1.Heather

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Mi madre estaba emocionada por el hecho de pasar a noveno grado.
Aveces me pregunto quién se emociona más: ella o yo. Mi mamá puede ser algo excitable con muchísima facilidad, pero aveces se emociona tanto que aveces considero llevarla con un psicólogo para calmarla.
Eran las seis de la tarde y mañana era el primer día de escuela. Sólo esperaba ser normal hasta las siguientes vacaciones y no preocuparme de lo mismo.
Papá había llegado temprano del trabajo e hizo sandwiches de mantequilla de maní y mermelada de fresa para todos mientras veíamos Grey's Anatomy en Netflix. Y bebíamos grandes cantidades de leche en un vaso de vidrio enorme.
Pasar el rato con mis padres me relajaban y me hacían olvidar todas mis preocupaciones. Pero luego miraba algo que me recordara a otra cosa y esa cosa me llevara a recordar a otra que, luego de dos segundos; me hacía preocupar.
Aveces me subo a mi casita del árbol y me duermo ahí mientras escucho el crujido de la madera y olor a hojas mojadas de una dulce lluvia lenta y relajante. Pienso que podría quedarme congelada aquí durante décadas sin comer o ir a la escuela y solo escuchar, me hace pensar que mi vida es un poco más sencilla. Pensar en el problema de mis padres me hace pensar en mi problema. O aveces ocurre al revés y de todos modos me desilusiona más.
Aveces pienso que no terminará y que será para siempre pero luego se acaba temporalmente y me alegro por un rato. Aunque talvez sea muy probable que a los cinco minutos vuelva a pasar.
Es un problema cronológicamente grave. Y nunca sé cuando va a pasar, solo lo siento al momento.
Mi mamá se pone histérica cuando ocurre y mi papá (por más loco que suene) entra en pánico. Cuando esto pasa, es un caos. Simplemente no me gusta que ellos se pongan así por mi culpa. Creo que no es justo.
Mi papá se levantó y noté que tomó una de las cajas de libros y jaló la escalera del techo hacía el ático. Lo quise ayudar con una caja algo pesada de libros viejos de octavo grado y ocurrió. Casi ni sentí pero mi mamá comenzó a gritar y mi papá (que, estaba a medio camino en la escalera) se puso nervioso y yo misma tuve que tratarme porque mi papá no podía soltar la caja y mi mamá.... Mi mamá simplemente no podía ayudarme.
Siempre quise saber por qué las cosas siempre me salen mal: ¡siempre pasan! Juraba que esa vez sucedió por solo suceder. Le dije a mi mamá que me estaba preocupando el hecho de que siempre me pase algo así. Pero ella me dijo no era nada, lo cual me preocupaba más. Al final, mi papá tomó la caja y la subió junto con todas la demás. Terminé mi sandwich, apagué la tele y me fui a mi cuarto.

El despertador sonó más temprano de lo que debía. Me levanté a las fuerzas y me di una ducha porque se me había olvidado ducharme el día de ayer. Tomé mis lentes, me vestí, arreglé mi mochila y me cepillé lentamente el cabello. Acomodé mis lentes y suspiré con cansancio al ver mi cara y no era una cara más guapa o presentable. Simplemente no, hablando de Heather, el orden y la perfección no quedaba de cajón. Creo que sobraba entre mis otras malas cualidades.
Bajé por las escaleras y mi mamá estaba lista para ir al trabajo y fui a la cocina y me comí media manzana verde. Mi mamá me miró y dijo algo parecido a: "¡TU BRAZOO!" Y fui por pañuelos y noté que estaba nerviosa.

-Mamá, estoy bien. Era solo un poco. -Quería tranquilizarla delicadamente.
Me vendé para taparlo y me fui a la escuela a pie aunque mi mamá insistía en que faltara, pero no me importó caminar veinticinco minutos con una mochila pesada de libros nuevos que encargaron para mi nuevo año escolar.
Era aterrorizador pasar a noveno grado. Era suficiente decir que eres la chica rara que siempre falta a la escuela porque sus brazos y piernas se ponen rojas continuamente. Y ni quiero mencionar las hemorragias en mi cara. Era así como me conocían en la escuela, pero como mencioné anteriormente, mi madre dice que no me preocupe. Dice que a su abuela le pasaba lo mismo cuando era tiempo de calor, entonces me calmé un poco. Pero a la media hora me sangró la nariz y volví a espantarme.
Me gustaba faltar a la escuela regularmente sin que me pusieran problemas en mi espalda, pero después un tiempo comencé a cansarme. Verás, soy sensible. Todo mi cuerpo lo es. Con un cambio climático muy brusco o algo similar es más que suficiente para hacer sangrar mi nariz. Bueno, normalmente es mi nariz. Aveces ocurre en mi boca o mentón , pero eso es cuando el calor se apodera de mi piel... Aunque yo no sienta calor alguno.
Estaba diez minutos antes del toque, lo cual era bueno para dejar mi mochila en mi casillero, tomar los libros necesarios y mi horario para el resto del año. Noté que tenía clase de Biología, entré al salón y mi amiga Bailey me saludó.
Bailey es mi mejor amiga y nos hemos conocido desde siempre porque nuestros padres son buenos amigos desde adolescentes. Ella es locamente rizada y es morena clara. Además tiene unos ojos color dorado-avellana muy, muy bonitos que hacen resaltar lo que sea de ella.

You Are My Best Gift.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora