros y una respiración irregular, dijo—y-ya puedes irte.

Seungcheol lo miró confundido, frunciendo marcadamente su ceño —pero yo no he acabado.

—Y ese es tu castigo— volteó a verlo con una mirada que Seungcheol recibió como desprecio —puedes terminar en tu casa, o donde quieras, pero no lo puedes hacer aquí.

Las palabras del omega enfurecieron completamente a Seungcheol, quien tenía ganas de tomar al omega y decirle cuál era su lugar, pero sólo empuñó las manos, se levantó, se vistió con furia y salió del departamento sin decir nada más, cerrando la puerta de un porrazo y haciendo que Jihoon se exaltara y se cuestionara si estaba bien lo que hizo.

The Omega's Pet [JiCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora