Antes de leer..., me gustaría recordarte que no olvides darle a seguir en mi perfil para estar al tanto de lo que publico en mi muro, como cambios de días de publicación o lo que sea, además me harías muy feliz ❤️. También puedes seguirme en Instagram: @ysabellemartin.escritora, donde publicaré pequeños adelantos previos a la publicación de los capítulos 😜❤️.
♡CAPÍTULO 46♡
WILLIAM.
El momento más feliz de mi vida era uno y era justo el instante exacto en el que, tras permitirme llevar a mis hijos con su madre por primera vez, ésta los sostuvo a ambos en sus débiles pero amorosos brazos.
La vulnerabilidad de todo lo que ocurrió aún era palpable en toda ella, ya que temblar se había convertido en su única manera de lograr respirar algo del oxígeno que la rodeaba. Miraba todo con pánico, hablaba poco y se sometía con inquietud a cada prueba que debían realizarle en su recuperación.
Michelle ya había hecho que su cabeza casi estallase dos veces, y solo quedaba rezar para que ésta vez no hubiese secuelas, porque lo que no iba a existir es ni la remota posibilidad de una tercera oportunidad de ponerla en peligro.
Arrulló a nuestros hijos con ternura y con lágrimas acumuladas sobre sus pestañas inferiores, poniendo vidriosos esos bonitos ojos suyos ahora amoratados, rojizos y tristes.
–Son como tú –sollozó su nueva voz ronca, todavía sin recuperar. Picaba en todas partes de mi sistema imaginarla rasgándose las cuerdas vocales gritando de dolor –. Son... son simplemente hermosos, Will. Son un milagro. Un milagro –repitió, y me di cuenta de que no podía creerse tenerlos en sus brazos.
–Lo son.
–Son lo más bonito que he visto en toda mi vida.
Sus ojos me miraron con amor del que yo merecería en mil vidas, pero no más que con el amor que los miró a ellos. Me había vuelto un sentimental y no me importaba. Aquella situación no merecía menos y no reprimiría ningún sentimiento, pues pasaron horas hasta que al fin pudo hacerse realidad.
Valerie seguía débil, en recuperación, y había que atesorar aquel momento antes de que mis hijos tuviesen que regresar a su lugar y Valerie tuviese que descansar.
Era un medio para un fin. Si los tres se sometían a la debida recuperación, pronto podríamos volver a casa y hacer todo aquello sin que ningún dolor, pánico o tensión estuviese a nuestro alrededor.
Les abarqué con mis brazos con cuidado, harto de que cables y vías intravenosas estuviesen entre los cuatro, pero estaba viviendo aquello y no era un sueño, era una realidad, y no era otra más que el hecho grandioso de ver a la mujer que amaba besando las pequeñas cabecitas rubias de los hijos que me había dado.
–¿Eso es mi culpa? –preguntó señalando la sonda nasogástrica del bebé –. ¿Le causé daño cuando...?
Pude ver el miedo en sus preciosos ojos de color avellana, que no dejaban de verse jodidamente apagados incluso aunque poseían el brillo de felicidad por conocer a nuestros pequeños.
–No, no. No ha sido tu culpa, cariño –le dije con suavidad mientras acariciaba el único y casi microscópico hueco en su espalda sin heridas –. Han tenido que sondarlo para asegurar su debida alimentación, porque no...
–¿Cómo funciona? –me interrumpió, ansiosa. Algo cambió en su mirada, pero no supe qué fue.
Señalé el dispositivo.
–Conectan ese extremo a una jeringa con la alimentación y...
Su gemido me silenció.
–Oh, Dios... mi pequeño... mi niño, cuánto lo siento –se lamentó.
ESTÁS LEYENDO
Arrodillada
RomanceValerie se ve obligada a entrar en la vida de un atractivo y millonario hombre con el que llega a un acuerdo. Será completamente suya a cambio de que mantenga a su hermana con vida. Pero el acuerdo no es lo que Valerie creyó que sería, y pronto se v...