15. Heather

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Tenía un castigo de una semana y media.
Para ser sincera, creí que sería un mes pero mis padres saben que no me gusta vivir tan cerrada del mundo.
Desperté tarde. Eran las doce y media del día y estaba sola porque estaban en el trabajo.
Me levanté, me cepillé los dientes y me cambié de ropa.
Tomé algunas prendas que estaban tiradas en el piso y ordené mi cuarto. Bajé a la cocina y me serví algo de Cheerios con leche en un plato profundo. Después lavé mis cubiertos y me subí al cuarto de mis padres.
Rebusqué entre las cosas de ellos y tomé mi celular que, estaba en una caja de cartón llena de papeles. Al tomar mi celular, tiré de la caja y todos los papeles se cayeron, provocando un desorden. Mientras acomodaba rápidamente todo encontré la carta que había llegado el mismo día en donde Sam y yo haríamos la maqueta de los cromosomas. Era el logo de las tres personitas tomadas de la mano y logré leer en el papel escrito"Isaac y Janette Miner..."
¡TRIC!, ¡TRIC!
Dejé la carta y me levanté para dirigirme a mi ventana y notar que me tiraban piedritas. Abrí la ventana e iba a gritar a los niños vecinos que dejaran de tirar piedras, pero una piedra pequeña me cayó en la cara. Reaccioné al impacto y me encabroné.

-¡DAN, STEPHAN! DEJEN DE TIRAR PIEDRAS A LA VENTANA -me sobé la frente y miré hacia abajo. Era.. ¿Sam? Lo miré y él sonrió mientras se tapaba una mano del sol. Me quería enojar con él por lo de la piedra pero le sonreí y le dije que en un momento bajaría.
Cerré la ventana y guarde la carta en la caja junto con todas los papeles más y la coloqué en donde estaba.
Luego bajé locamente las escaleras y abrí la puerta.

-¿qué demonios estás haciendo aquí?-lo abrasé en forma de saludo y lo invité a pasar.-Creí que te habían castigado o algo parecido. Mis padres estaban a un milímetro de llamar a la policía. Estoy castigada por una semana y media. -Acomodé mi cabello- Al menos ayer vi que están anunciando en las noticias sobre una tormenta eléctrica. Dicen que las clases se suspenderán.
Veía algo raro a Sam sin su chaqueta: tenía puesta una playera blanca con una camisa de cuadros manga corta color rojo y negro con unos jeans azul marino y unos converse negros iguales a los míos que me había puesto hace dos días.
Él sonrió.

-Cole se había ido a una fiesta salvaje.-comentó- Llegué antes que él y solo me dijo que no se esperaba que fuera tan salvaje y se fue a la cama. Creo que no es normal irte a una fiesta un día completo. Es una locura.-Sam se pasó una mano por su pelo rubio oscuro amielado. -¿Aún tienes algo de dolor de cabeza?-preguntó
Yo negué con la cabeza.

-Creo que soy medio ligera. Solo me dolía un poco cuando me desperté. -comenté-Cuando Bailey me dio esa cosa horrible me hizo sentirme mejor y luego mis padres me aniquilaron y nos fuimos a la casa a declarar oficial la sentencia. -Me perdí en los ojos azules de Sam y por un momento me quedé en blanco. Luego reaccioné rápido. -No celular, no computadora, no internet, no llamadas de teléfono o salidas al parque y tengo que olvidarme del auto.-Dije con tristeza.- Creo que Bailey no le gustará oír eso.
Él hizo una mueca.
-Creo que una semana y media es poco... ¿No?-supuso
Yo asentí con una sonrisa en la cara.
-¿Quieres ver una película en Netflix?-pregunté
Él sonrió.
-"Quítame todo menos el Netflix"-Sam soltó una risa y yo también me reí. Y lo jalé suavemente del brazo hacia las escaleras y lo llevé a mi habitación porque aveces no me gusta ver la tv en la sala. Subimos y entramos en mi cuarto. Instantáneamente me alegré de haberlo arreglado, hubiera sido una vergüenza que viera mi cuarto así.
Cerramos las cortinas de las ventanas y apagamos la luz para verla como en un cine. Era la mejor forma de ver películas.
Nos acostamos en el suelo de alfombra y encendí la televisión de la pared.
Durante tanto tiempo de escoger y alegar sobre qué película sí y cual no, llegamos a un punto en donde llegamos a un acuerdo de ver Beetle Juice.
Había oído sobre la película varias veces y me sorprendió lo entretenida que estaba: Sam solo quería ver a la niña que veía a los muertos porque tomó varias instantáneas con una cámara Polaroid profesional y retro.
-¡Esas cosas valen una fortuna!-murmuró con asombro Sam.-Es una belleza...
Sonreí mientras seguía viendo la peli.
-¿la chica?-pregunté en burla y él se volteó a verme.
-Ambos-dijo irónicamente y sonrió para volverse otra vez a la película e igual hice yo. Pero no me concentré en la chica con las Polaroids. Estaba concentrada en el rabillo de mi ojo que apuntaba hacia Sam.
Este chico tenía todo lo que quería ser (sin agregar la parte de ser un chico) él era rubio de una manera no exageradamente brillosa y no tan oscura. Era como un rubio castaño muy claro con mechones dorados. Sus manos eran suaves como el algodón y me atrevería a decir que puedo estar por toda la vida teniendo la mano pegada en la suya. Sus ojos eran extrañamente azul Mar Caribe: claros como el azul cielo que te hacían perderte en el olvido como si te borrara la memoria y solamente te concentraras en esos ojos azules que hipnotizan. Nunca pensé ser pecosa, pero cuando vi a Sam lo deseé. Él podría manipular a quien sea porque todo él es un chip que se te sube a la cabeza y solo con decirte cosas podría ser suficiente como para decir que es genialmente interesante.
Y es francés. ¿A qué clase de persona no le gustaría ser de Europa pura?
Sam rió.
Volteé mi concentración a la pantalla y la gente estaba siendo espantada por los fantasmas. Gritaban y corrían y se caían o hacían cosas estúpidas.
Solté una risa y Sam me miró y sonrió, luego yo le devolví la sonrisa.
Luego una gota de agua cayó en la mejilla de Sam.
-¿por qué una gota...?-le puse pausa a la película y abrí una cortina.
Estaba lloviendo. ¿Por qué no me había dado cuenta?
-creo que las noticias no se equivocaron sobre la tormenta... -Sam caminó para observar la lluvia y soltó.
-Brillant-dijo en tono de maldición. Supuse que era francés porque lo dijo en un tono extraño.- Cole va a querer que regrese a casa. Es muy surprestisioso con estas cosas...
-¿con la lluvia?-Pregunté y él asintió. Y luego me volteé al lugar en donde estaba Sam: las gotas de agua caían y caían hasta que seguí con la vista las gotas que salían en cierta parte del techo.-no me había dado cuenta sobre esa gotera.-Señalé con el dedo índice el techo. - papá tendrá que arreglarla.-dije con frustración.
-¿con qué la tapará?-preguntó Sam fijando su mirada en el techo.
-Talvez con la plastilina que sobró el primer día en el que me visitaste.-Reí y Sam hizo lo mismo.
-Un punto verde en un techo blanco...-murmuró soñadamente- suena interesante.
Un estruendo en el cielo retumbó en mi habitación, haciéndome brincar del susto y pocos minutos después se escuchó un estruendo más horrible que el anterior y la electricidad se apagó. Estábamos un poco a oscuras.
-creo que es tiempo de que las cortinas se abran.-murmuré y jalamos las cortinas y la poca luz que había del día iluminó ligeramente el cuarto.
-me siento vampiro-murmuró Sam y yo reí.
-Voy por una cubeta o algo para que la alfombra del piso no se moje y mi madre no se enoje conmigo más de lo que ya está.- y bajé por las escaleras con Sam detrás mío y contemplé el fuerte sonido de las gotas pesadas de agua caer.
-Ojalá haga frío. En Los Ángeles nunca está fresco-murmuré-solo aveces en las noches. Fui a la cocina a buscar un recipiente grande y profundo para soportar al menos tres litros de agua.
Tomé un recipiente de plástico amarillo y lo tiré sin querer porque otro estruendo sonó por todo el lugar que hasta Sam se puso nervioso.
-No quiero preguntar sobre tu casita del árbol.-Comentó Sam poniendo las
manos en la barra de preparación mientras me veía recoger el recipiente.
Sonreí.
-mi casa del árbol es resistente-respondí y puse el recipiente en la barra, lo dejé ahí y recargué una mano mientras la otra la tenía en mi cintura.
-¿Por tus guardianas las ardillas?-preguntó entre risas.
Me mordí el labio como un gesto de pensamiento mientras veía el patio de los vecinos desde la ventana que estaba detrás de Sam y luego me volteé a él.
-Parte dé.-contesté con un tono consentido.
Otro estruendo sonó horriblemente un poco cerca de aquí.
Ambos brincamos del susto y sentí que mis oídos se quedaban sordos.
Le dije a Sam que teníamos que subir pero no me oí muy bien a mí misma y creo que él también no me escuchó. Lo tomé de la mano derecha y con la izquierda, el recipiente. Quería una excusa para sentir de nuevo su mano suave.
Subimos las escaleras y entramos a mi cuarto. Se veía más oscuro el cielo.
-Creo que me alegro de no haber traído mi cámara. Hubiera sido una tragedia..-murmuró Sam contemplando la ventana.
Lo miré y supe que Sam no podría llegar a su casa y que yo no podría hacer nada para ayudarlo a irse. Él estaba condenado a estar conmigo.

You Are My Best Gift.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora