Capítulo 1

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CAPÍTULO 1

Me hundo en la silla del hospital

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Me hundo en la silla del hospital. La administración me ha llamado por teléfono y sé lo que me van a decir. Lo mismo que la semana pasada, tras aquel primer aviso, y sé que este será el último.

He hecho hasta lo imposible por tratar de conseguir el dinero para mi hermana y no he podido hacer más que encontrar un tercer trabajo en el que no me llega para pagar las cuotas ni las deudas al mismo tiempo.

Estoy perdida.

Ha pasado una semana y desde anoche en mi mente navega la propuesta de aquel hombre de la cafetería, hace una semana, y esta mañana tomé la decisión de aceptarla si en la administración me dicen que se ha agotado mi tiempo.

No tengo otra opción.

No me importa quedarme sin dignidad, sin respeto por mí misma y sin valor si con eso mantengo a mi hermana a salvo. Su diabetes la hace correr más peligro aún en su situación y no pienso poner ni un pelo de su cuerpo en riesgo.

Jamás.

Dos minutos después de mi cita me reciben.

La elegante administrativa del hospital se sienta y, por su cara, sé lo que me va a decir.

–Lo siento muchísimo, Valerie –esas palabras son mi sentencia –. Se ha agotado el plazo de los pagos y...

–Tengo el dinero –anuncio sin titubear –. Tengo el dinero pero me lo ingresarán mañana en la cuenta. Por favor, Helen... por favor. Solo tienes que esperar hasta mañana a primera hora.

Ella me mira como si no se lo creyese. No es la primera vez que le suplico.

–Valerie, yo...

–Te lo ruego, Helen. Mañana tendré el dinero. He localizado a un familiar que me lo puede prestar.

Gesticula como si estuviese pensándoselo, y luego como si le costase darme una negativa y, finalmente, eso hace.

–No puede ser. De verdad que lo siento pero... –suspira –. Se acabó, Valerie.

Su rotundidad me deja sin habla.

Oh, por Dios... ¿Es que debí aceptar esa maldita propuesta antes de venir aquí? ¿Está todo perdido?

–Por favor, no me hagas esto. Si habéis esperado tanto, ¿qué te cuesta un día más? Ayúdame, por favor –mis ojos se inundan de lágrimas pero no las dejo salir –. Por favor, Helen... por favor.

Ella hojea nerviosamente algunos papeles y, al final, cierra una carpeta que tiene delante.

Su exhalación de resignación me otorga algo de esperanza.

–Si mañana a las nueve de la mañana el dinero no está transferido al hospital, me temo que ya no habrá más oportunidades. Mañana –puntualiza asintiendo con gravedad –. Solo por ti... mañana, Valerie. Ni un día más.

ArrodilladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora