Capítulo 20

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♡CAPÍTULO 20♡

Ocho semanas después...

Son pocas las veces que acepto venir a casa de Matthew. Organiza cenas íntimas, en las que somos unas veinte o veinticinco personas aproximadamente, según la ocasión, que parecen eventos de doscientos invitados. Personas que pertenecen al círculo de Savannah y mío y al de Matthew.

Tengo muy claro que lo de ser el anfitrión perfecto a él no solo se le da fenomenal, sino que le encanta.

Me fijo en mi amiga y las ganas de sonreír entran fáciles en mí. Contemplo sus labios felizmente curvados desde un extremo de la terraza y no puedo evitar sentirme bien con la felicidad que exuda por los cuatro costados, siendo testigo del más que evidente amor que emanan ella y Matthew mientras chocan sus copas al brindar, enamorados, desbordando complicidad e ilusión por esta nueva relación que han comenzado. El floreciente amor, cada día más notorio entre ambos, me tiene más que sorprendida por lo inesperado de la situación, pero no por eso me alegro menos.

Desde que formalizaron su relación hace escasas tres semanas se les ve tan bien que da hasta envidia verlos juntos. Claro que Savannah es mi mejor amiga, es como una hermana para mí, y a mí la envidia no me nace, pero sí la felicidad por su felicidad. Y verla bien, feliz, contenta e ilusionada es maravilloso.

El modo en que Matthew la cuida, la trata, la protege, la hace sonreír, la apoya y, principalmente, la forma en que la respeta, ha logrado que lo vea como el hombre perfecto para ella. Se ha ganado a pulso ser merecedor de alguien tan maravilloso como Savannah, y he de admitir que Matthew es igual de estupendo y bueno que ella. Al menos eso es lo que está demostrando, de modo que no puedo reprocharle ningún mal gesto o mala actitud para con ella. Todo lo contrario.

Si me llegan a decir aquella noche que conocí a Matthew que se convertiría en el hombre que le devolvería la ilusión a mi amiga, que se había cerrado en banda a enamorarse tras pillar a su primer y único amor en la cama con su prima hace ya tiempo, no me lo habría creído.

Pero ahí están, juntos y más que encantados de haberse conocido.

–¿Por qué tan solita? –la voz de Cooper me saca de entre mis pensamientos.

Mirándome con una sonrisa, copa de champán en mano, se apoya en el muro a mi lado.

–Desde aquí las vistas al río son mejores –miento, porque siendo sincera estoy aquí porque no me apetece relacionarme mucho con la poca gente que hay en la cena de esta noche en casa de Matthew ahora mismo.

Cooper echa la vista atrás y asiente despacio, contemplando el río Harlem.

–Guau –silba, impresionado –. Tienes razón. Desde luego que tienes razón. De ninguna manera son las vistas al restaurante chino y la tienda de electrónica que se ven desde el balcón de mi piso –bromea aunque diciendo la verdad, haciéndome reír.

–Pues siendo honesta yo preferiría estar en tu piso ahora mismo.

–Ah ¿sí? –da un sorbo al champán y asiento, convencida de ello.

Cuando Cooper se enteró de mi... ¿ruptura? Sí, podría decirse que lo que ocurrió es que William y yo rompimos. Cuando mi amigo se enteró no dudó en enviarme un mensaje diciéndome que esperaba que me recuperase pronto emocionalmente, ya que Bianca se fue de la lengua y le dijo que yo estaba hecha una auténtica mierda. No mentía, y no me enfadé con ella por comentárselo. Cooper no dudó en decirme que contase con él para lo que necesitase, y en cierto modo eso fue lo que incentivó la reanudación de nuestra relación de amistad.

Quedé con él para tomar un capuchino cerca del hospital muchos días después de ese mensaje, el cual debo decir que no contesté hasta que me encontré capacitada para hablar con otra persona que no fuese Savannah, y desde entonces hemos recuperado la amistad como lo era antes de que la presencia de William en mi vida eliminase a Cooper de la ecuación.

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