Capítulo 32

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31/10/1954                                    
Parte 2                                          

Una hora más tarde, Abraxas seguía intentando -(y fracasando estrepitosamente)- controlar su respiración y los latidos de su corazón.

Sabía que Hadrian tenía que ser un Potter, y los Potter llevaban la sangre de los Peverell, la última que quedaba. Samhain solía ser cuando el velo entre la Vida y la Muerte era más delgado, pero seguían separadas. Samhain, con un descendiente de un Peverell, lo sabía por algunos de los Malfoys anteriores que se llevaban bien con ellos antes -(Grindewald había exterminado a la línea principal antes de que estallara la guerra de verdad)-, era trascendental, lo más cerca que podías estar de atravesar el velo y aun así volver entero... o casi. Nunca se había sentido tan cerca de sus parientes del pasado como aquella noche, y se preguntó cómo sería para Orión. La magia de los Black estaba tan asentada en suelo británico como la de los Malfoy en Francia, así que ¿cómo sería recibir la visita de todos tus antepasados en la misma tierra que los había visto nacer?.

Había sido tan repentino que aún no se lo podía creer.

Incluso ahora podía sentir la magia de la Muerte aferrándose a él, sentirla en sus huesos y hasta en su alma, cada uno de sus sentidos absorbiendo el poder en bruto sin ninguna forma de filtrarlo. Era abrumador, y aun así se sentía como si volviera a casa. Como si le hubiera faltado algo toda su vida y no lo supiera, y ahora lo supiera y no entendiera cómo había podido vivir tanto tiempo sin... sin...

Lo dejó sin aliento. Su Don siempre le había ayudado a comprender el mundo mucho más profundamente que nadie y había pensado que ya no había nada que pudiera sorprenderle. Ahora se sentía como estrellarse contra el suelo tras una caída infinita... y estar agradecido por ello. Era aterrador y hermoso y en un plano diferente al que estaba acostumbrado y sabía que nunca podría ver el mundo de la misma manera.

(Había pensado que la última vez que algo así podía ocurrir era cuando había Despertado, qué equivocado estaba).

Había creído entender por qué los rituales eran tan importantes, pero no se comparaba con esto. Hacía mucho tiempo que no se sentía agradecido por ser un Mago, pero ahora la abrumadora sensación casi le hizo caer de rodillas y tuvo que sentarse o caer al suelo sin ningún tipo de gracia.

-Yo...-

Lo sacó de sus pensamientos un susurro. Mirando a Hadrian, el adolescente le devolvió la mirada pero... No.

Hadrian estaba mirando en su dirección general, pero no estaba mirando, no realmente. Todavía perdido en su neblina, las lágrimas seguían cayendo de sus ojos sin ser notadas. El corazón de Abraxas dio un doloroso apretón, una queja que le decía que se moviera, que calmara.

Se levantó, con cuidado y despacio, y caminó con pasos medidos hacia el adolescente. Por mucho que deseara cogerlo en brazos, tenía que ocuparse del círculo ahora que nadie iba a utilizarlo. Primero cogió la vela, cuya llama era estable y no mostraba signos de apagarse, y la dejó encima de la chimenea. Ardería toda la noche sin más ayuda, bien. A continuación, buscó la runa de conexión a tierra principal del conjunto, cortó la entrada mágica de la misma y limpió la tiza con un pañuelo, apagando todo el círculo de forma segura sin tener que borrarlo todo. Podría hacerlo por la mañana.

Incluso sin el suave resplandor dorado que había estado bañando el apartamento durante horas, el salón seguía lleno de luces parpadeantes, no lo suficiente como para ser una molestia para sus ojos, la magia fluía libremente tras la finalización del ritual. Ni Hadrian ni él debían usar magia alguna hasta que hubieran pasado unas horas, como mínimo, la mayor parte de ella drenada por el ritual o desquiciada por la función limpiadora que tenía.

THE MISSING PARTS OF HISTORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora