Capítulo 61

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Diciembre de 1955                                  

-Tenemos que hablar de Yule-. Dijo Abraxas mientras Hadrian se pintaba las uñas.

-¿Por qué?- Preguntó.

Todavía quedaban unas semanas, y no había forma de que pudieran volver a escaparse. No es que Orión no quisiera, mucho quería, pero dos años seguidos harían sospechar a sus padres y no necesitaba eso ahora. No cuando Lucretia ya se había enfrentado a él por guardar secretos y mentir.

(Él no había mentido en absoluto y se lo había hecho saber. El hecho de que ella esperara que pasara Samhain en Grimmauld y él no, no lo convertía en un mentiroso, aunque le molestara tener que admitir que no vivía allí a tiempo completo. Por suerte, ella había prometido no decir nada. Siempre había respetado así su intimidad).

-Mi padre envió otra carta. Quiero decirle que estaré en los Alpes este año, no quiero ir a la mansión, no estoy preparado, pero eso significa que tenemos que planearlo. Mi tía también ha estado preguntando por ti, Rian. Sería bueno visitarle-.

-No me importaría ir, pero sólo si Orión puede escaparse-. señaló Hadrian. -¿Puede?-.

-No para las vacaciones, pero... Déjame ver cómo está mi agenda. Un momento-. Invocó su diario y pasó las páginas. Luego hizo una mueca. -Estoy completo hasta el 1 de enero-.

-Hmm-. Abraxas los miró. -Si a los dos les parece bien, ¿por qué no vamos Hadrian y yo, digamos el día 23, y Orión viene en cuanto esté libre? Nadie ha dicho que tengamos que volver justo después de las vacaciones, podemos celebrarlo un poco más. Quedarnos allí una semana más-.

Compartió una mirada con Hadrian y dejó escapar una vista. En realidad no importaba, ya que no podría ver a ninguno de los dos durante esos días. Y esta era una buena manera para Abraxas de librarse de sus padres por, tal vez, otro par de meses. Probablemente se vería obligado a volver el día de su cumpleaños. A Orión no le gustaba pensar en esa inevitabilidad.

-Me parece bien, siempre y cuando ninguno de ustedes vuele el lugar antes de que yo llegue la mañana del día 2-.

-Entonces podemos hacerlo después. Entendido-. Dijo Hadrian, sonriendo mientras mojaba la pintura de uñas en la botella.

-Hadrian, no-.

La sonrisa de Hadrian crecio y Abraxas se rio de el. ¿Qué había hecho, aceptar dejar a estos dos alborotadores solos en una montaña durante casi dos semanas?.

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-Toma, te he traído algo-.

-¿De dónde has sacado las manzanas?- dijo Hadrian, cogiendo la cesta llena de frutas y dejándola en una de las esquinas de los mostradores, de cara a la pared.

-De una tienda-. Se quedó mudo. -Fui a un vivero, y las conseguí por el camino, no podía esperar más, lo siento. Ahora somos los orgullosos propietarios de tres manzanos jóvenes y un gran arbusto de Rowan. Los plantaremos cerca del invernadero. El Rowan, no los manzanos, esos están un poco más atrás-.

Y eso era mucho decir, porque se había asegurado de que el invernadero estuviera bastante lejos de la casa. Los invernaderos no deberían estar tan cerca, por si necesitaban reformas y ampliaciones. Por ahora, el que tenían les servía bien para los ingredientes de pociones de Hadrian y sus nuevas hierbas, así que no hacía falta, pero más valía prevenir que curar.

-De acuerdo, siento no haber podido hacer tiempo para ir contigo-. Dijo Hadrian, contrariado. Había sido él quien se había ofrecido, pero estaba tan agobiado que lo había olvidado. Abraxas se lo quitó de encima, sin dejar de sonreír. -Tal vez podría hacer un pastel o algo así, ¿te gustaría?-.

THE MISSING PARTS OF HISTORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora