Capitulo 44

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CAPITULO 44

SAMANTHA

Ya para el séptimo mes del embarazo me siento más un globo que un ser humano. No puedo ni pararme sin ayuda porque la panza me pesa, además que hoy era la revisión con la doctora y mis opciones de quedarme durmiendo se fueron al caño cuando Gregor comenzó a despertarme.

Hombre con quién estoy muy molesta y no quiero ver, por cierto.

— Sam, por más que me odies, tenemos que ver a la bebé. — avisa Gregor con un suspiro, quitándome la cobija del cuerpo.

— Cállate, no te soporto. — gruñí, sentándome en la cama con una mueca — En veinte minutos estoy lista.

¿Por qué estoy molesta con el mejor novio del mundo? Por la consulta del mes anterior.

Cuando fuimos a consulta para revisar que la bebé estuviera bien, la doctora dijo que el pequeño sangrado que tuve al día siguiente del cumpleaños de Gregor se debía a lo que habíamos hecho en la habitación, que por eso me recomendaban no hacer movimientos bruscos o sus parecidos. Y bueno, eso es como si le dijeran al imbécil a mi lado que no me puede tocar.

Mi hambre sexual no hace más que crecer y el idiota viene y se cambia de cuarto hasta que nazca la bebé para que no "caiga en tentación" ¿Qué clase de novio le hace eso a su novia embarazada?

Dormir sola es un suplicio, comer con él me asfixia porque quiero saltarle encima cada que puedo y él siempre está a dos metros de distancia, burlándose de mí. Y salir a caminar ya no fue opción para mí a partir de la última semana, la bebé está pesando demasiado y caminar me cuesta más que antes, por eso a veces hasta uso una silla de ruedas para no morir del aburrimiento.

Nadie me cree que me siento una sandía a punto de explotar.

— ¿Lista? — pregunta el imbécil, asomando su cabeza por la puerta de nuestra habitación.

Asentí con el ceño fruncido, mirando a otro lado mientras me ayuda a subirme a la silla de ruedas, que él empuja fuera de la habitación para ir con la doctora.

No quiero verlo a la cara, ni siquiera en general, ese cuerpo y esa ropa que usa es una trampa mortal utilizada a propósito para joderme, yo lo sé.

— Ya falta menos, princesa, tranquila. — me intenta calmar, pero eso no funciona.

¿Cómo va a funcionar si la doctora que nos atendió en Estados Unidos se equivocó y la bebé no va a nacer en septiembre si no que nace por octubre casi noviembre?

Prácticamente los planes de septiembre se fueron al caño, incluso le dije a Gregor que no pienso ir a esa gala que me comentó mientras siga pareciendo un globo. No voy a dejar que gente idiota venga o a burlarse de mí o a mirarnos como si fueran superiores por el simple hecho de que tuvimos la bebé a muy corta edad.

La semana pasada casi le arrojo un plato a una mujer en un restaurante por lo mismo, Gregor dice que soy un peligro andante y la verdad, no pienso contradecirlo. Si tengo ansias de matar a alguien cada que los veo juzgarme, a veces incluso me provoca gritar que no fue mi puta culpa toda esta situación.

Gregor intentó ayudarme a bajar, para subirme al coche — ni siquiera uso las escaleras, él instaló una rampa temporal en ellas para que baje sin tener que bajarme de la silla —, pero le di un golpe en la mano con asco, levantándome por mí misma y sentándome en el asiento del copiloto. De verdad que este mes no quiero saber absolutamente nada de él, me subí al coche porque no tengo opción, mi hija necesita ser chequeada.

— Sam. — dice con un suspiro, mirándome.

Casi se veía derrotado.

— ¿De verdad me odias por no tocarte cómo quieres? — pregunta decaído, arrancando el coche con velocidad mínima.

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora