Capítulo 29

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11/9/1954                                            

-¡Despierta dormilón, hoy tenemos cosas que hacer!-.

Gimió, escondiendo la cabeza bajo la almohada. A la mierda, iba a matar a Abraxas. Dicho hombre le quitó su última defensa contra la luz que entraba por las cortinas ahora abiertas.

-Realmente necesitas levantarte, Rian, por favor-.

-No quiero-.

-Ahora estás siendo infantil-. Se volvió para mirar al hombre, haciendo pucheros.

-Tengo dieciséis años, al menos tengo la excusa de la edad-.

-¡¿Perdón?! ¡¿Estás diciendo que soy infantil?! ¿Cómo has podido?- Se rió ante la fingida ofensa del hombre.

-¿Por qué te has levantado tan temprano? ¿Y dónde está Ry?- Dijo al no encontrar a su amigo al otro lado de la cama.

-Llamaron los duendes. El proyecto egipcio está en marcha. Va a llevar años, pero han accedido a cooperar con él. Pensé que podríamos hacer algunos recados y luego recogerlo. Salir a comer, ¿sabes? Así que levántate y prepárate-. Sintió que Abraxas se inclinaba y le besaba la coronilla antes de salir de la habitación.

¿¡Qué coño...!? ¿Por qué siempre hacía esto? Nunca podía reaccionar y luego se le hacía raro sacar el tema. No es que Abraxas no hiciera lo mismo con Orión, y el hombre tampoco decía nunca nada, así que ¿quizá era un comportamiento normal de Abraxas que él no había conocido hasta hacía poco? Pero estaba tan seguro de que los niños de sangre pura no hacían cosas como esas, que tal vez se trataba simplemente de Abraxas comportándose como siempre...

No importaba. Quiso gritar contra la almohada, pero Abraxas la había tirado al otro lado de la habitación, probablemente para obligarlo a levantarse. Y maldita sea, funcionó.

Se levantó con un resoplido, se dio una breve ducha y se vistió con unos pantalones de correr y una simple camiseta con chaqueta. Aunque suerte si Abraxas quería que se vistiera. Se llevó un cepillo al salón, donde Abraxas ya estaba preparado y esperándole sentado en el sofá, y se lo metió en la cara al rubio. Se sentó a su lado, dándole la espalda. Abraxas no perdió el tiempo y empezó a cepillarle el pelo, con cuidado de no tirar demasiado fuerte.

El hombre había tomado la costumbre de hacerlo todas las mañanas y tardes -(aunque Hadrian le devolvía el favor antes de acostarse para que Abraxas no tuviera que hacerlo cuando estaba cansado)- que pasaba en el apartamento, alegando que no creía que Hadrian se ocupara de él como era debido.

-¿Qué te tiene de tan mal humor?-.

-Cállate, simplemente lo estoy. ¿Quizá fue el arrojarme luz a la cara o que me gritaras que me despertara? Elige-.

-Culpa mía, culpa mía. ¿Qué, quieres que te abrace para despertarte?-.

-Sería mejor que esta mañana, gilipollas... ¡Eh!-. Abraxas lo atrajo a su regazo por la cintura y siguió cepillándole el pelo como si nada, con uno de sus fuertes y ágiles brazos aún rodeándolo. -¿Qué haces?-.

-Te estoy abrazando hasta despertarte-.

-¡Ahora no, Malfoy, ya estoy despierto!-. Dijo, sintiendo como si le ardiera la cara. Abraxas sólo se rió e ignoró su réplica.

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-¿Qué 'recados' tienes que hacer, de todos modos?- preguntó Hadrian.

Un poco tarde para preguntar, si quería la opinión de Abraxas, pero si Hadrian estaba dispuesto a seguirlo sin pedirle detalles eso significaba que confiaba en él, ¿no? Abraxas iba a interpretarlo así.

THE MISSING PARTS OF HISTORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora