•.¸♡ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴄᴜᴀʀᴇɴᴛᴀ y ᴛʀᴇs ♡¸.•

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El pelirrojo se quedó estupefacto ante lo que estaba ocurriendo.

La ropa de Joe estaba regada en el pequeño cuarto, en algunas partes se le podía ver algo rota. Pero lo más extraño es que ahí no estaba Joe.

No había rastros de algún ser humano en realidad. Lo único que Andy encontró, fue un perro de raza desconocida, algo grande, color café y ojos de un color azul familiar... demasiado familiar.

—No me digas que eres tú... —habló en un hilo de voz el pelirrojo.

La única respuesta fue un perruno gemido agudo de tristeza.

Andy se arrodilló frente al canino y acarició su cabeza, éste en respuesta cerró sus ojos y alzó la cabeza para lamer su mano.

Observó sus ojos más de cerca como si quisiera comprobar de cualquier manera que ese no era Joe. Se quedó unos segundos examinando esos océanos que tenía por orbes el animal.

Sí era Joe.

—¿Qué hiciste, pendejo? ¿de dónde mierda sacaste una poción multijugos? —Joe entrecerró los ojos mostrando su molestia. —Tenía que decirlo. —rió suavemente.

—¿Todo bien allá arriba? —preguntó el papá de Joe desde el piso de abajo.

—¡Excelente! —respondió rápidamente el pelirrojo.

—Bien, en un rato bajen para comer.

—Claro... —esperó unos segundos y miró de nuevo a Joe. —Necesitamos arreglar esto, vamos a tu cuarto.

Joe no respondió, simplemente caminó fuera del baño y se fue directo a su habitación en cuatro patas mientras dejaba a Andy en el baño, recogiendo la ropa regada y preocupado al no saber reparar una cerradura forzada.

Llegando al habitáculo, encontró al perro sobre la cama hecho bolita y mirándolo con ojos inocentes, el pelirrojo suspiró, cerró la puerta y dejó las prendas en el cesto para ropa sucia. —Bien Joe... imagino que tu poder es hacer... eso. —señaló con obviedad. —Tienes que volver a ser un humano. —dijo. Pero Joe empezó a perseguir su cola en lugar de hacerle caso, Andy se dio una palmada facial. —No puede ser...

El canino siguió hasta que bajó de la cama y subió sus patas delanteras al pantalón de Andy, como si quisiera que lo cargara. El pelirrojo no entendía.

—No quiero jugar ahora, quiero que te concentres en regresar a tu forma normal. —se impacientó.

Joe bajó las patas y se quedó quieto, Andy iba a decir algo pero en eso su novio ya no era más un perro. Pero no sabía si eso era mejor o peor.

Porque ahora Joe era una oveja.

—Esto no está saliendo nada bien. —se frustró el pelirrojo.

Joe baliteó y Andy casi al instante le tapó el hocico. —¡Bájenle el volumen a ese juego, se escucha hasta acá abajo! —pidió la mamá de Joe.

—Lo sentimos, señora Trohman. —contestó Andy. —Bien, concéntrate en ser un humano de nuevo. Si no te logras transformar antes de que alguno de tus padres vengan, voy a tener que explicarles... ¿pero qué carajos les explico? ¿que fuiste por tortillas y me dejaste a cargo de tu oveja mascota secreta que compraste con descuento en el mercado negro?

Joe estaba quieto, no estaba haciendo absolutamente nada, intentando concentrarse.

Tardó varios segundos, pero logró ser un humano de nuevo. Se sintió aliviado de tener ropa interior puesta. Ahora entendía la importancia de llevar calzoncillos y probablemente nunca más en la vida volvería a no usar ropa interior en caso de que se transformara y toda su ropa se rompiera otra vez.

𝙰 𝚙𝚘𝚠𝚎𝚛𝚏𝚞𝚕 𝚌𝚛𝚎𝚠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora