Capítulo 42

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♡CAPÍTULO 42♡

No puedo creerlo. Estoy embarazada.

Embarazada...

Suena como a algo ajeno, algo que no es mío, o que no me está pasando a mí.

Más bien no debería estarme pasando a mí.

Subo los pies a la cama y pongo las rodillas contra mi pecho. Abrazo mis piernas, en trance. El suelo y la cama parecen arenas movedizas porque todo sigue moviéndose erráticamente a mi alrededor.

No creo que el medicamento que me ha dado el doctor Jones para mi presión arterial alta funcione. No hay nada que pudiese alterarme más que esta inesperada noticia.

William regresa de despedir al doctor y cuando entra en la habitación veo que su expresión es una espiral absoluta de desconcierto y palidez, probablemente el espejo de mí misma.

–¿Estás bien?

¿Bien? No lo sé. En estado de shock sí, sin duda.

–No lo sé –respondo después de un largo silencio con mi voz apenas oyéndose como la mía propia. Es solo un hilo tembloroso –. No sé qué decir ni cómo sentirme.

Me abrazo las piernas con más fuerza, consternada. Sé que está pasando, sé que está ocurriendo, pero... no. No puede ser. No ahora. No en este momento.

Mañana vendrán a extraerme sangre y el doctor nos ha recomendado solicitar una revisión ginecológica, pero la prueba rápida de orina ha sido positiva y dudo mucho que eso vaya a cambiar.

Pero ¿qué diablos esperábamos? No fue una sola vez la que lo hicimos sin protección cuando no llevaba la inyección.

William no deja de mirarme y parece que ambos estamos esperando que el otro haga o diga algo, aunque sea la más mínima reacción.

No hacemos nada.

No nos movemos.

No hablamos.

No hacemos más que observarnos en un silencio dentro de una atmósfera demasiado abrumadora.

Un bebé. Madre mía... ¡Un bebé! Un bebé de él dentro de mí.

Tengo el corazón saltando dentro de mi pecho, galopante.

Miro hacia la ventana y veo la violencia con la que la tormenta de verano que nos azota hace que repiquetee la fuerte lluvia contra los cristales incesantemente.

Sigue haciendo calor, pero siento muchísimo frío.

William por fin se mueve y lo hace para acercarse al ver que comienzo a frotarme los brazos sintiéndome bastante desubicada. ¿Embarazada? ¿En serio? ¿Ahora?

Se sienta justo a mi lado y coge una de mis manos, enviando a mis terminaciones la calidez de su roce siempre estremecedor al contacto de nuestras pieles.

Abre la boca para decir algo, y, en lugar de dejarle hablar, yo me adelanto.

–Tengo miedo.

Exhala, apretándome la mano con cuidado de no hacerme daño. Su pulgar empieza a acariciar mis nudillos y no sé si me relaja o hace que me den ganas de llorar.

Porque estoy tan en shock que no me salen ni las lágrimas.

–Tengo muchísimo miedo, Will –recalco porque de verdad que estoy aterrada y por múltiples razones –. Lo siento, pero estoy muerta de miedo.

ArrodilladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora