Capitulo 9

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CAPITULO 9

GREGOR

—Actualidad—

Las vacaciones están por llegar a su fin y yo apenas y pude disfrutar de un cinco por ciento de estas por mi padre que no ha dejado de exigirme ir a la empresa para presentarme como lo que soy, el presidente de toda la compañía.

Ya se quiere jubilar y me está jodiendo a mí para estar al mando y pueda viajar con mi madre a las Maldivas para olvidarse de toda esta realidad de mierda.

— Gracias por traerme. — le digo a mi chófer aquí en España.

No tengo la confianza de hablarle con familiaridad como a Sebastián en Estados Unidos y él tampoco me ayuda con su porte de malote con el ceño fruncido permanente. Me bajo del coche con un suspiro, colocándome las Ray-Ban por el sol que me molesta en los ojos.

Venir al gimnasio en traje es una mierda, pero con la última reunión apenas y tuve tiempo de venir al gimnasio para desahogar el estrés que trae mi padre con todas sus exigencias.

Las mujeres de la calle murmuran en mi dirección cuando pasan por mi lado, yo les ladeo mi típica sonrisa moja bragas — como la llama Margery — y me encamino al gimnasio orgulloso de mí mismo por tener todas sus miradas sobre mí. Eso me hace sentir poderoso.

En el interior del edificio de cristal me miran confundidos, desentonando con todos al llegar con el traje hecho a medida y una bolsa de entrenamiento en el hombro, pero me vale mierda sus miradas. Miro a mi entrenador a través de las gafas dándole un saludo de mano y me encamino a los vestidores, escribiéndole a Sam que estaré aquí antes de comenzar mi rutina.

Con ella tengo que hablar al regresar a Estados Unidos, la culpa de no decirle lo que ocurrió hace tres meses me está carcomiendo, por lo que decidí decirle la verdad incluso cuando sé que la peor parte me va a tocar a mí por haber arruinado nuestra amistad por mi estupidez.

Me quito el saco, la corbata y la camisa del traje con cansancio, ignorando mi reflejo en el espejo de pared a mi derecha que tiene este vestidor unisex. Ya aquí todos somos grandes como para andar con vergüenza de estar desnudos, además aquel que no quiera ser visto tiene los espacios privados del otro lado.

Escucho una mujer suspirar del otro lado de unos casilleros y sonrío. La mayoría cree que no las veo o escucho cuando vienen detrás de mí para espiarme mientras me cambio para mis rutinas, pero para su desgracia me entrenaron para estar atento a mi entorno, y también conozco lo que tengo y me caracteriza con la población femenina de mi instituto, no lo voy a ocultar.

— Este lugar es increíble. — dice un hombre, entrando al vestidor hablando en inglés.

Lo ignoro mientras me coloco el pantalón deportivo para entrenar. Mi teléfono suena con el timbre de Sam, seguramente con una de sus respuestas ingeniosas. Aprieto las trenzas de mis zapatos con fuerza, tomo la camiseta negra de la mochila y me la coloco en el hombro, abriendo el mensaje de Sam deseándome suerte en mi rutina.

Sé que no está siendo ella desde ese día y me jode no decirle la verdad, además que me jode tener que estar al pendiente de Steve para que no la moleste cuando estemos en el instituto. Desde que terminaron se ha vuelto insoportable y se está ganando con creces que le parta la cara en el momento que lo encuentre con Sam de nuevo en los pasillos.

Margery en su mundo de fantasía no lo nota, pero ese idiota es peligroso, se puede volver incluso obsesivo con cada rechazo por parte de Sam. Su manera de actuar y de ser me lo demuestra.

Le comienzo a escribir un mensaje a Sam para molestarla un poco, pero una llamada del investigador que contraté hace unas semanas, cuando Margery me dijo que se sentía acosada, me entra en el teléfono haciéndome fruncir el ceño.

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora