•.¸♡ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴄᴜᴀʀᴇɴᴛᴀ ♡¸.•

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Se separaron de forma abrupta, intentando estar lo más presentables, detrás de la puerta se dejó ver un muchacho más alto que Patrick.

—Kevin. —jadeó Patrick con alivio. —Me asustaste. Por un momento creí que eras papá.

—Fue a comprar unas cosas que Megan le pidió. —explicó el mayor. —No iba a tardar, puede llegar en cualquier momento.

El rubio vio a Kevin por un rato, luego miró a Pete, que lo veía a él buscando qué hacer. 

—Pete, necesito que te vayas. —el moreno sabía que los ojos de Patrick eran muy expresivos, y pudo notar que lo decía en serio.

No le quedó más que asentir y despedirse de los hermanos con un simple ademán, pero antes de que se fuera, Patrick tomó su mano y se acercó a dejarle un beso en la mejilla y abrazarlo rápido, él correspondió para después marcharse.

Entraron a la casa y Kevin le dedicó una mirada confundida a Patrick.

Él sabía que su hermano quería respuestas sobre lo que había visto. —Patrick, tú... ¿eras gay todo este tiempo?

—Por favor no le digas a papá. —rogó Patrick.

—Descuida, no lo haré. —lo calmó rápidamente. —Es sólo que... ¿por qué?, es decir... ¿seguro que esto no es un simple capricho? ¿no lo estás haciendo por moda?

El rubio negó. —Sabes que la moda nunca me ha interesado. —le recordó. —Y si lo hiciera por eso, ¿no crees que escogería una moda menos peligrosa? ¿una que no provocara que papá me corte la cabeza si se llegara a enterar?

—Tienes razón. —apuntó su hermano. —Pero ¿entonces por qué?

—Porque... —el rubio suspiró pesadamente. De todas formas, su hermano ya sabía. No podía seguir escondiendo las cosas. —Porque lo amo. —dijo finalmente. —Suena tonto, y lo sé. Ojalá yo pudiese tener a la mujer perfecta que papá quiere para mí, pero si te soy sincero, Kev... soy más feliz con Pete de lo que alguna vez fui con una mujer. —su hermano aún no decía nada, eso hizo que él apartara la vista. —Espero que después de esto no me veas como un monstruo o algo así.

Kevin rió. —¿Un monstruo? por favor, Patrick. Eres mi hermano, jamás voy a dejar de quererte. O sea sí, saber esto fue algo que nunca me imaginé, pero te acepto como eres, tu secreto está a salvo conmigo, te lo prometo. —puso su mano en su propio pecho.

Patrick sonrió ampliamente y abrazó a su hermano con fuerza antes de que se le saliera una lágrima de felicidad, el abrazo duró unos segundos antes de incorporarse. —¿Crees que también deba decirle a Megan y a mamá?

El mayor se encogió de hombros. —Si te sientes listo para decirles, adelante. Pero nadie te va a presionar.

El rubio asintió y lo meditó un poco. —Creo que aún no es momento, no me siento del todo listo. Lo haré después. —pensó en voz alta. —Ya es peligroso con que tú lo sepas...

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Por fin el sábado llegó, Mikey por obvias razones sabía que Frank iba a estar en la casa ese día y se las arregló para llevar a su abuela al centro comercial, y como cualquier señora que se respeta, podía pasarse el día entero ahí y no se cansaría a pesar de su avanzada edad.

Frank aún no salía de su casa, seguía encerrado en su cuarto, parado frente al espejo. —Gerard, me gustas... no, sonó muy seco... Gerard, llevo mucho tiempo teniendo sentimientos fuertes hacia ti... mierda, ahora soné igual que Dallon. —se regañó. —¿Sabes algo? me gustas desde hace bastante tiempo... —negó otra vez. —me escuché demasiado anciano... —inhaló profundo y lo intentó otra vez. —Tu simple presencia ilumina mis noches de... oscuridad. —jadeó sonoramente y se golpeó varias veces la frente. — Obviamente que noches de oscuridad, por eso es noche. —ahora estiraba la piel de su cara con las manos de lo nervioso e inútil que se sentía al no poder pensar de forma correcta. —Soy un idiota. —musitó e intentó relajarse. —Gerard... no... Gerard, tú... estás... en tu casa... —se dio una palmada facial y se pasó los dedos por el poco cabello que tenía con frustración. —Esto es muy difícil. —tomó su celular de la cama, lo miró unos segundos aún sin encenderlo, y cuando lo hizo, entró al chat de Gerard, descartando la idea casi al instante. —Un mensaje no es la manera correcta de decirlo... —miró la hora antes de guardar su teléfono. —Y menos cuando voy a ir a verlo en menos de media hora. —refunfuñó. Debía irse ya si pensaba no hacer esperar a Gerard. Normalmente le importaría una mierda ser puntual, nunca lo era, pero cuando se trataba de Gerard, intentaba llegar a tiempo.

𝙰 𝚙𝚘𝚠𝚎𝚛𝚏𝚞𝚕 𝚌𝚛𝚎𝚠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora