CAPITULO 47
SAMANTHA
— ¿Qué hacen aquí? — pregunté, mirándolos a los dos con el ceño fruncido.
Mi madre se encontraba sentada en el mueble, mirándome con el mismo desdén que la última vez que estuve en su casa cuando vivía en Estados Unidos, eso ya hace una vida desde lo que he vivido aquí con Gregor y su familia.
Ya entiendo por qué la madre de Gregor tomó a Vivianne, lo mejor para mi hija es no verlos nunca de ser posible.
No soy la misma niña pequeña que ellos jodían hasta el cansancio en esa casa, ahora estoy aquí y he crecido dentro de mí misma para no ser jodida por ellos nunca más. Sé quién soy ahora y quién seré en el futuro, no necesito demostrarle nada a nadie para sentirme completa.
— ¿No podemos visitar a nuestra hija luego de convertirse en madre? — pregunta mi madre, hablando ridículamente indignada, mirando sus uñas de manicurista barata.
— Lourdes, no estoy para tus juegos. — respondí indiferente, sorprendiéndola al llamarla por su nombre — La última vez que estuve en su presencia me dijeron que no sería más su hija, yo cumplí, ahora vuelvo a preguntar: ¿Qué hacen en mi propiedad?
— Vinimos a llegar a un acuerdo, Samantha. — defiende mi padre, entrando en su papel de abogado para convencerme — La última vez no se esclarecieron los puntos a tratar como se debía.
Lástima que sus palabras rimbombantes ya no me causan temor o ansiedad como antes, no cuando me dejaron a mi suerte cuando más los necesité.
— Bien. — acepté a medias, cruzándome de brazos — Esclarezca sus razones, Sr. Harris. Luego de ello le daré mi veredicto y espero que lo acaten sin problema alguno debido a los acontecimientos recientes entre las partes.
Un brillo de sorpresa y, tal vez, de reconocimiento, pasó por sus ojos, detallándome por unos segundos antes de carraspear y prepararse para su defensa.
¿Acaso apenas ahora es que va a notar que yo lo admiraba? De niña no paraba de escucharlo hablar de casos y de buscar el significado de las palabras que utilizaba para sus juicios, mis primeros ensayos del colegio hablaban de lo increíble que sería ser abogada como mi padre. Que me mire de una manera tan llena de sorpresa e incredulidad me deja en claro que este hombre no se molestó en denotarme en todos mis años a su lado, por más que gritara en silencio por su atención, simplemente no fui suficiente.
— El primero de ellos es la impresión, Samantha, escuchar que tu hija de diecisiete años será madre no es algo que esperas de un día a otro. — explica, mirándome con seriedad — Por obvias razones actúe como lo hice.
— Objeción. — dije con molestia, dejando mis emociones claras en mi mirada — El simple hecho de no escuchar al involucrado y solo escuchar su pensamiento propio lo hace incompetente para opinar sobre lo sucedido hace unos meses. Por favor, formule mejor los siguientes alegatos antes de ser rechazada su solicitud.
— Esas no son formas de hablarle a tu padre. — se mete mi madre, pero ambos la detenemos con una mano en alto, sin despegar nuestra mirada.
— En estos momentos te encuentras pugnando como testigo, Lourdes Harris. — decimos los dos, sorprendidos.
— Dedíquese solo a escuchar. — terminó de decir mi padre, abrochando y desabrochando el botón de su traje.
Un gesto de nerviosismo o falta de control sobre una situación que le he visto hacer mucho a lo largo de los años. Ya no me sorprende.
Al no tenerme nerviosa y ansiosa frente a él, no puede tener una seguridad de victoria. Está notando que este es un juicio que no va a ganar por más que lo desee.
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Enamorada del CEO Imbécil
RomanceÉl ha estado enamorado de ella desde que son niños. Ella piensa que es solo una amiga ante sus ojos. Ambos tendrán que vivir juntos por casualidades desfavorables del destino que los hará ver esos pequeños detalles donde antes daban por pérdida cua...