Sam estuvo de acuerdo con pasar a la casa de Bailey para que nos ayudara con analgésicos y remedios para pasar la cruda de anoche. Mis ojos rezaban por dormir y mi cabeza me dolía tanto que quería llorar. Pero sabía que eso lo empeoraría, así que me aguanté.
Mientras manejaba, Sam se llevaba las manos a la cabeza y comentaba cosas que recordaba antes de perder el control y haberlo rayado con mi labial rosa que me había costado caro. Después de media hora de hablar sobre eso, mis ojos comenzaron a llorar por el exceso de dolor que mi cabeza acumulaba.
-creo que aún tengo el sabor a vómito-comentó.
-yo también.-dije con dolor.
Y después de todo eso, estuvimos callados porque ambos sabíamos que era doloroso para hablar y hacer pensar tu cerebro en qué decir.
Digo todo con que ni siquiera nos dio ganas de escuchar música porque... Porque el sonido.... El sonido es un asesino en este momento.
No quería acelerar y hacer que los policías nos pararan e hicieran una inspección en el auto... Y menos en nosotros con el alcoholímetro. Sería muerte segura. Así que traté de manejar normal y tranquilamente para salir de aquí sanos y salvos.
Una media hora después oí mi estómago rugir y me sentí fatal de no haber comido desde las doce... En este caso, hablábamos de las dos cincuenta y seis de la tarde. Y yo no había comido ni una migaja de pan. Pero al poco rato me alegré porque le llamé a Bailey y le dije lo que había pasado. Ella se sorprendió sobre lo ocurrido y me dijo que sí porque sus padres habían salido de la ciudad a comprar cosas para remodelar su habitación y estaba sola en casa.
A los pocos minutos estábamos fuera de la casa de Bailey y salimos rápidamente a tocarle a la puerta porque el sol atacaba.
Ella abrió y se tapó la boca con la mano en forma de sorpresa.
-ME HAS HECHO EL PUTO DIA-gritó y la callamos porque hacía mucho ruido. Luego ella se disculpó y nos hizo pasar.
-woah...-Sam admiró la casa. Era una casa tipo rústica y indie al mismo tiempo. Siempre le digo a Bailey que desearía vivir en su casa.-Tu casa es muy genial...-Sam se quejó se su propia voz.
-Suban a mi cuarto. Yo les prepararé mi remedio casero.-Bailey se encaminó a la cocina.-Apaguen las luces y tírense donde más les guste.-Bailey abrió el refrigerador y tomé a Sam por el brazo y lo encaminé por las escaleras y entramos en el cuarto de Bailey que, Sam lo amó más que la propia casa.
-este es..-hizo una mueca de molestia por el ruido- el cuarto más genial...-Y se calló. Prefirió quedarse el comentario entre él.
Él apagó la luz y yo cerré las cortinas electrónicas y el cuarto se puso oscuro.
Yo me tiré en el suelo junto con Sam y perdí la noción del tiempo porque dormimos profundamente. No soñé y menos sentí algo durante roncaba con profundidad extrema.

ESTÁS LEYENDO
You Are My Best Gift.
Teen FictionHeather siempre se preguntó cómo sería su vida si fuera normal. Ella es apasionada y aventurera, siempre quiere hacer algo nuevo y vanguardista en su vida junto a su única y mejor amiga, Bailey. Una chica popular y reconocida por su belleza, igual d...