Capítulo 6: Unspeakables

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5/8/1953                              

Se tumbó en la cama. Tenía que levantarse, vestirse y desayunar con Harry. Luego tenían que ir al Ministerio. La carta de confirmación de la reunión había llegado a última hora de la noche anterior, informándoles de que sería por la mañana temprano. Malditos Ineflables. Después de eso, todo estaba en el aire. Por lo que él sabía, los Inefables podían enviar a Harry a otro país o incluso a casa de los Potter. Pero el chico le caía bien, así que esperaba que le permitieran mantener el contacto.

Morgana, apenas podía creer lo que estaba pasando. Estaba seguro de que sus amigos no le creerían si se lo contaba. No es como si fuera a convertirse en padre o algo así. Harry parecía haber crecido lo bastante rápido como para no necesitarlo. Una mano que lo guiara, claro, pero todo el mundo necesitaría una en su situación. Se permitió sentirse confundido por todo aquello, y luego enfadado, pero lo olvidó rápidamente.

Se levantó, hizo sus necesidades, se duchó y se vistió. Una rutina sencilla, algo que le cimentaba en su simplicidad, había hecho las mismas cosas en el mismo orden desde que era un niño. Organizar mentalmente los primeros asuntos que tenía que atender en el día le ayudaba a concentrarse, le daba los primeros pasos, todo lo demás podía venir solo.

Cuando llegó al comedor, donde ya estaría servido el desayuno -(Kreacher era eficiente y aprendía rápido su rutina, aunque sólo fuera eso)-, se encontró a Harry esperando junto a la puerta. Enarcó una ceja, con una sonrisa burlona a punto de salir, y Harry se encogió de hombros. Era divertido, cómo le había dicho a Harry más o menos el orden de sentarse y él ya estaba intentando respetarlo, aunque parecía incomodarle. Entrañable, y prometedor. Como Harry aprendía rápido, a Orión le resultaría fácil enseñarle bien en poco tiempo.

Cierto, tenía que dejar de asumir que iban a seguir viéndose. Era tan fácil. No debería serlo.

-Buenos días, Harry-. Sorprendido, el adolescente frunció el ceño, pero sólo asintió.

-Buenos días, Heredero Black-.

Se sentaron a la mesa, guardando temporalmente silencio. Orión se tomó su tiempo para apreciar a su recién conocido. Todavía tenía el pelo revuelto pero, como había previsto, su piel era más clara que la de Charlus y Fleamont, así que había al menos unas cuantas generaciones entre ellos, aunque quizá Harry se parecía en eso a otra parte de su familia. Los ojos verdes -(Verde Avada, nunca había visto nada igual, había visto la Maldición una sola vez y no podía olvidarlo, tener esos ojos sobre él era...)- eran definitivamente de su madre, ya que había dicho que fue su padre quien le dio el apellido Potter. Llevaba puesta otra de las camisas de Orión, una azul, junto con unos pantalones negros y un par de botas negras. Las mangas de la camisa volvían a estar remangadas, y no creía que fuera capaz de convencer al adolescente de que dejara de hacerlo. También le había dejado una bata, pero no se la había puesto. Se la dejó puesta, porque sabía que Harry no se había criado en el mundo mágico. La mayoría de los nacidos de muggles no entendían la moda mágica, no es que los culpara, pero era tradicional y no sería él quien lo mencionara entre sus compañeros.

-¿Estás listo para la reunión?-.

-¿Ya? ¿Cuándo es?- Cierto, Harry ya se había dormido cuando llegó la lechuza.

-Tenemos que estar en el Ministerio a las nueve-.

-De acuerdo. ¿Qué vamos a hacer exactamente?-.

-Primero explicaremos tu... problema. Sin detalles. Al menos deberíamos reunirnos con alguien que conozca la Magia del Tiempo antes de dar detalles. Luego, seguiremos cualquier procedimiento que tengan para esto. Si es que hay uno-.

THE MISSING PARTS OF HISTORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora