Septiembre-Octubre 1954
-¿Qué es esto?- Preguntó, leyendo el pergamino que Orión le había entregado justo antes de salir por la puerta.
-Tu nuevo plan de ejercicios. Si Abraxas quiere que empieces a forjar lo vas a necesitar. También te conseguiré un par de muñequeras encantadas, para añadir peso-.
-¿Por qué? ¿No es suficiente lo que ya hago?-
-Ya te gustaría. No, necesitas mucha más fuerza en la parte superior de tu cuerpo. Brazos, hombros, torso. Mucha resistencia también, aunque esa parte es bastante fácil para ti, no estás acostumbrado a ejercicios basados en la fuerza y aunque va a pasar un tiempo hasta que Abraxas te suelte en el laboratorio, no lo hará a menos que sepa que estarás a salvo-.
-¿Por qué ser más fuerte me haría más seguro?-. Se sentía como si estuvieran jugando a las veinte preguntas y, sin embargo, sólo se encontraba más confuso.
-¿Qué pasa si estropeas una poción?- Preguntó Orión, mirándolo como si fuera idiota. O tonto.
-¿Depende?-.
-Sí, ahora añade fuego y metales peligrosos a la mezcla-. Tragó saliva, el resultado no sería agradable. -La falta de resistencia hará que te canses en mitad de la forja, y la falta de fuerza hará que no puedas ver realmente los procesos alquímicos, lo que equivale a una poción chapucera. Así que haz lo que te digo o te prohibiré continuar con la alquimia-.
-De acuerdo, lo siento. Sólo estaba confundido-.
-Mejor que así sea, no voy a jugar con tu seguridad-. Dijo Orion, severo. -Ahora shoo, quiero ir a la cama un poco más-.
-Adiós, entonces. Que duermas bien-. Dijo, dándose la vuelta y asegurándose de que la puerta estaba cerrada detrás de él. No había querido que el hombre se enfadara con él. Sólo tendría que asegurarse de seguir su nueva rutina al pie de la letra para que Orión viera que se estaba tomando las cosas en serio, no debería ser demasiado complicado.
(Se perdió la expresión confusa de Orión, demasiado perdido en sus pensamientos como para mirar atrás).
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-¿Te importaría decirme qué tienes en mente, hermanito?-.
Su hermana le sacó de sus pensamientos. Por un momento pensó en mirarla mal, pero no lo hizo, no sería propio de él.
(¿Cuándo había empezado a preocuparse por las facetas de él que veía su familia?)
Habían pasado unos días desde su... pelea... ¿fue una pelea? No lo sabía, sólo había sido una conversación, y todo había seguido como siempre. Hadrian ni siquiera había aludido a ello, pero aún así le traía un sabor amargo a la boca y no podía apartarlo de su mente. Ni siquiera sabía si había algo mal.
Había hablado con Hadrian, el adolescente había aceptado y se había marchado. Y cuando volvió, todo seguía igual. No pasaba nada. Entonces, ¿por qué le molestaba tanto?
Miró a Lucretia, disimulando su no-turbulencia interior.
-He tenido algunos problemas con un proyecto-.
-¿Cuántas veces vas a dar la misma excusa, Orión?-. Preguntó ella. Y aunque no era lo que le molestaba ahora, era uno de sus problemas.
-Intenta encantar el cristal para reflejar la mente de alguien, Lucretia, si lo consigues no volveré a quejarme delante de ti-.
-¿Así que un pensadero?-.
-No, los pensaderes guardan recuerdos. Lo que quiero es una forma de ver a través de los ojos de otra persona en tiempo real-.
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THE MISSING PARTS OF HISTORY
FanfictionEn retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso. Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vi...