•.¸♡ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ sᴇɪs ♡¸.•

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—Lamento tener que ser yo el que necesita cortar con el placentero coloquio que estamos manteniendo con Jon, pero me corresponde informar que la noche está ensombreciendo cada vez más y es de suma importancia que desalojemos previo a la hora en que la calle deja de ser segura. —interrumpió Dallon.

La mayoría de los que estaban ahí se le quedaron viendo al más alto con la boca entreabierta, los ojos entrecerrados y las cejas juntas. —¿Ah? —dijo Pete.

—Dallon, en nuestro idioma por favor. —pidió Andy.

—Osea que se hace tarde. —dijo Spencer con cara de obviedad.

—¿Tanta pinche perra palabra para decir eso? —preguntó Patrick. —Dallon, no mames.

El ojiazul se cruzó de brazos. —No es de tu incumbencia si utilizo cuando yo desee mi extenso y precoz léxico.

A Pete se le salió una risa nasal. —Precoz.

—Dallon tiene razón. —lo defendió Jon. —Deben irse. Mientras más tarde se vayan, menos seguro es que regresen a su casa con todas sus extremidades. Pero pueden venir a verme cuando quieran.

Los demás le dieron la razón y se despidieron.

—Nos vemos, Jon Desayuno. —se despidió Joe.

El apodo hizo reír a Jon. —De todos los chistes que pudiste hacer de John Cena, eliges ese.

—Te hizo reír. Así que tu argumento no vale. —se defendió el rizado. —Y con esta mancha de chocolate que tienes aquí, menos. —dijo señalando la parte del pecho de la chaqueta que estaba usando Gerard.

Jon volteó los ojos y le sonrió. —¿Y ahora quieres que caiga en la broma de la manchita para que me pegues un buen bofetón? podré estar muerto, pero mis neuronas no lo están, mi estimado.

Joe frunció el ceño de manera infantil y regresó con Andy para que lo "consolara". —Nunca podré hacerle una broma, Sherlock puto. —refunfuñaba.

—Adiós, Jwalkie. —dijo la voz apagada de Spencer.

—Nos vemos, nene. Te adoro. —se despidió dejando un frío beso en su mejilla.

—Yo a tí...

Jon le sonrió y finalmente salió del cuerpo de Gerard, dándole el paso a este, quien estaba un poco mareado y cansado. Se sentó casi por inercia. —Creo que ahora sé lo que sienten cuando yo me adueño de sus cuerpos. —dijo débilmente.

—Joder, por mi culpa estás así, lo siento mucho, no pensé en las consecuencias. —se disculpó Jon con aire preocupado.

—No es nada, tranquilo. Lo único que importa es que pudimos platicar contigo. —dijo dulcemente el pelinegro.

—Pero a la vez te quiero agradecer, fue de las mejores cosas que me han pasado en tres años. —acto siguente, Jon abrazó a Gerard, el mencionado no sintió nada, pero de todas formas sonrió.

—Oye, ¿crees poder caminar hasta la casa? —le preguntó Patrick, pues Gerard estaba más pálido que de costumbre y sus labios habian dejado de ser de ese rosita tan lindo, incluso comenzó a tiritar. Hizo un esfuerzo por levantarse, pero fue en vano. —Espera, creo que puedo curarte, o al menos darte un poco de energía. —dijo esperanzado. —Dame tus manos, Gee.

El avellana obedeció, Patrick rodeó sus manos con las suyas, una leve luz verde irradió de ahí, pero Gerard seguía igual, el rubio hizo más fuerza, y la luz cada vez alumbraba un poquito más, pero Spencer lo frenó. —¡Trick, no! gastarás tu energía también.

—No pasa nada, Ray, dame energía. —jadeó.

—Pero no necesitas de Ray, tu poder funciona con tus emociones. —le recordó.

𝙰 𝚙𝚘𝚠𝚎𝚛𝚏𝚞𝚕 𝚌𝚛𝚎𝚠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora