47. Heather

48 4 2
                                    

-Sam...

-Te juro por todo lo que he tenido que tu eres importante para mí porque yo lo quise.

-¿Pero tú acabas de...?

-Sí Heather.

-...¿Entonces yo te...?

-He tenido pocos regalos verdaderos en mi vida, unos buenos y otros no tanto. Pero sin duda Heather, tú eras, eres, y siempre serás mi mejor regalo. Y no puedo estar más que agradecido por haber sido llamado por tu madre.

Samuel Miner...eres alguien maravilloso.
Mi cuerpo temblaba al oír su perfecta voz decir que le gustaba. Le gustaba al chico con que pasé mis mejores días como adolescente. Y no pude evitar esa sensación de cosquilleo en mi estómago, y por más que buscaba qué decir; no se me ocurría nada.

-...¿Pero enserio te gus...?
Sam soltó un suspiro frustrado...¿o desesperado?, y me tomó de la mejilla y...y...
Y el me besó.

Y fue... Perfecto.

Los labios de Sam estaban fríos y comencé a sentir el cosquilleo más salvaje que nunca he tenido en el estómago.
Dios mío, Dios mío...

Todo se fue por un momento: la pequeña discusión que estaba naciendo y todos los asuntos y problemas que teníamos al nuestro alrededor se desvanecieron como polvo.
Porque nada más importaba que este momento. Este era nuestro momento, el momento que había estándome imaginando durante mucho tiempo y fue más que la simple acción que no logré sospechar que Sam me tomaría y me acercaría y me diera el beso soñado, el beso con el que me preguntaba...¿cómo sería?, ¿cómo se sentiría?
¿Qué pasaría después?...

Mi mano comenzó a acariciar la mejilla de Sam. Su rostro era suave y delicado, con tan solo un pequeño roce que hacía, mi mente se iba más y más, haciéndome adentrar en nuestro pequeño mundo imaginario, pero perfecto.
Era como estar besando a un ángel.

Nos separamos y nos quedamos contemplándonos. Sus lindos ojos azules estaban ligeramente dilatados y sus mejillas estaban rojas como tomate. Sus pecas se estaban desvaneciendo de su cara y no lo había notado.
Su mirada tranquila y relajada me podía decir que había disfrutado el momento tanto como yo lo hice. Y eso me animó para volver a besarlo sin pensar dos veces.
Lo jalé hacia mí y volví a acariciar sus suaves mejillas mientras él tenía una mano recargada sobre la roca y otra tocando ligeramente mi cintura.

Nos volvimos a separar y sonreímos.
No puedo creerme lo que acaba de pasar.
-Supongo que tú también fuiste, eres y siempre serás mi mejor regalo también.

Él curveó ligeramente sus labios sin dejar de verme a los ojos.
-Te quiero.

-Yo también te quiero.

Luego no pudimos dejar de sonreír durante toda la conversación.
Estábamos admirándonos mutuamente mientras hablábamos sobre el tema en donde nos habíamos quedado.
Aunque no quería escuchar, sólo quería observar a Sam y volverlo a besar cuantas veces pudiera.

-...¿Entonces recuerdas -él sonrió tiernamente mientras veía mis labios y luego se volvió a mis ojos.- cuando me dijiste que... -volvió a hacer lo mismo y luego se obligó a continuar con la pregunta:- ¿Qué....si te acuerdas de que me habías dicho que...que yo se te hacía conocido y....y querías saber en dónde nos habíamos visto...?

-Sí. ¿Qué hay con eso?

-Bueno... En realidad si nos habíamos visto antes.

-¿en dónde? Tengo un recuerdo vago de...

-¿un hospital? -mencionó- ¿recuerdas cuando te dio una de las peores hemorragias en un baño del hospital?

-Bueno sí pero...¿estabas tú ahí?, ¿qué estabas haciendo?

You Are My Best Gift.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora