Capítulo 38

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♡CAPÍTULO 38♡

–Pues hablemos –concedo, dispuesta a escuchar.

Decido poner distancia entre ambos y quito sus manos de mi rostro, despacio, y me dirijo a la cama, donde me siento a los pies de ésta, mirándole con expectante atención.

Mi corazón parece el epicentro de una ciudad siendo bombardeada.

Él, por su parte, se acerca y se sienta a mi lado, sin darnos opción a ninguno de los dos de permanecer alejados por mucho tiempo.

Los profundos océanos azules que son sus ojos me contemplan con tanta intensidad que noto que provocan temblores en mi vientre.

–Le tengo miedo a lo que siento por ti –le escucho confesar.

Contengo el aliento unos segundos, tensa y cardíaca.

–¿Porque soy la hija de mi padre? –pregunto en voz baja sin poder evitar el temor que me embarga, intuyendo que puede ser exactamente por eso.

William niega con la cabeza y yo exhalo muy despacio, tan despacio que me parece contradictorio por la forma frenética en que mi desbocado músculo palpitante late tras mi esternón.

Su rodilla roza la mía un instante y doy un respingo con la electricidad que su roce me produce en este momento de tanta tensión, con los sentimientos a flor de piel.

–Olvídate de eso, Val. Hace mucho tiempo que no veo en ti solo a la hija de Raymond Spencer. Solo te veo a ti, Valerie. Solo a ti –me aclara y percibo la sinceridad en su mirada, y la mía se cierra en cuanto su mano aterriza con suavidad en mi mejilla, acariciándola con los dedos a los que me abandono segundos antes de volver a abrir los ojos, moviéndome hacia su delicado tacto cálido –. Mi miedo no es por lo que crees. A lo que le temo es a que reacciones y te des cuenta de que has perdonado algo horrible, que en realidad no estás enamorada sino sugestionada o algo así –me dice como si en realidad no supiese explicarse, pero le estoy entendiendo. Toma una fuerte bocanada de aire antes de volver a hablar –. Temo que recapacites, pues temo acabar destrozado con tu rechazo, aunque por otro lado sé que es exactamente lo que merecería después de todo lo que te hecho y el por qué lo hice.

Mi cabeza se mueve de derecha a izquierda, negando mientras proceso y comprendo sus palabras.

Es mi turno de acunar su rostro entre mis manos.

–No tengo nada de lo que darme cuenta, Will. Sé perfectamente y soy muy consciente de lo que he decidido perdonar, y de todos modos yo... yo estoy igualmente enamorada de ti –confieso abiertamente, lanzándome definitivamente al inmenso vacío, sin paracaídas y sin seguridad de nada, pero con la certeza de que necesito extraerlo con palabras de mí, mientras me doy cuenta que el vacío es ese mar azul que tiene por ojos y que tan atrapada me tiene nadando entre sus intensas aguas –. No entiendo cómo pasó, pero sí sé cómo se mantuvo y aumentó. Desde que cambiaste no has hecho más que incrementar cada sentimiento que había en mí por ti, y sustituiste lo horrorizada que estaba con todo lo que pasó entre los dos al principio por el amor que floreció sin pedir permiso de manera incontrolable e inevitable. Y estoy totalmente segura de mis sentimientos. Completamente. Sé que te quiero y eso no va a cambiar.

Me da un inesperado y cortísimo beso en los labios que escalofría dulcemente mi piel, el cual no rechazo, antes de esbozar una leve sonrisa.

–Así que sin pedir permiso... –suspira, hundiendo los ojos en mí –. Supongo que así es como pasa. Es tan inevitable que acojona, tanto como acojona que te rompan.

ArrodilladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora