Ahora ya sabía por qué los adultos desperdiciaban el tiempo tomando alcohol.
El viento recorría mi cara y la luz del Sol estaba molestándome demasiado.
Me desperté en el pasto seco. Me dolía la cabeza, tenía un sabor horrible en la boca y la luz era cegadora a morir. Jamás me había sentido tan fatal como lo estaba ahora.
Me senté en el suelo y me di cuenta de que me había recostado sobre mi chaqueta y mi playera. ¿Por qué no tenía playera? Y me acordé de Heather. Demonios, ¿dónde estaba Heather? Me levanté con mucha dificultad y noté que tenía... ¿Labial? En todo mi abdomen y cuello. Me puse la playera y la chaqueta. Me volteé y vi más de diez latas de cerveza regadas por todo el suelo. Caminé hasta en auto mientras me tapaba como un vampiro del sol.
-¿Heather?-la llamé.
Con la luz del día, todo el lugar se veía diferente: había unas colinas pequeñas que hacían volumen al relieve. Observé la colina más cercana (estaba casi a mi lado) y finalmente entendí por qué Heather me había traído aquí: era la famosa colina. La colina en donde estaban las letras de Hollywood.
Heather estaba perdida y no tenía idea donde estaba. Tenía que encontrarla para salir de aquí y llegar a casa.
La música seguía sonando pero no importaba por que nadie estaba aquí. Era un lugar solo y abandonado. Nadie venía a este lugar, Heather había sido lista: había venido a la parte detrás en donde no había turistas tomando fotos de recuerdo. Sería un mal recuerdo haber visto una foto familiar al lado del famoso letrero gigante de Los Ángeles y ver a un par de adolescentes borrachos colados detrás de ellos.
Apagué la música. Las puertas del carro estaban abiertas. Al igual que la cajuela. Demonios, faltaban muchas, muchas botellas.
Pisé vidrio sin querer. Lo hice a un lado con mi pie y levanté mi vista. Miré mi reflejo. Lucía fatal. Noté que tenía un beso pintado en la frente y ... Muy cerca de mis labios. Y entonces abrí muy bien los ojos. Heather me había dado un beso muy cerca de mi boca y me lo había perdido. Esta noche hubiera sido perfecta si hubiera recordado esa parte.
Miré el reloj del auto y logré leer once veintiuno. Era muy tarde para la escuela... Pero no me importó y me encaminé hacia la cajuela y la cerré al igual con todas las puertas menos la del piloto. Hubiera sido mala idea cerrar el auto con las llaves dentro.
-Heather-grité con gran flojera y dificultad- ¿dónde estás?
Y oí un grito alarmante muy lejano. Traté de localizar el origen del grito, hasta que me llevó a voltear la cabeza a las letras de Hollywood.
-¿HEATHER?-grité con desesperación mientras sentía mi cabeza punzar por la luz molestosa del día.
-¿¡SAM?!-oí desde arriba.
-¿HEATHER? -volví a gritar- ¡Quédate ahí! -le ordené- ¡VOY A SUBIR! -Había un pequeño problema: había una valla de metal. ¿Cómo fue que Heather se había saltado esa vaya y lograra llegar a las letras gigantes?
Tomé fuerzas (las que me quedaban) y escalé la valla con mucho esfuerzo que me dejó agotado. Luego la brinqué y me dolieron las piernas. Me quejé.
-¿VAS A SUBIR? -gritó Heather desde arriba.
Comencé a subir y cerca de los dos minutos volví a tomar fuerzas y grité: -SI -Ya estaba a casi medio camino cuando Heather me gritó que no. -ME ACABO DE PASAR UNA VALLA DE TRES METROS, ME DUELEN LAS PIERNAS Y ME PUNZA LA CABEZA AHORA TE AGUANTAS -grité. Quería desahogarme. Y seguí mi camino. Mi cabeza punzaba cada vez más fuerte que no lo soportaba. Caminé un poco más y minutos más tarde entendí por qué Heather no quería que subiera: en medio camino estaba tirada su playera color menta con puntos lima en un arbusto seco. La tomé y subí rápidamente.
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You Are My Best Gift.
Novela JuvenilHeather siempre se preguntó cómo sería su vida si fuera normal. Ella es apasionada y aventurera, siempre quiere hacer algo nuevo y vanguardista en su vida junto a su única y mejor amiga, Bailey. Una chica popular y reconocida por su belleza, igual d...