10. Heather

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Estábamos en un estado límite de sofocación.
No podíamos llamar a mis padres porque me matarían y ellos después se morirían de preocupación. Además, no podrían sacarnos de este laberinto. Simplemente no.
Sam me dijo que sus padres franceses todavía no llegaban de viaje, y que nadie de su familia disponía de un teléfono móvil al igual que él. Dijo que ellos prefieren hablar directamente a las personas y no por medio un artefacto.
Pienso que eso es genial. Aunque también es una necesidad.
No todos los días te pierdes en un tráfico en una ciudad enorme.
Y vaya que no pasa eso todos los días.

-Avanza, Heather, avanza. -me dijo Sam mientras meneaba mi hombro. No me había dado cuenta de que me estaba quedando dormida, pero avancé mientras me aclaraba los ojos para ver mejor.

Había pasado un buen rato desde que había revisado la hora. Creo que estaba ocupada durmiendo.

Le pregunté la hora a Sam que, contemplaba las luces de la ciudad. Revisó la hora y me miró algo espantado:

-Heather, son casi las nueve - Él hizo un gesto frustrado.

Llevábamos horas aquí y solo habíamos avanzado cerca de un kilómetro. Era una locura. Lo único que me calmaba era ver la luna. Era luna llena.

-Sam, no he comido desde que llegué de la escuela.

Él sonrió como si tuviera el mismo problema.
-¿qué es lo primero que debes de traer cuando estás en un trafico al lado de Heather Nelson?- se preguntó -ah, sí. Comida.

Reí y volví a avanzar un poco. Luego me puse seria y quise calmar mis curiosidades.
-¿Entonces siempre estás solo?- pregunté

Él asintió viendo al horizonte.
-¿Por qué preguntas?

Hice una mueca.
-Luces como de esos chicos populares -lo miré y me volví- de esos que todo el mundo ama, pero en realidad eres algo callado cuando conoces gente nueva, ¿no?- supuse.

-En ciertas ocasiones- aclaró.

-¿qué clase de ocaciones? -quise saber

Él alzó los hombros en expresión de duda.
-No lo sé. Cuando tú te sentaste a mi lado me puse muy nervioso. Me hablaste muy de repente y me asustaste tanto... Pienso que hay personas que me ponen de un humor diferente.

Sonreí risueñamente.
-¿Y de qué humor de pongo yo?

Él me devolvió la sonrisa.
-Yo soy bipolar a tu lado.
Solté una carcajada y luego bostecé. Miré al frente del auto con paciencia y suspiré.
El sueño y el hambre me atacaban y estábamos parados en un tráfico horrible.

-A este paso no avanzaremos ni medio kilómetro en dos horas.- murmuré

-Estoy totalmente de acuerdo contigo. Hasta podríamos durar en la madrugada, en peores ocasiones, el amanecer.

Hice una mueca
-Temía que dijeras algo así. Con algo de suerte dormiremos un poco. ¿Porque yo? Yo ya me estoy muriendo del sueño.

Sam tuvo un aire pensativo y luego se volvió a mí.
-¿Dónde?- hizo una pausa -¿Cuándo?

Volví a hacer una mueca indecisa.
-Talvez podríamos dormir aquí... O en un motel...

Sam se pasó la mano por su cabello rubio oscuro. A la luz de la luna, el cabello de Sam se veía dorado, brillante y sedoso. Un cabello ligeramente alocado con con mechones amielados con brillos de oro.
Yo desearía tener un cabello así.

-¿Con qué dinero?- preguntó y luego sonreí como tonta.

Saqué billetes de mi pantalón totalmente arrugados, le quité el protector a mi celular y saqué otros billetes. Saqueé la guantera del asiento de Sam y también rebusqué debajo del asiento que, por cierto, logré encontrar mi bolso pequeño en donde guardaba mi dinero hace como medio año.
La bolsita contenía treinta dólares. Mi pantalón tenía cuatro dólares, quince dólares del protector y dieciocho dólares de la guantera.

-Son treinta y ocho....cincuenta y tres...- mientras contaba el dinero, Sam se dedicó a buscar en su mochila.
¿Por qué demonios siempre lleva una mochila....? No importaba.
-bien, tenemos sesenta y siente dólares y...-hurgué cerca del porta vasos y saqué unas monedas.- veintiséis centavos. -Enseñé el dinero- ¿qué tienes tú?

Él sonrió tímidamente
-Una película Polaroid terminada- volvió a buscar - una cámara instantánea con nueve fotos sin usar y... Varios, varios papeles que..- tomó un puño y me lo enseñó-prácticamente es basura.- solté una risita y él volvió a rebuscar, al poco tiempo rió y sacó una caja de cartón.- talvez no tenga dinero pero...-abrió la caja y sacó algo y me lo dio.
Eran twinkies.

-¡Jamás me he sentido tan aliviada de ver una caja de twinkies!- exclamé mientras abría la envoltura y le clavaba una mordida. Y luego paré de masticar y me quedé viendo a Sam. Tragué mi bocado y sonreí.- Sam, ¿por qué tienes esto?- pregunté entre risas.

Sam cambió de expresión drásticamente.

-Es que aveces Cole compra paquetes de esos y los pone en mi mochila porque...

-¿Quién es Cole?- pregunté

Sam se quedó helado.
-¿No lo había mencionado?- dijo con nerviosismo.- Cole es... Mi hermano -dijo- pensé que te lo había dicho antes...

-Hay cosas que todavía no sabemos de nosotros. -comenté.- ¿y Cole también habla francés?

-No tanto, bueno... Sí. Pero no le gusta hablarlo. No tanto como a mí. Siento que es graciosa la manera en que la gente me mira cuando hablo en francés.
Reí.

-Y él también está en nuestra escuela -supuse

Sam levantó las cejas.
-No, no, no, no. Cole estudia en una escuela diferente.

-Oh, bueno... Sería genial tener un hermano. -comenté. Y él sonrió.
Sam miró el cielo. Y yo hice lo mismo. Durante unos minutos contemplamos la luna y su luz hasta que se rompió el silencio.

-Creo que mañana será muy difícil alcanzar entrar a clases temprano.

Me volteé a verlo.
-Si es que alcanzamos..

Sonrió.
-Al menos tenemos twinkies. ¿No? -le di una mordida al mío. Él tomó uno y prendió su cámara instantánea.

-Para tener un recuerdo positivo. -Comentó con una sonrisa amigable.- ¿haces los honores?- me dio la cámara y la acomodé en frente de nosotros y posamos algo raro. Sam hizo cara de chico malo y yo posé con la lengua de afuera con un signo de paz y un guiño en mi ojo.
La foto se imprimió. Al poco rato se mostró y reí de la cara de Sam.
Él se reía de mí porque salía con embarrada de crema de twinkie en mi cara y porque posaba muy raro. Tomé un marcador y escribí: "¡Parados en el tráfico de Hollywood!" Y esa era la segunda Polaroid que tomaba con Sam.


You Are My Best Gift.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora