Capítulo 27

1.6K 243 14
                                    

31/7/1954                                             

-Rian, Rian despierta-.

-¿Qué? ¿Ha pasado algo?- Se despertó con un sobresalto.

Él alcanzó para sus anteojos en su mesita de noche pero los encontró que eran empujados en su cara -(cuidadosamente, ninguna necesidad de apuñalar sus ojos con él)- en lugar de otro. Parpadeó, intentando ahuyentar el sueño. Afuera seguía oscuro, apenas entraba luz por la ventana. Fue Orión quien le despertó, sentado a su lado en la cama.

-¿Qué hora es?- Preguntó cansado.

-Un poco más de las 5 de la mañana. Ahora levántate, que tenemos cosas que hacer-. Dijo su amigo, levantándose y ofreciéndole una mano, arrastrándole y dándole un corto abrazo antes de soltarle.

-¿Cosas? ¿Qué cosas? ¿Por qué tan temprano? Y yo aquí, durmiendo por fin-. Se quejó, y no le importó si estaba haciendo pucheros y más bien sonaba como si estuviera lloriqueando como un niño. No había sido una buena semana, ¡maldita sea!.

-Sí, cosas. Ve a ducharte y a vestirte. Abraxas se está ocupando de su pelo así que échale del baño-.

Se rió, como si tal cosa. Cogió la ropa que Orión le tendía y se dirigió al baño, sin molestarse siquiera en saludar a Abraxas mientras abría el agua caliente. Viendo que le faltaba bastante sueño, se sintió orgulloso de haber llegado hasta aquí en línea recta y sin tropezar con el aire.

-¿Buenos días a ti también?- Oyó decir a Abraxas mientras se desvestía. Resulta que compartir las duchas de quidditch con chicos mayores que él en años, durante años le quitaba casi toda la vergüenza de hacer esto delante de otra persona. Da igual, ya lo pensaría más tarde.

Estaba bastante seguro de haber respondido a Abraxas con un gruñido, o un gemido, no lo sabía. Sin embargo, en quince minutos había entrado y salido de la ducha, sólo había estado a punto de dormirse dos veces y se había quitado todo el shampoo del pelo, así que había ganado. Llamó a su toalla y se la ató a la cintura antes de salir e ignorar el chillido de Abraxas, ayudando al mayor a trenzarse el pelo antes de colocárselo en un moño bajo que, con suerte, aguantaría unas cuantas horas. Por suerte, el vapor de la ducha era aspirado por unas runas talladas en la parte superior o Abraxas habría tenido que secarse el pelo por segunda vez.

¿Por qué Abraxas estaba tan rojo? Da igual, no tenía energía suficiente para cuestionárselo.

Despidió al rubio y se vistió rápidamente. Estaba seguro de que obedecer las órdenes de Orión sin cuestionarlas era un error, quién sabía en qué estaría pensando aquel hombre, pero no era ni mucho menos la primera vez que le despertaban a quién sabe qué hora para realizar alguna misteriosa actividad de suma importancia, así que sinceramente estaba acostumbrado.

Se cepilló el pelo y se puso un poco de producto capilar que le dejaba el pelo algo sedoso -(maldito Abraxas, ahora tenía que cuidarse el pelo rutinariamente o le arrastrarían de vuelta y le obligarían a hacerlo de todas formas)- para al menos controlar la forma en que le caía por todas partes.

Al salir, encontró a Orión muriéndose de histeria mientras Abraxas estaba... ¿escondiéndose la cara entre las manos? ¿Por alguna razón? ¿Y golpeando repetidamente su cabeza contra la pared? ¿No debería doler? ¿Realmente no estaba despierto y sólo estaba teniendo algún tipo de sueño extraño que no sería capaz de recordar por la mañana?.

Una posibilidad muy probable, mejor ver a dónde iba esto, entonces.

Le tomó algún tiempo a Orión calmarse y a Abraxas terminar lo que sea que estaba tratando de lograr.

THE MISSING PARTS OF HISTORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora