Capítulo 2

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♡CAPÍTULO 2♡

¿Es él? No lo puedo creer

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¿Es él? No lo puedo creer. ¿El hombre que tengo delante es el que me ha... comprado? Podría decirse así y no estaría muy equivocada. Pero ¿por qué? Me permito unos segundos para observar detenidamente su apariencia y, a medida que pasan los segundos, aumenta mi desconcierto.

Si dijese que el hombre que tengo delante no me parece atractivo estaría mintiendo. Madre mía... él es... demasiado atractivo.

Demasiado para esto.

¿Por qué un hombre como él tendría que recurrir a algo como esto para acostarse con una mujer? Incluso aunque esa mujer sea yo.

Este acuerdo del que todavía no tengo claro todos sus aspectos... es algo demasiado extraño.

Da unos cuantos pasos hacia mí y mis ojos siguen el movimiento que hace su mano al recolocarse el cabello rubio hacia atrás, en un movimiento elegante y casi divino.

Pero ¿este hombre de dónde diablos ha salido?

Su mirada se entorna en un movimiento voraz y doy un paso atrás, pero tengo el sofá a mi espalda, de modo que no me muevo. Sus felinos ojos azules visualizan mi rostro como si él fuese un león y yo su presa, y me siento terriblemente intimidada por esa visible y casi palpable intensidad.

-Tú... ¿tú eres...? -pregunto nerviosamente.

-Sí -dice sin necesidad de más explicaciones.

¡Sí que es él! No lo puedo creer. Es que no lo puedo creer.

A dos metros de distancia se detiene. Lleva, como Matthew, un elegante traje, él de tres piezas azul marino, la camisa blanca y una corbata azul cobalto.

Maldita sea. Está tan serio pero es tan atractivo que no sé cómo tomarme lo que está sucediendo.

-Entonces tú eres el hombre que me ha comprado.

Alza una ceja, movimiento inequívoco de la relación que le une a Matthew. Son primos y, con ese gesto y el ligero parecido, ahora lo constato con mis propios ojos.

-¿Esa es tu forma de darme las gracias por saldar tus deudas y abonar las cuotas del hospital?

Vale. Tiene razón. Bajo la mirada y me aferro tras la espalda a la parte superior del respaldo del sofá como si eso fuese a salvarme de lo que sea.

No parece peligroso pero, de nuevo, pienso... ¿quién que lo sea lo parece? No todo el mundo.

Quizás si fuese un tipo viejo y horrible sentiría miedo, pero en este momento siento una contradictoria mezcla de alivio y aversión. Alivio por su aspecto y aversión por la situación que nos une en estos momentos. Me ha ayudado, sí, pero ¿a qué precio? Y ha sido de un modo cruel.

-Gracias por lo que has hecho por mí -digo de mala gana.

Deberle algo así a alguien que quiere de mí lo que él quiere me repugna. ¿Me daré asco entonces, en su momento, cuando me entregue? Empiezo a dármelo ya solo por haber aceptado.

ArrodilladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora