•.¸♡ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴄɪsɪᴇᴛᴇ ♡¸.•

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Dos horas más tarde, el primero en llegar al hospital fue Dallon.

Acordaron primero ir a comer a sus respectivas casas como siempre para no preocupar a sus familias y después se reunirían en en hospital.

Dallon era una persona más que puntual, por lo que terminó de comer rápido para llegar un poco más temprano de lo que acostumbraba.

Llegó con la recepcionista, quien ya lo ubicaba a él y a los demás de tantas veces que habían ido. De hecho habían hecho buena amistad con ella, los enfermeros y hasta con algunos pacientes.

—¡Hola, Dallon! —lo saludó con la alegría de siempre.

—Buenas tardes, Martha.— respondió con cordialidad.

—Vienes a ver al paciente de siempre, ¿me equivoco?

—En lo absoluto, me comunicaron que ya había reaccionado, así que vengo bastante alborotado por la noticia, ¿me podrá ser posible verlo?

—Lo cambiaron de habitación, creo que ya lo instalaron, en un momento te doy la nueva localización del cuarto.

—Muchas gracias.

Cuando la recepcionista terminó de darle instrucciones a Dallon para que no se perdiera, el chico se dirigió con entusiasmo al cuarto de su amigo.

Entró y se encontró con Joe acostado en una camilla de metal con mantas muy delgadas color azul cielo y una bata del mismo color, había dos adultos a su lado platicando con él, la mujer era bajita con cabello corto color castaño y ondulado, tez blanca, ojos azul claro y lentes redondos color vino. Vestía unos jeans claros que resaltaban sus ojos, zapatos sin plataforma, una blusa con estampado de flores moradas y unos pendientes del mismo color que hacían juego. Mientras que el hombre llevaba unos shorts con sandalias y una camisa con estampado de peces espada, el hombre era como un doble de Joe, más alto que su esposa y su hijo, cabello castaño y también muy rizado el cual lo adornaba unos lentes de sol naranja fluorescente del mismo color que su camisa, tez bronceada, una nariz un poco grande y ojos indénticos a los de Joe, tenía un aspecto bastante amistoso, y ambos padres irradiaban una vibra tranquila y relajada.

—¡Gab- digo, Dallon! —exclamó Joe cuando vio entrar al muchacho delgado, muy delgado, y bastante alto para su edad, lo gracioso es que aún le faltaba crecer y ya era incluso más alto que el señor Trohman, ¿qué más digo? era un puto poste, cabello lacio y café claro, lo llevaba peinado hacia abajo, éste le cubría algunas partes de su casi cadavérico y triangular rostro de tez blanca y ojos azul grisáceo, boca pequeña, con dientes frontales de conejo y nariz puntiaguda del tamaño ideal para su rostro. —Sí era Dallon, ¿verdad?

—Así es. Muy bien, dulzura. —respondió la mujer.

Andy entró a la habitación después de ver a Dallon entrar para saludarlo.

—Que bueno que llegas Dall', —dijo mientras chocaba los cinco con su amigo. —¿y los demás?

—Deduzco que mi llegada fue más prematura de la anticipada como de costumbre, quise llegar aún más temprano porque estaba muy emocionado por ver a Joe despierto, los demás no creo que demoren tanto. Ofrezco una disculpa por no haber saludado primero, buen día señor y señora Trohman.

—Hola, cariño. —dijo la madre de Joe dedicándole una linda sonrisa llena de dientes excesivamente blancos.

—¿Cómo estás, hijo? —respondió el padre de Joe casi un instante después de su esposa. —¿Todo bien allá arriba?—supongo que a estas alturas ya no tengo por que explicar la personalidad tan bromista de Joe.

—En excelentes condiciones señor, clima cálido y tranquilo como siempre.

—Me alegra oír eso, ¿quieres hablar un rato a solas con Joetrón? a ver si le ayudas a recordar más cosas.

𝙰 𝚙𝚘𝚠𝚎𝚛𝚏𝚞𝚕 𝚌𝚛𝚎𝚠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora