Capítulo 14

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15/12/1953                                

-Hadrian, éste es Abraxas Malfoy, el mejor aritmético de nuestro país y mi mejor amigo desde hace varios años-. El ojo de Harry se crispó, de mala manera.

De repente no le importaba su vista, deseó que Orión no le hubiera mejorado las gafas hacía meses. Nunca había pensado que alguien tuviera peor gusto para la ropa que el profesor Dumbledore, pero al parecer se equivocaba. Así que... Muy. Equivocado. Malfoy llevaba unas túnicas que debían de haber sido vomitadas por un unicornio o algo así, de todos los colores existentes, las llevaba él, como si los colores se mezclaran entre sí mientras figuras negras como el carbón de personas y criaturas mágicas se movían por ellas en una danza aparentemente aleatoria. Si no fuera por el pelo casi blanco, la piel casi blanca pero ligeramente rosada y el hecho de que parecía un Draco adulto con el pelo más largo, los ojos azules y una mejor figura en general -(además, era más alto, más de metro ochenta, Merlín se sentía bajo en comparación con los otros dos)-, habría pensado que Orión estaba intentando gastarle una broma. Diablos, ¡el hombre llevaba una maldita y odiosa pluma de pavo real púrpura colgando de su oreja derecha! Oh, también, este Malfoy sonrió. Estaba aterrorizado. ¿Por qué había accedido a esto otra vez?.

-Abraxas, este es un amigo mío, Hadrian Evans-.

-Un placer-. Harry estaba ahora aún más asustado. No sólo el rubio había dicho esas palabras como si las dijera en serio, sino que su rostro había hecho algo en la forma en que miraba a Orión. -Ahora, Orion, no me habías dicho que tenías un adolescente escondido. ¿Por qué no?-.

Y bueno. Harry estaba acostumbrado a las cosas extrañas. Tuvo toda una infancia de ellas, ya que no tenía ni idea de magia. Podía enfrentarse a Señores Oscuros, basiliscos, hombres lobo, incluso a gente que quería su sangre sólo porque se había atrevido a vivir más allá del año y medio. Había sido golpeado, atacado y perseguido por criminales asesinos.

No esperaba que Orion Black, el perfecto y sereno Heredero de la Casa Black, se sonrojara y tartamudeara. Por un comentario. Tardó algún tiempo en comprender la implicación antes de que todo pensamiento sobre la inusual reacción de Orion se desvaneciera en el fondo de su mente -(no para ser olvidado, sólo temporalmente ignorado)- en favor de tratar de disipar el rubor de todo el cuerpo que lo invadió con su entrenamiento de oclumancia.

Sabía que debería decir algo, pero lo único que podía hacer era observar a los dos amigos y tratar de ganar algún tipo de disputa sobre Orión manteniendo a un adolescente para él solo, que, ¿qué?.

-Cállate, cerebro de pavo real. No es así, ¡maldita sea!-.

-Oh, ¿y cómo es? Dímelo-.

No. Simplemente no. Se dio la vuelta sin decir palabra y, usando toda su habilidad para caer en el segundo plano que había adquirido mientras estaba con sus parientes, se deslizó hasta la cocina -(un espacio abierto, pero ya no justo al lado de los otros hombres)- y puso en marcha una tetera para Malfoy y Orión y una taza de café para él. Oyó un "Bueno, si no lo estabas escondiendo, entonces no te importa que venga más a menudo, ¿verdad?" y lo convirtió en dos tazas. Había sabido que los dos eran amigos mucho antes de venir al pasado, pero otra cosa era verlo. Orión se estaba enfadando y Malfoy no hacía más que echar leña al fuego.

Pronto sería fuego literal, si el rojo en las mejillas, el cuello y las orejas de Orión era algo a tener en cuenta.

Tan concentrado estaba en su tarea, que no se dio cuenta cuando alguien se sentó frente a él en la isla.

-Bueno, Evans. Me han dicho que tienes un pequeño problema con una cicatriz de maldición...- ¿Dónde estaba Orion? No me digas que se fue , pensó. -Orion ha ido a buscar un par de pergaminos al respecto en tu despacho, no te preocupes. Así que, cicatriz-.

THE MISSING PARTS OF HISTORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora