Capitulo 55 (Gregor)

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GREGOR

El detective del bajo mundo en Nueva York solo había podido conseguir el nombre del bar donde los cazadores están apostados, el heredero de todos los mercenarios seguía siendo un misterio y yo sigo sin comprender la razón por la cual lo buscan con tanta desesperación incluso cuando él ha hecho todo lo posible por ocultarse.

No sirvió de nada entrar allí, nadie habla con nadie y todos te miran como si fueras su siguiente objetivo. Ni siquiera me molesté en preguntar, teniendo mi aspecto normal no podía arriesgarme tanto.

— No pensé encontrarte aquí hoy. — escucho a alguien hablar junto a mí.

Miré en su dirección con el ceño fruncido, Christopher Miller me devolvía la mirada de manera divertida mientras mantenía sus manos enguantadas guardadas en el bolsillo de su gabardina.

¿Qué hace él aquí?

— Estaba dando una vuelta. — digo con indiferencia, guardando las manos en los bolsillos de mi chaqueta — ¿Qué haces por aquí?

— Estudiaba edificios. — responde con una sonrisa, mirando el bar de los cazadores con el ceño fruncido — Este está a punto de caerse.

— ¿Cómo lo sabes?

— Su estructura es débil.

No entiendo, y no estoy muy interesado en los temas que tengan que ver con la arquitecta, pero no creo que ese lugar tenga algo inseguro. Estuve allí dentro y parece más una fortaleza que un bar.

— ¿Me acompañas? Voy a visitar a un viejo amigo. — pregunta con media sonrisa, señalando el auto que se detuvo a su lado.

Supongo que no me queda de otra, si regreso al hotel ahora veré a Sam ocupada con las maquillistas y eso terminará conmigo muriendo del aburrimiento. Además que si le digo que mi nuevo socio intentó ser amable conmigo y lo rechacé, ella me sacara a patadas de la habitación.

Subí al coche después de él, sintiendo el aroma a ambientador y viendo al chófer en la parte delantera conduciendo en silencio por la ciudad. No había nada emocionante en todo esto, y Christopher estaba mirando su teléfono con el ceño fruncido, escribiendo unas cosas.

Le avisé a Giovanni mi fracaso con el grupo de cazadores, preguntando cómo va la búsqueda de Mikhail y Margery.

Dijo que el equipo de búsqueda de la Camorra estaba en movimiento, pero no sé qué tanto alcance podría tener una mafia tan pequeña como la de Mikhail. En el tiempo que estuve en Italia no vi más de veinte hombres entrenando y diez dándole reportes al sujeto, que haya llegado tan lejos siendo tan pequeño es impresionante.

— ¿Qué tal está tu prometida? — pregunta Christopher, centrado en su teléfono — Vi una foto en una revista, es bastante hermosa, y tu hija es un angelito.

— Gracias. — sonreí, orgulloso de ellas. Mirando por la ventana del coche a los coches pasar a nuestro lado — Ella está bien, arreglándose para la fiesta de hoy, ya sabes, todo este asunto de las maquillistas y así.

— Sí, lo sé. — ríe, negando con la cabeza mientras guarda su teléfono en un bolsillo de la gabardina — Mi esposa está en ese proceso.

— Entiendo.

El coche se detiene en el hospital central de Nueva York, estacionándose a una distancia prudencial de la entrada del lugar. Christopher le dio las gracias al hombre con un leve asentamiento, y se dispuso a bajar del coche con la misma calma que el primer día que lo conocí, mirando el hospital con el mismo ceño fruncido que hizo con el bar.

Cerré la puerta detrás de mí al bajarme y lo miré confundido, guardando las manos en los bolsillos de mi chaqueta. Estos días en Nueva York hace demasiado frío.

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora