Capítulo 50

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♡CAPÍTULO 50♡

La vuelta al trabajo de William se convierte en una pesadilla para mí, pero no lo exteriorizo porque, de algún modo, tras lo que pasó ayer en el comedor siento que he perdido ese derecho. Derecho que, por otro lado, no he hecho nada por recuperar.

Ahora la culpabilidad ha pasado a ser mía.

Anoche, como habíamos pactado días antes de nuestra desagradable discusión, pasó toda la noche durmiendo. Quiso negarse el día que se lo sugerí, pero resultó tan evidente para él como para mí que si quería reincorporarse a su puesto con un mínimo de cordura tenía que descansar.

A mi lado, completamente en silencio, dio un baño al pequeño William mientras yo hacía lo mismo con Wyatt. Luego, les alimentamos y le dejó dormido antes de irse tras besar las cabecitas de nuestros hijos.

A mí ni siquiera me dirigió la palabra, y yo no salí de la habitación de los bebés en toda la noche.

Estoy agotada. Me siento tan ridícula por mi largo enojo, permitiendo que el veneno de mis pensamientos sobre él y Georgia se expandiese por toda yo durante tantos días, interponiéndose entre los dos y creando en mí dudas absurdas. Podría haberlo hecho. Él creía que no estábamos juntos. Podría haber tenido algo con ella, pero me ha asegurado que no ha sido así, que solo me quiere y me desea a mí, y, quizás un poco tarde, le creo.

Creo en él y ojalá no hubiese sido tan terca, y ojalá no le hubiese dicho todo aquello que le solté de manera tan hiriente, porque ahora he abierto un abismo entre los dos.

Decido llevarme a mis hijos a mi habitación y, una vez allí, creo una barricada de almohadas a nuestro alrededor y me esfuerzo por dormirles sin necesidad de cogerles en brazos. El pequeño William es más considerado, durmiéndose rápidamente, pero Wyatt reclama sentirse rodeado de mí, así que me apoyo contra el cabecero y me dedico a mecerle mientras me pierdo en su bonita cara, en esos hermosos ojazos azules idénticos a los de su padre. Bosteza y hace un ruidito que me arranca una sonrisa.

Acaricio su pequeña boca cuando bosteza otra vez y luego su suave mejilla.

–No sabes cuánto te amo, mi amor –le susurro besándole sus pequeños dedos. Pienso inmediatamente en William y en las ganas que tengo de decirle eso a él. No sé si quiere escucharme en este momento, y lo entiendo –. Voy a enseñaros a ti y a tu hermano a no ser tan orgullosos como mamá ¿vale?

Mi hijo me responde con otro bostezo con el que se cierran sus ojos. Beso delicadamente su cabecita rubia y le arrullo con paciencia, adorando el sonido de su respiración al hacerse profunda con el sueño. Lo acuesto junto a su hermano después, con la espalda y los brazos hechos polvo y mis ojos escociendo, pero feliz de tenerles a mi lado.

Del otro lado de las almohadas, me tumbo junto a ellos y me dedico a observarles mientras echo de menos a William con cada célula de mí, aquí, con nosotros.

Cuando llaman a la puerta de repente, me levanto a abrir maldiciendo porque Wyatt se ha despertado con el ruido.

Abro el dormitorio y descubro a Jennifer ahí.

–Buenos días –me saluda.

–Buenos días, Jennifer. ¿Todo bien con Natalie?

–Sí, todo sigue igual.

ArrodilladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora