•.¸♡ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ sᴇsᴇɴᴛᴀ ʏ ᴄᴜᴀᴛʀᴏ ♡¸.•

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Probablemente un porcentaje de las personas que más sufren por encajar en la sociedad y que rara vez tomamos en cuenta, son las personas inmigrantes, o incluso los hijos de estas mismas familias.

Raymond Manuel Toro-Ortiz nació en Nueva Jersey varios años atrás, siendo el primer primogénito y el mayor de cuatro hermanos: su sucesor y menor por dos años, Lucas, y los gemelos Mateo y Marcos seis años menores que Ray, una familia bendecida con todos sus hijos varones.

A pesar de haber nacido en los Estados Unidos, su lado puertorriqueño siempre estuvo presente gracias a sus padres. Desde que tenía siete años sabía un español fluido además del inglés, pero no lo hablaba con gente externa a su familia por miedo a ser discriminado o hecho a un lado.

Para parecer un niño más grande de lo que era y con mucha confianza en sí mismo, Ray siempre fue muy tímido y reservado, no le gustaba hablar de más ni hacer gestos innecesarios, y cuando abría la boca para dar su opinión siempre lo hizo con respeto. Muchos niños no entendían esto de él, y gracias a ello nunca fue de muchos amigos, sin embargo no le hacían falta, se dio cuenta desde muy infante que mientras menos gente importante haya en tu vida, mejor y más atención puedes darle a los que te importan.

Para él era más que suficiente con sus tres amigos; Mikey, Gerard y Frank.

Claro que al grupo se fueron sumando cada vez más gente, que al principio para Ray eran un simple conocido más. En un futuro no pensaría lo mismo, pero por el momento era así.

A pesar de tener a sus amistades de la escuela, siempre tuvo un mejor amigo, alguien a quien no cambiaría por nada del mundo; Lucas Toro, su hermano menor.

Incluso mucho antes de que Mateo y Marcos nacieran, Ray y Lucas parecían ser los gemelos de la casa aunque obviamente no lo fueran, pues Ray era tres años mayor. Las diferencias de edad no evitaron que, al nacer Lucas, él y su hermano se hicieran inseparables, como el lápiz y la goma, o como la leche y el cereal, el martillo y el clavo..., creo que ya quedó claro.

Iban a todos lados juntos y se alegraban por los logros del otro, no recordaba haber peleado con él ni una sola vez, y eso teniendo en cuenta que cuando eres un niño te peleas con tus hermanos hasta por haber roto un crayón que le pertenecía al otro.

Pero con Lucas nunca fue así, e influyó mucho que Ray fuera una persona complaciente y nada conflictiva. También sus padres se llevan parte del mérito por sus buenas técnicas de crianza e inculcamiento de valores y modales.

Si Lucas quería ser el Power Ranger rojo, Ray era el azul, y si Lucas quería ser el azul, Ray sería el rojo.

Si Lucas quería el robot, Ray tomaba el dinosaurio y si quería el dinosaurio, Ray tomaba el robot.

Cuando Lucas quería ser el capitán del barco, Ray escogía ser el calamar gigante que le destrozaba el barco.

Creo que ya me di a entender.

Nunca supo en qué momento pudo pasar, el cómo pudo ser tan descuidado para que todo se desprendiera en un simple segundo y se hiciera añicos.

Él sólo se volteó un momento para recoger el bat de béisbol que se le había zafado de las manos al momento de querer golpear la pelota que Lucas le había lanzado, cuando giró la mirada para ver como su hermano, en un intento de recoger la pelota que se había ido al otro lado de la calle, fue violentamente golpeado en su costado izquierdo por un auto que manejaba a toda velocidad y sin control alguno, haciéndolo volar unos segundos y caer unos metros más adelante, golpeando su cabeza contra el pavimento y provocando una muerte instantánea.

𝙰 𝚙𝚘𝚠𝚎𝚛𝚏𝚞𝚕 𝚌𝚛𝚎𝚠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora