Capítulo 53

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♡CAPÍTULO 53♡

Si algo tiene bueno Italia, entre otras muchas cosas, es su gastronomía. El chef del barco es tan bueno que, a pesar de lo mucho que estoy disfrutando, no puedo evitar pensar en Marianne, apenada porque no ha venido a este paseo por el lago tan bonito y en el que estoy comiendo como nunca.

Ahora me siento culpable por haberle pedido que preparase algunas cosas y que se haya tenido que quedar por ello.

Merece la pena la culpabilidad.

Ya habrá, espero, otros paseos en barco.

No me canso de pensar en lo mismo; estar aquí es un sueño hecho realidad, y me temo que es por ello que, mientras ataco el plato de los quesos, mis ojos solo se dedican a memorizar el paisaje.

El lago de Como es magnífico. Una belleza como las hay pocas. Su especial encanto me tiene abrumada porque no hay nada que no me parezca absolutamente hermoso.

–¿De verdad no quieres probarlo? –insiste William por enésima vez, ofreciéndome la bebida de su copa. Niego con la cabeza, absorta en las fachadas antiguas y anaranjadas de las casas de la amplia curva que está tomando el barco, todas rodeadas de frondosa vegetación de un vivo verde musgo –. Pero es un Sassicaia producido en la Toscana con un cien por cien de uva Ca...

–Gracias, cielo, pero no me apetece –le interrumpo, mirándole al fin. Le dedico una pequeña sonrisa y me sumerjo un poco más dentro de su brazo, el cual tiene echado relajadamente por encima de mis hombros. Reparto algunos besos por su cuello para que no se moleste por estar rechazando compartir ese exquisito vino con él. Ya me ha dicho seis o siete veces de qué año y qué uva es el vino, además de qué tan exquisito es. El vino es de lo único que está hablando.

–Como quieras.

Por fin parece aceptar mi negativa.

Se queda en silencio mientras me observa de un modo digamos... raro. De no ser por lo único de esta travesía, estaría mucho más disgustada. Él dice que no, y me extraña viniendo precisamente de él gustándole tanto los barcos y sabiendo manejarlos, disfrutando de ir a bordo siempre, pero desde que hemos subido a este barco creo que está mareado o algo y se niega a admitirlo, porque de otra manera no me explico su desconcertante comportamiento silencioso... a excepción de su insistencia por hacer que pruebe el vino, claro.

–¿Te encuentras bien?

–Perfectamente –responde, pero lo cierto es que no le creo.

Frunzo el ceño, extrañada. No parece el mismo William enérgico y contento que era antes de que subiésemos en el barco. No estoy tan cegada con el paisaje como para no haberme percatado de su drástico cambio repentino a un estado ausente inexplicable.

Teniendo en cuenta lo que quiero hacer cuando acabemos este paseo, comienzo a ponerme más nerviosa de lo que ya estaba. Nervios que, afortunadamente, estar en esta maravillosa travesía ha aplacado un poco. Pero ahora, con la actitud de William, vuelvo a estar tensa.

–Nuestra terapeuta no estaría muy contenta al verte mintiéndome tan descaradamente.

Chasqueando con la lengua, me atrae hacia él y besa mi sien, manteniendo los labios sobre mi piel por varios segundos en los que siento cómo aspira el aroma de mi pelo. Cierro los ojos y lo disfruto mientras dura, con su olor impregnando mis fosas nasales de la conocida fragancia suya que tanto me gusta y calmándome, solo un poco, con la cercanía cálida que me acaricia los sentidos.

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⏰ Última actualización: Jun 30 ⏰

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