21. Heather

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Mi madre se disculpó conmigo el miércoles por lo de las drogas.
-Hago una excepción por este día -había dicho. - Haz lo que quieras solo por hoy. - Y yo había sido lista para llamar a Bailey e ir al centro comercial con la tarjeta de crédito de mi padre que me había dado mi madre como perdono.
Ese fue un buen día durante toda la semana. Gasté cerca de seiscientos dólares en nueva ropa, accesorios y también algo de maquillaje, sólo porque Bailey me había lloriqueado. También aproveché en mi nuevo look.
-A SAM LE ENCANTARÁ -exclamaba Bailey con entusiasmo.
-Primero espero que a mí me encante.
Y luego un amigo gay de Bailey que trabajaba en el salón hizo magia con mi cabello recortándolo un poco, haciéndolo apenas llegar a mis hombros y después me pintó el cabello de un rojo anaranjado, porque no había rojo sangre.
Pero aún así me fui feliz a mi casa con ropa nueva y un estilo nuevo.
Después estuve todo el día dormida, viendo televisión y comiendo cheetos porque no había galletas.
Ahora mismo estoy en el sofá viendo otro episodio de Grey's Anatomy al lado de un plato de uvas.
Estaba atenta a la serie cuando de repente se oyó el timbre de la casa:
-¿Quién es? - pregunté mientras tomaba el control de la tv y le ponía pausa a la serie.
-Heather... -Se escuchó detrás de la puerta
Sonreí.
-Voy. -Y me paré para abrir la puerta. ¿Qué diría Sam sobre mi nueva apariencia?, ¿le gustará?... Tomé la manija y le di vuelta. La puerta se abrió y vi a Sam con su mochila y un suéter gris con el nombre de la ciudad. Un peinado diferente que lo hacía ver guapo.
En cuanto Sam me vio abrió muy bien sus ojos azules.
-¡Dios mío! -exclamó con asombro
Sonreí de oreja a oreja.
-¿Te gusta? -pregunté con la sonrisa en la cara. Sam tenía la boca abierta y no dejaba de mirar a otro lado en el que no estuviera yo.
Esperé una respuesta durante medio minuto.
Sam sonrió y luego su cara volvió... Ser Sam.
-¡Te ves...! -Noté que buscaba palabras - ¡Woahh! -extendió un poco los brazos
-¿sí? -pregunté con un tono de inseguridad acompañado de una sonrisa en la cara.
-¿por qué lo sigues preguntando? -Él rió - ¿acaso no te has visto en el espejo?
Reí
-Bueno... Gracias. -Abrí más la puerta y lo invité a entrar.
Sam suspiró con un aire de alivio. Como si no se hubiera sentido así de bien hace un buen tiempo.
-¿cuándo te...?
-El miércoles. Fue una larga historia. Mi mamá me dejó un día de libertad y lo aproveché a no más poder.
Luego él me volvió a mirar detenidamente.
-¿acaso eso es...? - Sam se acercó un paso a mí. - Heather, ¿desde cuando usas labial?
Reí algo nerviosa.
-Desde que Bailey me obligó a comprar esos labiales de sabores frutales. Están ricos...
-Bueno... Te ves muy bonita. - Y Sam sonrió entre risas.
No pude evitar sonreír como una tonta.
-Gracias. - Y entonces Sam se comportó por un momento y me jaló para abrazarnos. Un abrazo largo y cómodo.
Creo que Sam se sentía como ver a una vieja amiga desde varios años.
Y después del abrazo, hubo un momento incómodo. Estábamos callados y sabía que ambos queríamos quitar esa sensación. Así que traté de relajarme y seguí un tema de conversación.
-¿qué pasó contigo? -pregunté con una sonrisa ligera en la cara - Te desapareciste muy feo a comparación de todos... Los días pasados.
Sam suspiró de la misma manera.
-Creo que la suerte no estuvo de mi lado. -murmuró - Igual, Heather. Semana y media.
-¿es enserio? -dije con asombro - Y yo creí que era la única que se estaba pudriendo en este lugar...
-Nunca pude descifrar cómo Cole encontró la manera de saber todo pero... ¿Qué se puede hacer? -Sam levantó sus hombros ligeramente. Sus mejillas estaban rojas y se veía algo nervioso. Me dio una mala pinta.
-Una pregunta... Si se supone que estás castigado... ¿Qué haces aquí?
Sam juntó sus labios como si lo hubiera atrapado.
-No me gusta estar encerrado. -explicó- Soy de esos que no pueden estar ni un día
-sin el aire libre. -concluí. Y luego él sonrió con alivio.
-exacto.
-Comprendo... Un fugitivo. -Sonreí -Déjame esconderte. -me acerqué a él y le tomé su mano suave y subimos a mi cuarto, el mejor lugar para relajarnos del estrés.
Cerré la puerta y prendí una luz ligeramente luminosa para relajar el ambiente. Me volteé hacia Sam y él estaba algo nervioso.
Traté de calmarlo.
Me acerqué a él con una sonrisa y le quité la mochila para dejarla en la mesa auxiliar.
Lo miré desde ahí.
-¿estás bien, Sam? -pregunté tranquilamente.
Él asintió con inseguridad. Me acerqué a él y lo abrasé porque el abrazo anterior se había sentido bien.
A comparación con la semana pasada, había visto a Sam todos los días a excepción del domingo. Ahora no verlo era como dejar de ver algo que siempre quieres contemplar.
-Entonces los dos estamos castigados...- Dije mientras nos separábamos.
-Sí. -dijo con una sonrisa ligera - No me dejan salir a ningún lugar... Y como nunca he estado castigado.. Creo que me tomo las cosas enserio.
Reí
-Pues no tan enserio porque estás aquí. -Dije entre risitas
-¡Hey! -él sonrió - eso no cuenta. Verte ya es algo común desde hace una semana. Eso no cuenta.
Y establecimos una conversación sobre lo que estuvimos haciendo en los días en que no nos vimos mientras estábamos acostados en mi cama de lado para vernos:
-es enserio, debo de estar siempre contigo... Digo: dejamos de vernos unos pocos días y te veo pelirroja y con maquillaje... ¿Heather con maquillaje?
-¿y qué te pasó a ti? -pregunté- ¿y la chaqueta? ¿Y el peinado alocado? - Sonreí - Tienes razón, no podemos separarnos porque sino el siguiente paso será convertirnos en Godzilla o Hulk.
Sam rió.
-No me imagino cómo sería eso...
Reí. Recargué mi codo en la cama para levantarme un poco y quitarme los lentes. Sam me miraba de una manera en la que no suele mirarme. Y sonreí con un gesto de duda risueña.
-¿estás bien?-pregunté con la sonrisa en la cara
-Sí... -Él sonrió un poco - es que... Nunca me imaginé que el rojo se te vería demasiado bien. - luego volvió a verme de esa manera y luego rió apartando la vista. Como si se acordara de algo gracioso en un momento callado.
-¿qué? -dije entre risas.
-No nada...
-¡dime! -exigí.
-¡no es nada! -dijo entre risas.
-¿qué tienes? - dije con una sonrisa. Y luego hice una pausa. Sam se calló un poco, pero tenía una sonrisa coqueta... Sabía que se estaba muriendo de la risa por dentro y yo no sabía por qué. - ¿ahora por qué muy risueño? -pregunté entre risas. -¿ah?
-Es que... Pareces una modelo de una revista que vi hace un tiempo...
-Sam... ¿Qué clase de revista era? -dije entre risas. Llegando a ese punto.
-¡Heather Nelson! -exclamó él.
-¡bueno! -reí - Así son los chicos ¿no?
-¡no todos!
-sí, claro -dije sarcásticamente. -Siempre quieren algo.
-¿cómo qué?
-Siempre algo en especial. -recargué la palma de mi mano en mi cabeza- Siempre será algo diferente, ¿qué quieres tú? -pregunté
Sam rió y luego se puso serio para pensar.
-¿Belleza? -preguntó
-¡eso no cuenta! -reí - algo de nosotras. No puedes negar algo de una chica. Y menos si es de una chica que te parece atractiva. -expliqué
Sam me miró con una sonrisa irónica.
-¿cómo es que sabes todo eso?
-de todos los novios de Bailey. -dije con facilidad - Ahí me di cuenta de que ustedes son unos patéticos.
Sam renegó entre risas.
-¡que los novios de tu mejor amiga sean patéticos no significa que toda la raza masculina lo sea!
-Sam, Sam -dije con una sonrisa y luego lo callé. - Dime, estamos en confianza.
Él rió y luego se acostó boca arriba viendo el techo.
-Mmhm.. No me ha gustado nadie desde.... -hizo una pausa corta y luego sonrió y volteó a verme - Creo que nunca me ha gustado nadie en la vida...
-Ay no seas un imbécil. -Repliqué en broma - ¿qué clase de persona no le ha gustado alguien en su vida?
-Pues yo soy esa persona. -dijo con una sonrisa. - Las chicas me marginaban por ser rubio y de ojos azules.
-¿por qué? -pregunté - ¿no les gustaban algo de Francia?
-Heather, en mi primera escuela la mayoría de niños eran niños de color.
-ah.. -Callé. - Pero no te puedes negar sobre amores platónicos en tu vida, es como... Vivir sin amor.
-Yo he vivido sin amor, y aún así sigo estando bien.
-por dios, ¿es enserio? -Me acerqué a él - ¿al menos una chica a la que pienses que es linda o algo parecido?
Sam hizo una cara pensativa y al poco rato sonrió y asintió con la cabeza.
-Eso sí te puedo argumentar. -Dijo con una sonrisa.
-¿me vas a argumentar sobre tu amada? -pregunté para luego hacer una pausa y volver a la conversación: - Bueno rompe corazones, ¿quién te parece linda?
Sam sonrió.
-Hasta ahora, tú.
Abrí los ojos.
Mis manos comenzaron a sudar y tenía un ligero tic en el ojo izquierdo. ¿Sam pensaba que era linda? Necesitaba un examen de la vista. En este momento necesitaba a Bailey. ¿Qué iba a decir? Yo solo estaba en una broma sana y totalmente ligera. Nunca pensé que realmente le pareciera linda a alguien, especialmente cuando mi nariz sangra y espanto a todos.
Agarré mis lentes que estaban detrás mío y se los coloqué.
-Ahora puedes ver mejor. -Dije en acto de pánico
Sam cerró los ojos y una lágrima salió de su ojo izquierdo. Él se quito los lentes y me los devolvió para después tallarse los ojos y sonreír. Yo me los coloqué y él seguía tratando de volver sus ojos a su estado normal.
-es enserio -Sam dejó de tallarse los ojos y me miró de aquella manera. -Eres linda.
Estaba entrando en pánico. ¿Por qué demonios estaba entrando en pánico?
-Sam, deja de jugar con eso.
Él rió.
-¡Eres linda!
-¡pero mi nariz!
-¿eso qué tiene que ver?
-¡por dios, Sam!
-¡que sí! -él rió.
Sonreí e hice una pausa.
-¿en qué soy linda?-pregunté con asco.
-En ser tú.
-¿yo?
-sí. -Afirmó - a comparación de todas las chicas odiosas y presumidas que he conocido, tú eres como un milagro del mundo... Era como encontrar a alguien imaginario. Como si fueras un personaje de libro.
Sonreí.
-¿entonces soy literariamente linda?
-Y también estás bonita físicamente, Heather. -sonrió- talvez me digas ciego, pero los verdaderos ciegos son los chicos de la escuela, no saben de lo que vale la pena.
Reí.
-De acuerdo, me acabas de subir la autoestima. Gracias
-de nada. -y ambos nos acostamos boca arriba mirando el techo.
Y ese fue el momento en donde comencé a pensar en que realmente Bailey podría tener algo de razón: ¿qué tal si en un tiempo no muy lejano comienzo a enloquecerme por Sam?
Pensé en el poco tiempo que hemos pasado juntos, y era ridículo. El amor es ridículo, es decir; nunca sabes que hacer. Especialmente en las personas nunca experimentadas como yo. Nunca se puede calcular algo positivo.
Aunque... Él me auxilió el primer día en donde nos conocimos, una de las cosas que siempre deseé en mi vida fue alejar el pánico de mis amigos y de mi familia. Y Sam pudo hacer eso ni a los veinte minutos de habernos conocido.
Tenemos muchas cosas en común, aunque somos muy diferentes al mismo tiempo. Y nos metimos en un tráfico de nueve horas para después emborracharnos y pasar la cruda juntos. Creo que nos tomamos confianza en poco tiempo, somos como los mejores amigos que fueron destinados a estar juntos. Aunque no se conocieran...
Me sentía inspirada y feliz, nunca creí que era linda como persona y menos bonita. Sonreí y volteé a verlo.
-¿Quieres hacer travesuras? -pregunté sin el menor sentido a la conversación anterior.
Sam volteó a verme y sus labios sonrieron.
-¿qué quieres hacer? -preguntó
Hice una cara pensativa.
-¿alguna vez has usado un skateboard? - Pregunté con una sonrisa quisquillosa.
Sam hizo una mueca al oír la palabra.
-No tengo una confianza a esas cosas. Cole tuvo muchas experiencias... Y ninguna fue buena. -replicó
-Bueno, talvez tu hermano sea malo para andar en skateboard -murmuré- pero eso no significa que vayas a ser igual que él.
Él sonrió como si estuviese equivocada.
-No quiero perder una pierna, Heather. -Podía notar el miedo de Sam en su tono de voz: nerviosa y muy cobarde.
Tosí muchas veces a propósito con mano en la boca.
-Gallina -tosía - gallinaaaaaa -tosía.
-hey -él replicó - No soy gallina
-¿entonces por qué no pruebas el skateboard? - Dije con tono de niña malcriada - ¿te da miedo? -dije en broma
-Primeramente: ¿dónde está tu skateboard? -preguntó con la mano en alto - segundo: ¿en dónde será la pista de patinaje? Y tercera: ¿por qué no andas tú sola?
Reí y me levanté de la cama y me dirigí a mi armario y saqué una skateboard de Penny color azul y ruedas rosas y amarillas.
-Aquí está tu skateboard - y se la dejé en la cama para luego levantarlo a la fuerza y llevarlo abajo con la patineta en la mano.
Él hizo un gesto frustrado mientras analizaba la patineta.
-No puedo andar en eso... No sé cómo.
-Yo te enseño. Ven -lo jalé de la mano y salimos a la calle para ir hacia el pequeño parque de la esquina en donde normalmente nos encontramos y coloqué la Penny en el suelo liso, lista para correr.
-¿te demuestro cómo se hace? -no esperé respuesta, me subí y me dejé andar. Desde que habían iniciado las vacaciones de verano no había tenido tiempo de ir a correr en la patineta. Me gustaba que sus ruedas sacaran luces cada vez que giraban por la calle y me encantaba el viento en la cara cuando estaba a toda velocidad.
-¿ves? -grité desde unos metros de distancia -¡no es difícil! - me volví y me dirigí hacia él. - nada difícil. Ten. -Le acerqué la patineta con el pie y le di unas palmadas en el hombro.
-Heather, talvez parezca fácil... Pero no lo es.
-Por dios, pie derecho enfrente. -Él hizo lo que ... Él pudo hacer. - No, ahí. -señalé - ¡ahí! - Reí por su torpeza y me obligué a seguir hablando- Bien, ahora... Deja tu peso en tu pie derecho y echa a andar el izquierdo en el suelo... -Sonreí- Sam, Sam, no te olvides del equilibrio.... - Él hizo lo que le pedí. Fue rápido y más fácil de lo que pensé. Aunque al principio fue un poco tardado tratar de mantenerlo en equilibro, pensaba que Sam se iba a caer y romperse el brazo.
-Heather... ¡Lo estoy haciendo!- exclamaba con emoción. Él estaba andando un poco mejor que al primer momento, pero luego todo se fue a la basura.
-¡Sam! -lo llamé desde lejos - ¡cuidado con banqueta! - Y Sam hizo lo contrario: siguió andando como si nada y pasó lo que más temí, Sam cayó de cara al suelo y la patineta salió andando con menos velocidad hacia su derecha.
-¡Sam! -corrí hacia él y me arrodillé para ayudarlo. Él estaba boca abajo al suelo y gemía cosas que no entendía. Supuse que era francés.
-mi cara...-murmuró con un tono dolido. Lo tomé de los hombros y lo ayudé a sentarse para examinar heridas. Su nariz estaba sangrando y tenía una pequeña raspada en sus manos, muñecas y en su mejilla izquierda.
-No, no, no... - examiné la pequeña hemorragia del golpe en su nariz y noté que estaba un poco moreteada. -Vamos, en la casa tengo alcohol.
-No quiero emborracharme otra vez. -Sam se llevó la mano a la nariz
-No de ese alcohol, tonto. -Lo ayudé a levantarse - ven. -Le tomé su mano suave y fui a tomar la Penny azul que estaba en perfectas condiciones.
Cruzamos la calle y caminamos recto hasta llegar a mi casa en tres minutos, abrí la puerta y entramos. Senté a Sam en el sillón de la sala mientras buscaba algo de alcohol y algodón en la cocina para luego regresarme hacia la sala en donde estaba él tocándose la nariz ligeramente morada. Llegué con un pequeño botiquín de primeros auxilios. Saqué el algodón y el alcohol y lo coloqué sobre la mesa auxiliar.
-Sam, no te toques la nariz -advertí -puede que..
-Sólo ponme ese alcohol en las heridas y estaré bien. -Murmuró sin hacer caso de mi advertencia.
Suspiré con preocupación.
-Lo siento, ¿de acuerdo? -admití- fue tonto y sabíamos que podía salir mal.
-Y salió mal. -terminó la frase.
Hice una mueca penosa.
-Sí... Salió mal. -Lo miré - Pero hey, anduviste en una patineta por primera vez. Y no salió demasiado mal para ser la primera vez, diría yo. -Me hinqué frente a él y le dediqué una sonrisa en los labios.
-¿qué sucedió contigo? -preguntó - ¿qué te pasó a la primera?
Sonreí al recordar el momento: fue a finales del año pasado. Había sido poco tiempo que había cumplido quince años.
-Fue a principios de diciembre, que yo recuerde. -Bajé la mirada sus muñecas - mi papá me había regalado esa patineta de cumpleaños y comencé a presumir sobre tener una Penny, aunque en realidad me aterrorizaba usarla. Estaba como tú y un día... Un día quise saber cómo era y me eché andar en ese mismo lugar del parque yo sola. -Reí ligeramente- ¿sabes que pasó? -lo miré haciendo una pequeña pausa y al poco momento me paré y bajé un poco el cuello de la playera hasta mi clavícula y le enseñé una cicatriz diagonal que media como cinco centímetros en mi lado izquierdo, casi estaba algo desaparecida pero seguía ahí justo en el impacto. Luego me acomodé el cuello de la playera y le expliqué lo ocurrido: - Perdí el control. -murmuré- me caí por culpa de mi mal equilibrio y me fui a la esquina de esas macetas de barro.
-¿Y qué? -preguntó con ansias - ¿te cortó? -se preguntó- ¿cómo es que el barro te puede cortar?
-De hecho, choqué tan fuerte que sin querer se rompió la maceta y luego... Luego caí sobre un pedazo de barro algo...
-¿filoso? ¿Puntiagudo? ¿Peligroso?
-eso. -señalé, luego tomé un poco de algodón y lo remojé en el alcohol para luego frotar el liquido en su muñeca lentamente. Estaba a punto de frotar el algodón sobre la muñeca de Sam, en cuanto él escondió las muñecas rápidamente contra su pecho con un aire nervioso.
-hey hey hey -puso una mano en alto- ¿sabes cuánto arde eso? -dijo como si quisiera matarlo.
-Eres un cobarde -Le tomé la mano y la examiné - Déjame desinfectar la raspada
-¡pero va a arder mucho!
-Ya lo sé -lo consolé - Te prometo que será rápido... O al menos pretenderé hacerlo.
-Eso no me tranquiliza -respondió- aún así arde...
-Lo sé, Sam -traté de ser dulce - déjame ayudarte
Él me miró como si compren diera lo que estaba haciendo: llegar al punto.
-Ni en sueños...
Suspiré con frustración y creo que... Lo tuve que distraer
-por mí... -dije con inocencia- por la chica bonita... Déjame ponerte el alcohol...
-Heather...
-Debes de ponerte el alcohol
-Pero...
Le eché una mirada de perrito triste y él hizo una mueca y después de un rato extendió ambas muñecas en gesto de auxilio. Yo sonreí y tomé una de sus muñecas suavemente y froté el algodón ligeramente sobre la raspada para después dejarlo presionado con firmeza.
-No recordaba lo -Él hizo un gesto de dolor - horrible - él se resistió a gemir, haciéndose el fuerte- que se sentía... ¡Aghhh! -soltó él
Me mordí el labio porque me dio cosa verlo sufrir por el dolor que me hizo recordar lo que me pasó con mi caída en patineta. Recuerdo perfectamente el dolor: punzante, desgarrador y ardiente. Era como estar quemándote en el infierno.
Conté quince segundos para dejar el algodón sobre la muñeca y después de haberlos contado retiré el alcohol rápidamente de la raspada y Sam volvió a gemir. Ésta vez fue con un aire aliviado.
-Te dejaré descansar durante un rato -avisé, luego volví a examinar la misma muñeca y la sangre estaba diminuyendo. Luego levanté la vista a su cara y me acerqué a su nariz. Tragué saliva. La nariz de Sam estaba sangrando. Y todo por mi culpa. -Basta de reposo. Debes estar bien. -No me importó el tono en el que lo dije: no se lo decía a Sam, era para mí. Acomodé mis lentes y analicé la pequeña hemorragia.
Sam hizo una mueca de dolor y me miró a los ojos, sus ojos azules me hacían relajarme y mantenerme quieta. Me gustaba ver a Sam con sus ojos dilatados. Era como ver el Universo entero en solo una pequeña parte de alguien.
Sonreí para animarlo.
-Creo que ahora tú tendrás que auxiliarme, doctora -Sam sonrió ligeramente - después de tener muchas hemorragias, creo que esta vez tendrás que regresarme el favor.
Solté una risa y tomé un pañuelo del botiquín para tapar la hemorragia.
-Para eso estamos -le respondí ligeramente - uno para el otro - y le acerqué y le di un beso en la mejilla. Me sentía demasiada apenada por haber causado a Sam un golpe en la nariz serio. Quería compensárselo...
Él sonrió como si de repente se sintiera mejor y me siguió la mirada con los ojos.
-Me gusta como sonó eso -murmuró silenciosamente
Me volví a verlo a los ojos.
-A mi también - Dije con una sonrisa oreja a oreja y poco después me volví al botiquín por una bendita para dejarla en la mesa - Creo que sólo está moreteada... No creo que esté rota.
Él me miró con confusión.
-¿cómo puedes saberlo? -preguntó con inseguridad.
Mis labios se curvearon formando una ligera sonrisa.
-Mi tía se rompió la nariz jugando béisbol -dije secamente- créeme, no está rota. Sólo moreteada.
Sam me miró como si acabara de aprender algo en su vida. Después tomé el algodón con alcohol y froté cuidadosamente sobre su nariz.
Él hacía fuerzas por lo gritar.
-de acuerdo... -dijo con la mirada perdida - entonces mejor para mí. -concluyó con un gesto dolido por el alcohol.
Reí.
-Sí -asentí - mejor para ambos, no me gustaría que te rompieras la nariz por mi culpa.
-pero no fue tu culpa... Yo fui quien no vio la banqueta. -explicó
Suspiré y dejé el algodón sobre la mesa y volví a tomar la bendita.
-Pero yo te influencié a practicar en patineta sin haberte cuidado bien.
-Sabía que iba a pasar algo así, es normal en las primeras ¿no?
Hice una mueca.
-eso no me hace sentir mejor, Sam
Él alzó sus cejas en preocupación y me miró.
-No tienes que sentirte mal por mí. Estoy bien.
Sam estaba mirándome de esa manera otra vez. Me ponía nerviosa a esa mirada, no me sentía entre amigos, sino como...
-¿qué no me escuchaste cuando te advertí sobre la banqueta? -pregunté
-Sí -respondió - pero yo no vi ninguna banqueta. Pensé que la banqueta estaría más distanciada y me estabas advirtiendo para frenar antes de caerme... Pero de repente no sentí suelo y caí de cara contra el piso.
-¿cómo es que no viste la banqueta, Sam? No estaba ni a los tres metros...
-yo no vi nada, hasta caerme.
-¿estás seguro?
-sí
Hice una mueca y traté de seguir con lo mío.
-Ok, déjame ponerte la bendita. -Quité el papel adherente de la bendita y lo acomodé lentamente sobre la nariz de Sam. Procuré que estuviera perfectamente puesta.
-¿por qué la bendita tiene que ser azul? -preguntó
-creí que te gustaba el azul...
-Nunca había visto benditas de colores -dijo con incomodidad. No sabía el origen a su reacción a la bendita.
-Mi mamá le gusta las benditas de colores -expliqué- nunca le gusta comprar de las normales.
Sam sonrió ligeramente. Su hemorragia había parado y luego traté su otra muñeca con alcohol y después de haber terminado, tiré el algodón usado y saqué otro para remojarlo más con alcohol y tratar la raspada en su mejilla.
-Hazlo con amor -advirtió antes de comenzar a frotar.
Yo sonreí y luego froté cuidadosamente la raspada que tenía un poco de tierra y polvo del suelo del parque.
Sam siseó con dolor.
-¡A este le pusiste más alcohol que el anterior! -exclamó con dolor. Le seguí la mirada y volví contemplar sus ojos azules dilatados.
-lo siento, es que a ésta tenía un poco de suciedad del suelo y... -volví a frotar y Sam volvió a sisear.
Sonreí pícaramente y Sam me miró como si fuera torturado.
-No es gracioso -Dijo con frustración
-Lo sé, perdón. -Volví a sonreír como si no me importara
-Heather... - rogó con los ojos.
-Lo siento, lo siento... -aparté la vista a propósito- Sé que está mal... -Lo miré seriamente y no evité soltar una risita y me tapé la boca con mi mano mientras me moría de la risa en el interior- ¡perdón! Es que...
-¿es que qué?
-Me gusta cuando lloras como un bebé -dije con pena
-Yo no lloro como un bebé. -defendió - Nunca lloro como un bebé
-No literal... Es que me da risa que...
-¿qué te da risa?
-Tus expresiones -volví a sonreír pícaramente y Sam me miró como si se tratara de algo serio y luego me controlé, pero luego lo miré con su cara de amargado y volví a reírme.
-¿qué tienen mis expresiones? -preguntó como si no captara lo gracioso.
-Son muy...
-¿muy qué?
-Son lindas, son muy lindas -dije penosamente. Y era verdad: Sam tenía una forma de expresión muy graciosa y tierna. Pero haber dicho la palabra "linda" lo hizo sonar diferente. No era algo que yo dijera.
Sam me miró como si le hubieran dado inspiración.
-¿entonces ambos somos lindos? -preguntó con una ligera sonrisa en sus labios.
-Eso creo... -seguía apenada. Nunca le había dicho a un chico algo así. Y me sentía rara por eso.
Sam me miró a los ojos.
-¿entonces que hacemos? -preguntó
-¿hacer sobre qué? -pregunté perdidamente
-ambos nos creemos lindos...
-Lento, Romeo. -Sonreí poniendo una mano en alto -lento.
Sam sonrió pícaramente y me volvió a mirar de esa manera.
-¿podemos ir más rápido? -Dijo en broma coqueta
-No me gusta ser rápida -contesté con una sonrisa burlona
-Pero a mí sí. -Y él sonrió como si supiera que estoy loca por él: la típica sonrisa de todo chico vanidoso y popular sobre los ojos en una chica inocente.
-¿Acaso también te golpeaste la cabeza o el hecho de no habernos visto durante unos días te afectó? -pregunté con ironía.
Él sonrió de lado.
-Decidí relajarme más por la vida
Lo miré con recelo.
-¿a qué te refieres?
-Me refiero a dejarme llevar por la corriente de la vida.
Lo miré con asombro ligero
-buena esa, Charles Dickens.
-gracias.
Solté una risa y aparté la vista de sus ojos. Luego guardé las cosas del botiquín y vi la hora en el reloj de la pared.
-Mierda.. Son las siete -Me levanté rápidamente y miré a Sam con desesperación - No miré la hora para estar al pendiente.... -me llevé una mano a la frente - mis padres no tardarán mucho en llegar del trabajo...
Sam también se levantó y tenía casi la misma cara de preocupación que la mía, creo que haberle dicho la hora se le olvidó por completo seguir coqueteando conmigo.
-me van a matar... -Soltó una maldición en francés y me miró con preocupación. -Estuve durante dos horas aquí y sin darme cuenta del tiempo tan largo que pasó en tan poco rato... Tengo que irme. Ahora mismo, será mejor llegar antes de que... - Él volteó a todos lados con nerviosismo - ¿adónde estaba mi mochila?
-En mi cuarto, vamos por ella -señalé a las escaleras y subimos para entrar al cuarto y tomar la mochila que seguía en esa mesa auxiliar y luego bajamos de nuevo a la sala y Sam se acomodó la mochila y me miró con una sonrisa amigable. Ese era el Sam que me gustaba desde el principio.
-Nos veremos luego, ¿verdad? -Dijo con la sonrisa en su cara
-Claro que sí -y le devolví la sonrisa y luego nos abrasamos y nos dirigimos a la puerta principal. - tú sabes que sí. -Abrí la puerta y luego Sam salió y desde afuera nos dijimos adiós con una sacudida de manos mientras el cielo se preparaba para oscurecer.

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Uy, uy, ¿qué pasa ahí?
Esto se pone interesante ;)
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-Michelle xx

You Are My Best Gift.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora