You Are My Best Gift.

26. Heather

Era el cumpleaños de Sam.
Traté de respetar su decisión de los regalos costosos y decidí escribirle al menos una carta. No se podía negar a una carta, era lo menos que podía hacer. Mi mamá se la había pasado todo el día conmigo en la casa haciendo NADA. Hubiera estado en la escuela, al lado de Sam. Hablando con él, estando con él...
Pero no. Había faltado a la escuela por mi madre y me pasé todo el día buscando palabras para escribir en la carta. Esta carta tenía que ser perfecta.
Después de varias horas, terminé la carta y me fui a dormir porque era algo tarde.

Desperté e hice mi rutina de la mañana: ducha, ropa, cabello, mochila, cereal, adiós de mamá, bus, y escuela.
Las primeras dos horas eran de Literatura y volvimos a leer. Luego teníamos una hora de Biología. Vaya, era miércoles. Y no vería a Sam por tanto tiempo.
Y era su cumpleaños.
Salí de literatura y me adentré a Biología. Me senté en mi lugar y comencé a pensar en lo que le diría a Sam cuando llegara. ¿Un simple hola? ¿O un "HOLA"?
Suspiré.
-Heather... ¿Qué haces? -preguntó Bailey desde la otra silla
Me volteé a ella y la miré como si nada. Salí de mis pensamientos y volví a la realidad. Noté que sólo estaban las chicas pero no estaba el maestro ni los chicos. Poco después Bailey me explicó que el maestro había llamado a todos los chicos a quitar algo pesado que había quedado en la cancha de básquetbol, en donde había sido el baile.
Entonces por eso no había visto a Sam, porque él de seguro se había ido antes que de que yo llegué. Pero ahí estaba su mochila, cerrada.
Abrí la boca para decir algo.
-Pienso. -contesté a su pregunta. Y luego volví a lo mío.
Haden todavía no llegaba de la cancha y todas estábamos solas. Unas se maquillaban para el maestro y otras dormían o pegaban la cabeza en la mesa. Yo me dediqué a clavar la mirada en la mochila de Sam. Era un poco vergonzoso pensar en darle la carta en sus manos, creo que dejarle la carta era algo mejor que nada, y además era algo con sentimiento y con amor. Sabía que si lo daba en la mano sería incómodo y extraño. Así que decidí dejársela para cuando llegara a su casa, la leyera en privado.
Esperé a que nadie me viera, incluso Bailey.
Me incliné y abrí el cierre de la mochila con delicadeza para no hacer ruido. Vi unos lápices y libros dentro y dejé la carta.
De repente, noté la pequeña libreta de cuero con la que siempre escribía. La mismísima libreta que nos hizo sacar la primera sonrisa. La libreta voladora.
Me pregunté que tanto haría en esa libreta y dudé en sacarla y echarle un ojo. Pero luego las ganas me consumieron y la tomé.
Sería un poco, algo rápido. Sólo le echaría un ojo y listo. No quería ser una chismosa o algo parecido...
Abrí la libreta y noté que era un diario que iniciaba desde los últimos días de enero.
Comencé a leer rápidamente y paré en seco. ¿Qué era esto...?

"Heather no tuvo ninguna hemorragia hoy. Su prima fue a visitarla y estuvieron en la casa del árbol durante una hora...."

Cambié de página, algo fuera de lugar pasaba aquí...

"Heather sangró ligeramente y su mamá fue por pañuelos en la cocina...."

Volví a cambiar de página. Ésta vez, adelanté hasta el primer día de escuela.

"Estaba dibujando en cuanto alguien me saludó. Yo me asusté demasiado, tanto que esta libreta salió volando. Lo cual ella tomó gracioso. Heather me preguntó mi nombre y estaba en shock. No sabía que hacer... Estaba nervioso, lo que menos imaginé pasó. Y de manera inesperada. Miré a Heather y lucía más bonita de cerca: su cabello castaño se veía suave y sus ojos resaltaban a la luz del día. Ella inició tema de conversación y traté de actuar normal. Pero no podía, seguía en shock y no lo podía evitar.
De repente, me solté un poco a decir palabras y ¡boom! Una hemorragia nasal inicia y yo voy en auxilio a toda costa. No tenía algo para usar así que utilicé mi chaqueta y la traté. Me sentí bien al poder haber hecho contacto con ella. Haberla visto era una cosa, haber hablado con ella era otra..."