Enero de 1954
-¿Qué estás haciendo aquí exactamente?- Dijo, exasperado.
Yule acababa de terminar hacía unos días y parecía que su tiempo para descansar había terminado. Malfoy se había pasado por el apartamento cada dos días desde que se conocieron, pero no había podido hacerlo desde que empezaron las vacaciones. Hadrian -(Orion se había dado cuenta de que no había interiorizado bien el nombre cuando se le había olvidado contestar a Malfoy por cuarta vez y le había pedido en privado que hiciera un esfuerzo por pensar en sí mismo como Hadrian)- no se había esperado que el rubio apareciera literalmente el día después.
Había visto a Orión esporádicamente, ya que se esperaba que pasara su tiempo en el castillo y sólo podía ausentarse una o dos horas cada vez. Se había pasado por el 26, a primera hora de la mañana para que no le echaran de menos, para darle un regalo. No era nada especial -(aunque, como era de esperar, no menos caro)-, sólo una funda de varita de piel de dragón para que dejara de usar la que Orion le había prestado y un juego de tres preciosas plumas estilográficas (de estilo muggle) de color negro y plateado con sus iniciales grabadas. Estaban encantadas, de modo que podía atarles un tintero para no tener que recargarlas, y un conjunto de runas autolimpiables. Harr... Hadrian había deseado poder regalarle algo a Orión también, pero no sabía qué y todo le parecía tan poco en comparación.
Aun así, se prometió a sí mismo que lo haría mejor el próximo año. Que no era el problema ahora. Su problema era el rubio que parecía pasar más tiempo en su casa que en la suya.
-Por qué, uno pensaría que no te gusto si te oyeran decir eso-.
Había regresado de su carrera matutina -(se había vuelto a encontrar con el sanador Robards y le habían dado permiso para aumentar sus ejercicios y dejar las pociones de fortalecimiento muscular y uno de los ungüentos)- y se dirigía a su cuarto de baño para asearse cuando había visto por el rabillo del ojo un cabello blanco plateado. Acercándose, había visto a Malfoy tumbado en el sofá, leyendo tranquilamente un libro. El hombre sólo lo había mirado cuando había hablado.
-Eso no es una respuesta-. Dijo.
-Ah, a mi madre se le metió en la cabeza cambiarme el vestuario, otra vez, así que me fui-. Malfoy señaló su túnica.
-¿Y viniste aquí?- Echando un vistazo, vio la túnica azul noche que representaba el cielo, constelaciones incluidas, sujeta por un cinturón plateado a la cintura y tanto la pluma de su oreja como la cinta que ataba su trenza hacían juego con ella. No era de las peores que había llevado, en su opinión.
-Supuse que estarías solo, Orión vino ayer por la noche quejándose de que el último de sus parientes lejanos había decidido quedarse una semana más y su madre le había pedido que se quedara a ayudar-. Hadrian hizo una mueca, por mucho que Orión quisiera a su familia -(y lo hacía, era una revelación)- también se merecía tomarse un descanso. Toda la familia junta, con todas las ramas que tenían, podría superar las 300 personas. -Sí, no sé cómo lo hace. Yo me volvería loco-.
-Creía que ya lo estabas-. No esperó respuesta, se dio la vuelta y siguió su camino. Había una ducha con su nombre esperándole.
-No ese tipo de locura-. Dijo Malfoy, y Hadrian pudo imaginarse la cara de dramático ofendido que había puesto. Miró por encima del hombro.
-Si sigues viniendo, voy a empezar a cobrarte la comida, para tu información-.
-Pero si no le cobras nada a Orión-.
-En realidad, él ya lo paga. Tú eres el que gorronea-.
Mientras entraba en su habitación, oyó a Malfoy preguntar qué era gorronear. Claro, ¿la gente ya usaba esa palabra? Ah, bueno...
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THE MISSING PARTS OF HISTORY
FanfictionEn retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso. Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vi...