CAPITULO 24
SAMANTHA
Me alegra que pueda estar con Gregor frente a las personas, eso me da calma y un poco de alegría al no sentir que debemos ocultarnos por lo que sea que está pasando aquí, pero al mismo tiempo me molesta y me causa ansiedad su regreso. Lo primero porque es un estúpido neandertal que no sabe otra cosa que golpear a un imbécil que se lo merece pero no tenía la necesidad de hacerlo, y lo segundo porque el que esté aquí significa que no hay nada bueno a nuestro alrededor.
Me dijo que me hablaría de esto de camino al hospital, pero recibió una llamada hace unos minutos y está hablando con alguien en italiano, lo cual me indica que es seguramente su jefe. Esta era la primera vez que lo escuchaba hablar así, tengo conocimiento de su basto catálogo de idiomas, pero saberlo a escucharlo es muy distinto ¿Cómo hace para escucharse tan bien con solo un acento diferente?
— Bene. — dice con un suspiro, dejando el teléfono entre nuestros asientos, y estacionándose a un lado de la carretera antes de llegar al hospital.
Se veía... ¿Aliviado?
— Greg...
— Estaban envenenando a Margery. — dice en voz baja, apoyando su frente en el volante con los ojos cerrados.
— ¿Qué? — pregunto con un hilo de voz, mirándolo sorprendida.
— Los mareos, vómitos, ansiedad, cambios de humor. — explica con voz ronca, haciendo una mueca — Todos los síntomas que presentaba estas últimas semanas era porque estaba siendo envenenada y usada como un sujeto de prueba para crear una droga capaz de volver adicta a una persona sana en cuestión de horas.
— No... ella no... — digo con un nudo en la garganta, cubriendo mi boca.
Margery no, ella es nuestra amiga pequeña, la que necesita apoyo, cariño, protección. Desde la muerte de Max ha estado sola, sus papás no están y la poca familia que tiene cerca apenas y la toleran, ella no merece ser envenenada y al mismo tiempo acosada en el único año que está siendo feliz, joder.
Me prometí a mí misma ayudarle este año a vivir, a tener recuerdos inolvidables y apoyarla en lo que fuera necesario, pero desde que el maldito acoso y los ataques comenzaron no he estado allí para ella. No he sido una buena amiga.
Y si yo, que estuve aquí en el mismo país y estudiando con ella, me siento así, Gregor...
Veo un par de lágrimas deslizarse por sus mejillas, al mismo tiempo que aprieta sus manos sobre el volante y la presión en su mandíbula casi se ve dolorosa mientras contiene sus sollozos.
Quiero abrazarlo, darle mi apoyo, pero en esta situación ni yo misma sé cómo actuar, con todo lo que está pasando se me olvida lo más importante: Seguimos siendo unos chicos.
No hemos pasado ni siquiera el umbral de la adultez, no estamos listos para ser jodidos con tanta fuerza como ahora, estamos viviendo la peor pesadilla que cualquier chico de diecisiete años puede vivir.
— No estuve allí. — murmura con voz rota. Destrozando mi corazón por completo — No estuve allí cuando me necesitaron, no las protegí, no las ayudé, solo llegué cuando todo se fue a la mierda...
— Gregor, no te culpes, esto no...
— ¡Sí es mi maldita culpa, Sam! — grita con rabia al mirarme, asustándome.
Me ve arrepentido, alejándose de mí como si me hubiese golpeado. Y quisiera poder decirle que está bien, que todo está bien, pero no puedo mentirle al decir que no me asustó su ataque de rabia. No puedo ocultarle que por un momento me hizo pensar en el hombre que me lastimó, y eso me duele pero el amor no puede estar hecho o mostrarse a base de mentiras, incluso si todavía no le he dicho lo que siento.
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Enamorada del CEO Imbécil
RomanceÉl ha estado enamorado de ella desde que son niños. Ella piensa que es solo una amiga ante sus ojos. Ambos tendrán que vivir juntos por casualidades desfavorables del destino que los hará ver esos pequeños detalles donde antes daban por pérdida cua...